La Historia de la Emperatriz: Más Complicaciones

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Lia y Marte llegaron, tras un viaje largo de un día y medio, a su destino el planeta Sinmo; era un planeta bastante bonito con poco océano y una superficie de temperaturas agradables que además estaba en su mayoría cubierta de bosques frondosos de un verde vivo. Aterrizaron en la tercera ciudad más grande Imax, por suerte o por desgracia era pleno día cuando llegaron y había un trasiego de naves bastante importante lo que les retrasó. Llegaron no obstante a su objetivo, la ciudad tenía las condiciones perfectas de orografía y propiedades del suelo para situar allí el mayor cuartel militar de ese mundo y de buena parte de la galaxia local, Lia y Marte fueron escoltados tras aterrizar en la explanada del complejo hasta la sala magna de reuniones dónde pronto tendría lugar la reunión más importante de aquella edad.

Bajaron de la nave bastante frescos y descansados, pero para cuando llegaron hasta la sala ya estaban bastante agotados, y os digo esto para que os hagáis una idea de lo grande que era el lugar, habían andado casi 8 kilómetros y bajado más de 600 metros bajo tierra para llegar hasta las inmensas puertas de la gran sala. No había nadie flanqueando esa entrada aunque no era así en las otras cuarenta je ya habían dejado atrás, los miembros del ejército encargados de llevarles hasta allí procedieron a abrir la puerta marcando a la vez la clave en los ocho paneles que abrían el portón blindado de 5 metros de altura. Éste comenzó a chirriar y abrirse, una vez estuvo abierto quedaba otra puerta de seguridad, esta se abría con una llave triple que portaba uno de los soldados, les abrió y les dejó entrar procediendo el a cerrar la puerta tras la pareja. La sala estaba vacía, en el sentido de que no había nadie por supuesto, en ella había una serie de filas de bancas ;y la sala era triangular por lo que las filas de bancas estaban orientadas hacia uno de los vértices. La entrada estaba justamente en la base del triángulo y por ello a la espalda de todo aquello de forma que Lia y Marte vieron de frente el altillo al que estaban orientado todo, las bancas y las cámaras en las que pronto fijarían la vista la pareja. Siguieron observando el lugar, y terminaron por sentarse en una de las filas de bancos, no tendrían tiempo de aburrirse ya que en poco tiempo llegó todo el alto mando a la sala, la puerta se abrió y comenzaron a entrar los miembros del consejo que procedieron a ocupar sus asientos y tras estos los encargados del equipo de grabación que les pidieron que se sentarán en la primera fila. El último en entrar fue el general Yisus recuerden su nombre porque es importante el papel que este desempeñará en un futuro próximo, tras él se cerraron las puertas y todos se sentaron y guardaron silencio. La sala permanecía en ese silencio sepulcral y lo único que lo rompía eran los rítmicos pasos del general sobre el suelo de mármol negro, Yisus fue hasta el altillo, la plataforma de madera le permitía alzarse sobre el resto de los presentes y una vez se situó en el centro de ésta dio un par de palmadas y tras el una pantalla con el símbolo de su imperio salió del suelo. La visión era imponente y os la describiré lo mejor que pueda, según la emperatriz el general iba vestido con un traje negro brillante y elegante que tenía unas bandas de un color rojo vivo que hacían contraste con sus ojos verdes. Tras él la pantalla terminó de desplegarse y en ella el logotipo imperial desapareció y en su lugar una sencilla frase apareció; estaba escrita en un idioma que no entendía.
El general se dio media vuelta y puso la palma de su mano sobre la pantalla, está la escaneo y lo dejó acceder a una especie de menú de opciones en el que seleccionó una de éstas; la pantalla se oscureció y a continuación otra imagen se proyectó hacia la retina de todos los presentes. Estaban estableciendo una especie de conferencia con otros siete lugares, el general hizo el gesto de coger de la pantalla cada uno de los cuadros pequeños en los que se veían los otros lugares con los que iban a llevar a cabo en consejo militar y los lanzó al aire, y tremenda fue la sorpresa de Lia cuando vio que las pequeñas imágenes se agrandaron y formaron siete grandes ventanas en lo alto de la habitación. El general hablaba ahora hacia todos los miembros de ambas salas y comenzó a hacerlo en una lengua que no era conocida para Lia, se volvió hacia Marte con cara dubitativa, éste le indicó que esperará un poco.

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