Una parada inesperada

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-¡Máxima velocidad!
-Deja ya de narrarlo todo. Pon el piloto automático y cállate haz el favor.-Se quejó el yo médico al yo literario.
-Narrar es natural en mí, no puedo evitarlo.
-Bueno, no os lo he dicho hasta ahora porque seguramente os pondríais hechos unas fieras y seríais insoportables, pero tenemos que hacer una parada inesperada.-Anunció el yo predictivo.
-¿Inesperada? Lo sabías desde el principio seguro carbón.-Le respondió el yo literario.
-¿Qué es tan importante como para parar por ello?- Añadió la otra personalidad.
-El yo filosófico, está en los planetas Anti-Amniotas, y tenemos que llevarlo con nosotros. Me  mandó un mensaje hace poco pidiéndome que fuéramos a buscarle, está en el planeta capital de la federación y allí pararemos junto a la ciudad mayor. Nos pilla de paso, no tardaremos más de 8 minutos en bajar recogerlo y volver a subir. Además, podrás hacer una reentrada a velocidad luz con los escudos térmicos al máximo y romper unos cuantos cristales, literato.
-¿Reentrada a velocidad luz? Pensad un poco insensatos por favor, si el recorrido de frenada acaba cerca de una zona poblada podemos hacer más que romper cristales. ¿Qué pasa si llegamos a matar a alguien?-Se quejó el yo médico.
-No me seas fatídico medicucho. Aquí nuestro yo predictivo sabe exactamente qué ruta de bajada hay que tomar para que la zona de parada sea la justa; la onda expansiva de la reentrada a súper velocidad no matará a nadie, bajamos al suelo cargamos a Platón y nos lo llevamos para meterlo en otra caverna.-Le respondió el yo literario.
-Bueno, te doy las coordenadas para que modifiques el rumbo vale liter.

-Me sé las coordenadas de ese planeta, parece que tu teoría de todo que tan bien predice el futuro a veces falla; porque que no te avisara de que me sé el número de memoria es un error importante.-Le interrumpió.

-El índice de desarrollo que escribiste en los informes la última vez es erróneo actualmente. Han subido y por lo tanto el número del planeta es diferente y ahora es 0,0996 y quítate de la cabeza la idea de que mi teoría falla tanto cómo crees. A veces se equivoca, pero en esto tengo razón gilipollas.

-¿A que pasamos el planeta de largo?-Le amenazó el literario desactivando el piloto automático y provocando que sonara una alarma bastante molesta.

-Adelante, pero cuando vuelvas a verlo prepárate para una charla sobre la ética de dejar a una personalidad atrás, sabes tan bien cómo yo que puede estar quejándose de forma insoportable durante días. ¿Te digo los días que te tocarían aguantarlo?- Le amenazó el predictivo.

-¡¡No!! Ni hablar, vamos a por él, pero el número del planeta que hay que meter en el ordenador me lo sé  es más puedo ir hasta allí sin piloto automático y lo voy a demostrar.

-¿Vas a pilotar en modo manual los dos millones de años luz que faltan para llegar?- Preguntó asombrado el médico.

-Sí, disfrutad del viaje, son sólo doce minutos de recorrido a esta velocidad y con esta nave; además no puedo estrellarme, ¿qué puede salir mal?

Once minutos después la nave comenzó a desacelerar  y entró en la atmósfera del planeta capital a las 34:52:83 hora central de la federación Anti-Amniota. Con sus escudos térmicos activados bajó desde la exosfera hasta la troposfera, recorriendo los 2.600 kilómetros que separaban el suelo del espacio exterior en 0,09 segundos activando los dispositivos de frenada absoluta y absorción de aceleración a cuatro metros sobre el nivel del suelo en las afueras de la capital. La nave al entrar con tanta velocidad y al tener tal tamaño había atravesado en el descenso una gran capa de gas atmosférico que a penas había tenido tiempo de reaccionar a la fricción generada por el paso de la nave y que reaccionó de forma inconfundible. 

El yo filosófico estaba haciendo lo que mejor sabía hacer; pensar y filosofar eran  las horas centrales del día y el calor del sol era bastante notable. Esperaba que fueran a por él pero no que lo fueran a buscar tan sumamente pronto y se encontraba sólo acostado a la sombra de uno de los árboles de la Universidad Capital en la Facultad de Ciencias del Pensamiento a unos diecinueve kilómetros del lugar sobre el que paró la nave.  El estruendo de la llegada de la nave le llegó repentinamente y cómo a todos los habitantes de la ciudad le produjo un sobresalto, buscó alarmado la causa del sonido y pudo ver el camino de fuego de la reentrada que había dejado la nave y el enorme remolino de fuego que envolvía a un punto elevado allí dónde la nave estaba. Habían elegido para la parada una zona que acababa de ser devastada por un fuego a penas una semana atrás y en esa época del año el clima seco y la nueva vegetación hicieron que la reentrada generase otro gran fuego por culpa de la espiral de aire incandescente generada por la nave. Una bola de fuego sobre el suelo que genera un incendio, una línea de fuego también hacia el espacio y un enorme estruendo, el yo filosófico observó el espectáculo que acababa de montar la nave que iba a sacarlo de allí. 

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