Capitulo 30

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Llegamos a casa de Roxanne alrededor de las nueve y me senté en la cocina con mis hermanas mientras iban de un lado para otro cocinando la cena. No había hablado con los muchachos, ni siquiera había prendido mi celular y no quería saber si Tomás sabía lo que había ocurrido o no, no quería que el se enterara de la influencia que había tenido su ausencia en mí.

Realmente quería encontrar a alguien que me hiciera olvidar a Tomás, él no era y no iba a ser posible por más que tratara de forzar las cosas. Y dolía, eso era doloroso. Quería darle una oportunidad, pero tenía tanto miedo a fracasar con él, tenía miedo a los celos que me invadían cada vez que alguien se le acercaba; si antes ya pensaba que lo que sentía no era normal, ahora estaba aterrado por todos estos nuevos sentimientos.

Nos sentamos en la mesa y podía oír a Lucy parlotear desperadamente de una estúpida historia de amor entre sus amigas, una historia que no se comparaba a la mía porque era un idiotez que se solucionaría si sólo hablaran, si se juntaran y aclararan quién quería estar con quién y quién había engañado a quién. No había una chica enamorada de una amiga, ni un amigo enamorado de otro chico, no nada de eso. Era algo estúpido que hicieran drama de todo eso que era más fácil de resolver que la suma de dos más dos.

Quería decirle eso a Lucy, que no se dejen llevar por rumores, que lo hablen. Que eran jóvenes para enamorase 20 veces más pero que no comiencen a sufrir tan tempranamente por un amor absolutamente posible, quise hacerlo pero eso no fue lo que salió de mi boca.

–Soy gay.

Oh... eso se había sentido tan liberador.

Pero cuando mi confesión se tragó las palabras de Lucy y las opiniones que los demás estaban dando, todo se volvió pesado y doloroso. ¿No podían siquiera decir algo? No sé, cualquier cosa, ni siquiera pedía que fuera algo bueno, sólo quería que alguien rompa el silencio mortífero que se había instalado en el lugar.

–¿Qué es gay? –habló la única que parecía tener voz, mi sobrina de 4 años.

Gracias pequeña necesitaba que alguien dijera algo.

Sentí unas lágrimas descender por mis mejillas y no pude hacer más que mirar el plato aún intacto delante de mí.

–¡Lo sabía! –fue lo segundo que oí y vi a Lucy comenzar a reírse con fuerza. Corrió la silla y se paró mientras hacía un festejo algo estúpido si dejar de reírse a carcajadas. –¡Maldita sea yo lo sabía!

–Lo lamento... –solté y noté mis voz quebrada. –Realmente lo lamento, yo no quería... no quería pero... lo lamento tanto... perdónenme...

No podía decir nada más que eso. ¿Cómo podía explicarles que a pesar de haberlo intentado mil veces no podía evitarlo? ¿Qué podía decir para lograr que ellos se pongan en mi lugar y me entiendan? No tenía más que disculpas para ellos, porque si mi familia ya era disfuncional yo venía a llenar el cartón con semejante noticia.

–¡Lucila! –gritó Fidel provocándome un susto pero consiguiendo que Lucy cierre la boca y deje de reírse como una desquiciada.

–Cariño... –oigo que habla Roxanne pero no puedo ni siquiera mirarla, tengo tanta vergüenza, tan culpa, tanto dolor encima que aún no sé cómo es que estoy respirando –cariño mírame.

–Lo lamento tanto Roxanne... –digo y siento sus brazos apretarme a ella con fuerza mientras sus manos amables acarician mi espalda.

–No tienes nada por lo cual disculparte Rocco. Shh...

Me aferré a ella a pesar de que creía que ella sería la última en ser comprensiva conmigo; me aferré porque necesitaba sentir ese abrazo, ese apoyo por parte aunque sea de uno de mis hermanos. Piera y Fidel no habían omitido sonido, de hecho no sé si estaban allí, y Lucy se lo había tomado en forma de burla, ella sería mi perdición en la secundaria.

–Lo lamento –oigo decir a la más pequeña de mis hermanas y me obliga a separarme de Roxanne. Me mira fijamente sujetando mi rostro y sonríe con amabilidad –no... no me reía de ti Rocco, lo lamento, es que... –besó mi frente y se colgó de mi cuello –lo sabía... siempre lo supe pero no quise decir nada.

Sí, supongo que ella era más inteligente de lo que siempre había creído. Sólo rogaba que sus amigas fueran un poco estúpidas porque seguramente no tardarían nada en esparcir el rumor e involucrar a Tomás en él también.

–No debes llorar porque todo va a salir bien –continúa Lucy revolviendo mi cabello –podremos jugar a las muñecas y maquillarnos cuando tú quieras, nadie sabrá nada.

–Gracias –acepto largando una carcajada. Quizás debería explicarle que ser gay no significaba que quería hacer las cosas que hacían las niñas, aunque claro, eso lo haría más adelante, cuando pudiera hablar con normalidad.

Sentí el abrazo de Piera por encima de las otras dos mujeres y por un momento me preocupé de no ver a Fidel en la sala, pero no tardó en llegar con un vaso de agua que recibí y bebí de una vez. Quise decirle que prefería un whisky, pero no quería empeorar todo.

–Sinceramente no me esperaba semejante noticia –confiesa Piera con amabilidad. –No podemos elegir a quién amar ¿A qué no?

–Dímelo tú –digo con voz ronca y creo haber metido la pata, ella no tiene idea que sé lo suyo con Fidel, por lo que aclaro mi garganta y continúo. –Yo... yo no sé cómo manejar esto, nadie lo sabe y no sé qué hacer.

–En principio dejar de disculparte, no has hecho nada malo. En segundo lugar buscarte un lindo novio –aconseja Piera sentándose nuevamente en su sitio y guiñándome un ojo.

–Pire –advierto con timidez.

–Es bueno que nos hayas contado –habla Fidel y capta toda mi atención. Su opinión era la que más estaba esperando. –Yo no sabía qué demonios pasaba contigo aunque supongo que sobrellevarlo sólo todo este tiempo no ha sido fácil.

–No, no lo fue.

–Que puedas confiarnos algo tan importante es lindo Rocco, de verdad –asegura Roxanne limpiándose sus lágrimas y sentándose nuevamente. –No me lo esperaba, de verdad, pero creo que puedas decirlo por lo menos a tu familia ha sido lo mejor, gracias.

–Te prometo que no diré nada, aunque te digo que mis amigas ya sospechan –confiesa Lucy y siento mi corazón comenzar a latir rápidamente, eso no era nada bueno.

–¿Por qué?

–Bueno, tú nunca te has puesto de novio ni nada de eso, sin contar que no te han visto con ninguna muchacha... pero no te preocupes que no diré nada –toma mi mano y la aprieta con delicadeza. –Por más que sospeché nunca les dije y siempre les mentía de que tú llevabas muchachas a casa.

–No sé si está bien que mientas Lucy –habla Jorge, mi cuñado, recordándome su presencia y la de la pequeña Olivia.

–Creo que es lo mejor por el momento –digo de inmediato. –No es... no es fácil sobre llevarlo y aceptarlo me está costando un poco más.

–A veces es mejor no ocultar cosas Rocco, tarde o temprano se terminan sabiendo.

–Estoy en secundaria Jorge, lo mejor será espera a que esto termine para poder hablarlo libremente –insisto y él asiente. -Por el momento sólo necesito que ustedes lo sepan y lo mantengan es secreto.

–¿Alguno de tus amigos sabe? –consulta Fidel y miento, no le diría que Tomás lo sabía, y que tenía un nuevo amigo homosexual que también se había enterado, no por lo menos por ahora. –Oh...

–Les diré, eventualmente, pero no ahora.

–Entonces dime... ¿Quién demonios es Flo?

Largo una carcajada y niego con la cabeza. Les cuento toda la situación con Flo, cómo las cosas se habían confundido por parte de ella y cómo ella no se había ocupado de desmentir los rumores.

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora