La Historia de La Emperatriz: La Gran Guerra Parte 2

2 0 0
                                    

No les había das tiempo siquiera a alejarse más de tres kilómetros cuando una extraña señal proveniente de uno de los asteroides hizo que la nave parara motores para estudiarla más de cerca e impedir que la información sobre su rumbo y localización llegaran al mando militar enemigo.
El disparó les pilló completamente desprevenidos, acababan de limpiar el espacio de naves enemigas y habían bajado la guardia. La nave sufrió daños leves, y una de los niveles perdió parte de su cubierta y 23 personas salieron volando al espacio como consecuencia de la explosión.
Los sistemas de la nave trataron de localizar la nave atacante, pero antes de que pudieran hacerlo otro disparo es golpeó de lleno esta vez en una zona cercana a los motores principales, por suerte no los destruyó, pero la nave sufrió un colapso energético inmediato y las luces se apagaron. Los generadores de emergencia iniciaron su protocolo de activación y en tres segundos volvieron a proporcionar corriente, pero la alegría duró poco ya que un tercer disparo hizo temblar la nave. Supieron que la situación estaba mal cuando uno de los sistemas vitales, la gravedad artificial falló, dejándolos en un estado de gravedad O flotando y escuchando las alarmas de emergencia. Un disparo más y probablemente sería su fin, pero en vez de eso, lo único que los oficiales de la nave obtuvieron fue un silencio sepulcral, incluso las alarmas se apagaron.
Entonces su enemigo salió de su escondite a unos 4 kilómetros de la nave, el sistema automático había atacado e inutilizado la Dunkle sin darle siquiera tiempo a terminar de dar la vuelta. Comenzó a acercarse, y cuando cubrió la distancia que las separaba disparo a bocajarro un último proyectil destrozando el puente de mando y matando a las personas que dirigían la nave. Aún quedaba una última baza, uno de los cañones estaba a punto y tenía a tiro, el operario estaba tratando de acercarse hasta el panel de disparo pero al estar flotando no podía ir hasta allí caminando. Esperó hasta que un objeto que flotaba estuvo cerca de él, lo lanzó con fuerza hacia atrás y con ese lanzamiento obtuvo el impulso necesario para llegar hasta el curado de mando y una vez allí efectuó el disparo.

La ignición fue correcta, el proyectil salió del cañón con una trayectoria que coincidiría en tiempo y espacio con la nave hacia la que estaba dirigido e instantes después el impacto de produjo. La nave estaba muy pegada y no tuvo tiempo de reacción, pero no le hacía falta, el disparo impactó contra la coraza exterior de metal denso, y la explosión posterior aunque fue grande, dejó tras consumirse un pequeño agujero del tamaño de un balón de fútbol en lugar de la colisión y una pequeña franja oscurecida de a penas medio metro de diámetro. Las posibilidades de ganar la confrontación se habían acabado, pero aún quedaba la última opción, pero para ponerla en marcha se necesitan los controles de la nave que estaban en la ya inexistente sala de mandos.
Eiplan, fue la persona clave en esta parte de la historia, como recuerdan los chicos habían sido dormidos y su actuación aquí es nula al igual que la de todos los oficiales y personal de abordo a parte del hombre que consiguió disparar el cañón de cuyo nombre nadie tiene constancia ya que murió en la acción que Eiplan efectuó, y que sucede a continuación.
Eiplan, ingeniero básico de rango medio se encargaba de un trabajo tan sencillo como mantener el sistema informático actualizado en correlación con  el armamentístico, el de estabilidad, el de movilidad y todos los demás. Y es imprescindible ya que permite al ordenador de abordo saber exáctamente dónde está la nave, su velocidad, su dirección, su cabeceo, a dónde apuntan las armas, dónde está en todo momento cada uno de los miembros de la tripulación y gracias a su trabajo conocía la forma de hackear la nave para que obedeciera órdenes no dadas desde el puente de mando. Estaba flotando en el compartimento de acceso a la sala de los motores, por desgracia los disparos de su atacante habían golpeado de lleno aquella sección de la nave y la sala estaba ahora sometida al vacío y salir sin un traje implicaba la muerte inmediata. Pero para activar la ignición de los motores, qué era su última baza para escapar de allí, debía entrar en en la sala e iniciar manualmente el motor principal; conocía el proceso y una vez dentro no le llevaría más de 20 segundos. Pero había una serie de inconvenientes que podrían convertir su epopeya en una serie de catastróficas desdichas.
1-No sabía cómo sobrevivir una vez dentro en caso de que lograra abrir la puerta, que estaba bloqueada para evitar la descompresión del resto de la nave.
2-No sabía hacia dónde viajaría la nave, bueno, si lo sabía, iría hacia delante, pero desconocía si delante había espacio vacío o un asteroide o incluso la propia nave enemiga si se había posicionado para cortarles la fuga.
3-Estaba también la posibilidad de que el motor hubiera sufrido daños y estallara.
4-Y aunque todo funcionase bien, no sabía cuando debería parar la nave, ni cómo hacer que girara para evitar los asteroides que sabía que estaban a su alrededor aunque no sabía dónde.

Pero intentarlo era mejor que esperar a que les abordarán, aunque en realidad la otra nave estaba siendo dirigida por el primer ordenador de la historia en inutilizar una nave en solitario. Eiplan tuvo una genial idea, si conseguía activar el ordenador de abordo éste podría maniobrar en modo piloto automático, pero para ello debía saber si había sido dañado en el ataque. El ordenador tenía varias terminales y un software y un hardware muy potentes si no se los comparaba con la única nave que los superaba que además lo hacía por una abismal diferencia, si los datos y los protocolos de navegación seguían aún en las terminales no dañadas la teoría decía que aún debería de ser útil. Pero no lo sabría hasta instantes después de hacer que la nave saliera disparada en una modalidad de viajes por el espacio que podría definirse cómo viajar a toda máquina con los ojos vendados.

Decidió que valía la pena arriesgarse, pero aún tenía que hacer lo más difícil. Pero en ese momento recordó algo en lo que no había caído, el escudo de cierre tras descompresión, una idea que había sido implantada hace poco en las naves y que a ojos de la flota era una estupidez que no salvaría nada porque se activaba sólo cuando la descompresión había sido total y por eso todo el mundo habría muerto antes de que fuera útil. No obstante Eiplan miró el panel de apertura y en una de las opciones estaba el famoso escudo, ya había resuelto el problema. Ahora tenía que ponerse en marcha. 

Lo fácil era activar el escudo, aunque estaba flotando, con extender los pies llegaba fácilmente a impulsarse y alcanzar así el interruptor. Pero atravesar la sala de máquinas sería harina de otro costal, el proceso de acondicionamiento de la sala se inició y en apenas 20 segundos era habitable, la compuerta se abrió y el frío le golpeó en la cara. Se agarró firmemente y usó el borde de la puerta para catapultarse hasta el primero de los 4 puntos que necesitaba para llegar al panel, los dos primeros fueron sencillos, pero en los otros debía tener cuidado ya que estaba cerca de la zona más peligrosa de la nave, las paredes de los motores aún con el recubrimiento térmico y el frío del espacio al que habían sido expuestas seguían estando a más de 80 grados, y había algunos objetos flotando con los que tuvo que chocar. Unos le provocaron cortes en las manos y otros pequeños contusiones, pero al final llegó a su destino tras un periplo de 15 segundos, encendió el panel y en cuanto estuvo listo dio a los motores la tan esperada ignición.

El ruido se propagó por toda la nave, y salió de nuevo a toda potencia, ahora todo dependía del ordenador.

La Verdadera Gran Historia del Universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora