–¿Qué? –preguntó. Estaba pálido, quizás pensando en las veces en que había jugado conmigo y reflexionando qué era lo que yo había sentido en esos momentos.
–Lo lamento, tal vez debí decirlo antes pero... –tragué saliva y sentí unas lágrimas correr por mis ojos que me apresuré a limpiar. –Ni siquiera puedo aceptarlo todavía ¿Está bien? Es algo nuevo... no... por favor no lo comentes con nadie, sólo quiero terminar el colegio y largarme de aquí.
–Rocco.
–Sé que me besaste jugando, no te preocupes por eso –me apresuro a decir con desesperación, porque él me había besado y yo le estaba diciendo que era gay. Seguramente él se alejaría de mí para siempre por temor a que me enamore de él. Sorpresa Tomás, yo ya te amo. –No quiero... dios, no quiero que pienses que estoy colado contigo, no quiero perder nuestra amistad Tomás.
–Rocco ¿Eres gay? –pregunta en un hilo de voz.
–Lo lamento tanto... –continuó mirando al exterior. Oigo unos pasos tras de mí y siento sus manos en mis hombros. –Lo lamento... ni siquiera yo lo entiendo.
–Hey... –me gira y limpia mis lágrimas. –Basta, no tienes nada qué lamentar –asegura abrazándome con fuerza. –Está bien...
–No quiero perderte –sollozo en su pecho y el acaricia mi cabello con cuidado –no quiero perder a los muchachos tampoco...
– No le diremos nada a los muchachos ¿De acuerdo? –asentí. –Será un secreto entre nosotros –volví a asentir y me separé de él para verlo, estaba sonriendo apenas. –Así que nada pasa entre tú y Flo ¿eh?
–No... –negué con la cabeza y miré al suelo. –Por más que lo intente, que trate de obligarme no puedo hacerlo.
–Entonces tengo una ventaja... -dice tomando mi mentón y acercándose un paso más a mí mientras mi corazón comenzaba a bombear con fuerza –ella no te gustará nunca.
–No...
–Me alegro porque no te quiero compartir con nadie –apoyó su frente en la mía y sus labios rozaron mi boca entre abierta. Su respiración estaba algo pesada y sus manos se sujetaban con fuerza en la ventana tras de mi espalda. –Ahora sólo eres para mí.
–Tomás –dije tragando saliva.
–¿Qué? –consultó y cerró el espacio entre nosotros. Sus besos eran demandantes, calientes y húmedos. Y por primera y última vez me di el gusto de responder.
Él pareció sorprenderse en un principio cuando acerqué su cara más a la mía, pero luego siguió besándome y presionó su cuerpo contra el mío en busca de más contacto.
No era la primera vez que besaba a alguien, había estado con algunas chicas antes, pero sí era la primera vez que un hombre me besaba y me permitía responderle; era un beso brusco, nada romántico, pero a la vez era cálido y delicado. Sus manos se apretaban con fuerza en mis caderas y su respiración estaba agitada, supongo que igual que la mía.
–Espera... –lo aparte. No por gusto, yo quería seguir besándolo, pero había una incomodidad que crecía en mi entrepierna y no dejaría que él lo notase. –Lo lamento...
–No... hey –levantó mi mentón sin embargo no volvió a acercarse a mí, no tanto como hacía unos momentos. –No fue tu culpa, yo quise besarte Rocco.
–Esto... esto no está bien.
–¿Por qué no? –quiso saber con enojo. –¿No te gusto? ¿Hay alguien más que te guste realmente?
–Escucha... Tomás nosotros somos amigos, a ti te gustan las muchachas, no arruinemos esto.
–Quiero arruinar esto, tú me gustas.
–Basta.
–¿Crees que te beso porque me parece divertido? –consulta de mala gana acercándose a mi rostro una vez más. Rosa sus labios con los míos y se queda allí, a centímetros de mi rostro. –No sé porque ¿De acuerdo? Pero siempre me has gustado, desde el primer día que te vi...
–Basta.
–No. Me cansé de mentirte.
–No. Yo te he mentido –digo de mala gana. –Si yo te hubiera dicho que no era normal desde un principio tú no te habrías hecho mi amigo y punto.
–¿Normal? ¿Qué mierda es eso? ¿Piensas que no sería amigo tuyo porque eres gay? –ahora estaba dolido. –Que poco me conoces. ¿Piensas que esos juegos que hago contigo los hago con Nano o Ignacio también? –corro mis ojos de los suyos. –Tú sabes perfectamente que no es así. Tenía miedo de asustarte con todo esto que siento por ti, porque por Dios, yo estoy asustado. Pero no puedo evitarlo Rocco. No sé, no puedo explicarlo pero me gustas demasiado.
Lo sé Tomás, te entiendo. Quise decirle. Lo sé porque me pasa lo mismo, pero a mí me gustan los chicos y a ti las chicas, no somos iguales.
–Tú no eres como yo.
–¿Ah no? ¿Y entonces como llamas a este sentimiento de querer arrancarte la ropa y hacerte el amor?
Me quedé congelado antes sus palabras y bajé la vista avergonzando. Eso había sido demasiado incluso para mí; sentí sus manos en mi rostro y vi su sonrisa burlona.
–Lo lamento...
–No insistas conmigo, tú y yo nunca estaremos juntos. Tú te enamoraras de una muchacha, se casarán, tendrán hijos y morirán felices. Yo tengo otros planes.
–¿Por qué no puedo hacer todo eso contigo? –consultó abrazándome esta vez.
–Por favor, ni tú te crees eso.
–¿Perdón? Yo he sido el que ha luchado por este amor desde el principio pequeño –dice con dulzura. –Por favor. Dame una oportunidad.
–No...
–Por favor...
–No.
–Por favor...
No sé cuánto pasó, entre sus "por favor" y mis "no" pero fue mucho rato. Luego nos recostamos en su cama y no tardé en dormirme, allí en sus brazos con un "sí" queriendo salir de mi boca y mis labios esperando un beso para sellar el pacto.
–Rocco... –apenas lo pude escuchar en la lejanía, quería responder a su llamado pero apenas pude hacer un ruido. –Sé que soy insistente...
Sonreí en sueños, sí que lo era. Pero quería decirle que no se dé por vencido, que siga insistiendo porque tarde o temprano terminaría cediendo, aunque eso no me llegue a ningún otro lugar que no sea más que sufrir, no debía detenerse. Pero no lo hice, no lo dije. Me acomodé más a su lado y sentí sus brazos apretarme a él posesivamente.
–Y sé que no me aceptarás tan pronto, pero mientras tanto permanece a mi lado.
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1. Permanece a mi lado
Genç KurguLa familia de Rocco Di Girolamo no es un familia común, de hecho es bastante más disfuncional de lo normal. Su padre es alcohólico, su madre es adicta al sexo extramatrimonial, su hermana mayor es una arpía, su hermana menor una molestia y sus herma...