Capitulo 34

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Es día volví temprano a casa porque Piera quería hacer una cena familiar. Por lo que podía suponer las cosas con Leo no estaban nada bien y podía sentir la tensión que había entre ella y Fidel, era evidente que estaban volviendo a lo de antes, lo cual por supuesto nunca fue tan evidente como en ese momento.

¿Por qué no me molestaba? Pues no lo sé con certeza, supongo que ya lo había asumido cuando era apenas un niño o quizás porque sabía que no era nada fácil para ellos tampoco; no era algo que eligieron, solo nació entre ellos y fue algo imposible de detener. Yo sabía de esos sentimientos incontrolables y no iba a juzgarlos por eso, los entendía y aunque a veces pensara que era un poco enfermizo no me metería en su relación.

La semana que siguió fue tranquila dado la cantidad de estudio que se me había juntado. Tomás nos ayudó mucho en ponernos al día y hasta Tiziano asistió a algunas de nuestra reuniones de estudio; fue por eso mismo que nuestros ratos a solas se limitaron bastante y sólo nos quedábamos a solas unos pocos minutos en los que nos recostábamos y charlábamos de nimiedades. Siempre esperaba algún tipo de beso o alguna caricia de más, parecía una niña poniéndome nervioso con anticipación, pero no había indicios de que Tomás fuera a tomar la iniciativa.

El viernes por la noche quería verlo, realmente moría de ganas de que pasáramos un rato juntos pero Fidel me pidió que me quedara con Lucy dado que Dante, el compañero de trabajo de Piera, lo había invitado a salir y él hacía mucho que no se tomaba un tiempo para relajarse. Acepté quedarme en casa con la condición de que al día siguiente me dejara salir durante la noche y él estuvo de acuerdo con ese trato.

–¿Por qué querrías salir mañana? El lunes tenemos dos exámenes Rocco –dijo Tomás cuando le comenté los planes del día siguiente. Quizás no había sido demasiado claro.

–Quiero estar un rato contigo, ni siquiera tenemos que salir a algún lado Tomás –confesé en un susurro. Me encontraba en la cocina pero podía suponer que Lucy desde la sala estaba tratando de oír mi charla.

–Oh... no te había entendido.

–Entonces ¿Qué dices? –consulto cortando su risa nerviosa. Él guarda silencio unos segundos, algo que me molesta bastante porque no había nada que pensar ¿Acaso no quería verme? –Si no quieres está bien, sólo debes decirlo.

–Rocco –suspiró –no se trata de no querer.

–¿Entonces?

–Te propongo algo. ¿Quieres que vaya a estudiar hoy a tu casa y mañana hacemos algo en casa luego de estudiar?

–Sinceramente no puedo entender cómo fue que un cerebrito como tú pudo llegar a enamorarme –protesto largando un bufido que le resulta divertido porque oigo sus risas detrás del teléfono. –De acuerdo...

–Paso a comprar algo para que cenemos y voy para tu casa.

Corté la llamada y fui a mirar la televisión con Lucy que pareció fascinada con la idea de que Tomás nos acompañaría en la cena y luego se quedaría a estudiar conmigo. Ni siquiera le presté atención a la cantidad de estupideces que me contó acerca de lo que ella y sus amigas hablaban de Tomás, o de mi, pero sobre todo de él; yo sabía que ellas eran apenas unas chiquillas pero desde hacía mucho tiempo que me ponía de mal humor la admiración que sentían por Tomás ¿Por qué no podían ser un poco menos obvias?

Cenamos y nos sentamos en la mesa con el maldito texto de historia que ya había leído unas dos veces y no podía entender. Lucy permaneció mirando televisión con el volumen bajo hasta que observé que estaba dormida y la llevé a la cama mientras Tomás iba preparar café para despertarnos un poco.

Cuando llegué a la cocina él estaba fumando un cigarrillo y me acerqué para pedirle una calada; estábamos bastante cerca pero él parecía algo incómodo por lo que me retiré y lo inspeccioné con la mirada.

–¿Quieres decirme qué demonios te sucede conmigo?

–Nada...

–Pues no lo parece –digo con enojo y él suspira acercándose hasta quedar frente a mí para poder tomar mi cara entre sus manos.

–Estoy nervioso ¿De acuerdo?

–¿Por qué?

–Bueno... es un poco estúpido, pero ahora que somos algo así como novios estoy pensando todo el tiempo cómo debería actuar, qué debería hacer, qué debería decir –dice provocándome una sonrisa burlona que lo único que consigue es sonrojarlo más de lo que ya estaba. –No es gracioso.

–Es gracioso Tomás –aseguro reteniendo la risa, él parecía distante y en realidad lo que le molestaba era una estupidez. –Deberías actuar como siempre.

–Eso no es cierto, nosotros ya no somos amigos.

–No creo que en algún momento hayamos tenido esa clase de relación de todas maneras –él parece no quedar conforme con aquello y trago saliva, no quería decir aquello pero me estaba obligando a hacerlo. –Quizás deberías actuar como lo hacías con tus otras novias, después de todo tuviste varias... ya no eres un novato.

Fue su momento de reír ahora y lo obligué a soltar mi cara para alejarme de él.

–¿Debería cortejarte y esas cosas?

–A veces eres un idiota Tomás, sinceramente.

–No te quiero asustar con todo el rollo romántico Rocco –dice ahora con seriedad. –Sé cómo actuar con mujeres como con las que salí antes de conocerte pero tú no eres como ellas, por eso es que tú me enamoraste y ellas sólo fueron unas más del montón. ¿Lo entiendes ahora? –me encogí de hombros negándome a mirarle y volví a quitarle el cigarrillo para terminarlo.

–Sólo tienes que ser tú Tomás, me gustas así como eres –digo tímidamente. –No tienes que aparentar ser romántico, o cursi o frío como si no te importara que somos algo más de lo que solíamos ser. Sólo... sólo quiero que te sientas cómodo a mi lado porque no te veo así y no me gusta.

–No estoy incómodo, estoy nervioso –repite dando un paso más hacía mí. –Porque no quiero asustarte con todo lo que siento, porque cada vez que nos quedamos solos lo único que quiero es ir contra tus labios y besarte hasta que nuestros cuerpos nos obliguen a separarnos por falta de aire, porque yo mismo estoy asustado con todo esto.

–Lo sé –tragué saliva y moví mis ojos de su rostro que cada vez se encontraba más cerca. –Porque yo quiero lo mismo.

–¿Lo quieres? –consulta incrédulo y me limito a asentir. –¿De verdad?

Volví a verlo pero no respondí, a veces no hay palabras para explicar las cosas y es mejor pasar a los hechos. Fui a sus labios comenzando con un beso tranquilo, tímido, en donde sus labios y los míos apenas se rozaban para luego acercarme más a él y probar el sabor a cigarrillo en su boca.

Tomás se recostó en la mesada y me tiró hacia él para poder sujetarme con fuerza y profundizar el beso hasta que nos separamos en busca de un poco de aire. Ambos sonreímos y volvimos a besarnos hasta que la pava comenzó a sonar; sinceramente el café me importabamuy poco en ese momento, quién lo necesitaba cuando el único que me mantenía despierto estaba besándome con la intensidad que Tomás lo hacía, pero el ruido era demasiado molesto y debimos separarnos.

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora