Capitulo 33

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Al día siguiente cuando desperté casi corrí a la cocina porque podía oír las voces de Tomás y Fidel, no necesitaba a mi hermano dándole "la charla" a Tómas. Pero cuando llegué allí Fidel me miró burlonamente y me dijo que efectivamente habían hablado de eso; fue la primera vez que de verdad desee que se abra la tierra y me trague.

Me senté y acepté el café que me tendieron, respiré profundamente algunas veces y les pedí disculpas a los dos por todo lo que había pasado los últimos días. Ambos lucían sorprendido, seguramente lo estaban porque unas de las cosas que más me costaba era reconocer que había hecho las cosas mal. Luego de eso Tomás me invitó a estudiar a su casa porque se venía la última semana antes de las vacaciones y teníamos algunos exámenes importantes si no me equivocaba.

Luego de la aprobación de Fidel partimos a su casa y para cuando llegamos sus padres recién estaban en pie. Nos miraron extrañados pero no dijeron nada, hacía mucho que yo no iba a ese lugar, supongo que estaba bien que se sorprendieran. Subimos al segundo piso y sin más vueltas nos pusimos a estudiar.

Al medio día almorzamos una pizza en su habitación y nos tomamos un pequeño recreo de media hora en el cual nos recostamos en la cama y miramos el techo hablando de la semana que habíamos estado separados. Me confesó que estaba celoso de que siempre que me enojaba con él acudía rápidamente a Tiziano, aunque me recordó que no me prohibiría juntarme con él... por ahora.

Le conté detalladamente cómo había sido esa semana y el pleito con los amigos de Josh. Él no parecía nada contento con ello aunque le aclaré que no habíamos querido inmiscuirnos en él pero agradeció el golpe que me dieron porque quizás fue gracias a él que mis ideas parecían un poco más acomodadas.

–No es gracioso... podría haber muerto –digo de mala gana y él me acerca de un tirón a su pecho para abrazarme. Podía oír su corazón latir tranquilamente en su pecho, nada comparado con el mío que ante tal cercanía comenzaba a latir con una fuerza incontrolable.

–Pero estás aquí, estás conmigo –me recuerda besando mi cabello, sonrío moviendo mi cabeza para llevar mis labios a los suyos cuando unos golpes en la puerta nos asustan y él sale rápidamente de mi lado para ir a su escritorio. –Pase.

Por la puerta se asoma la hermana de él que nos mira primero a uno luego al otro.

–¿Qué?

–Nada –respondió a su hermano que la miraba con fastidio. –Papá dijo que había vuelto el muchacho al que no le gusto y pensé que estaba segura de quién se trataba –larga una risa estúpida y me mira con sus ojos entrecerrados. –Porque es más que evidente que el que te conquistó fue mi hermanito ¿No?

–¡Dana! –advirtió Tomás sonrojándose exageradamente y ella río aún más fuerte.

–Tomás podría conquistarme mil veces antes de que tú lo hicieras porque él tiene algo que tú no tienes, inteligencia y educación –digo tranquilamente y ella endurece su mirada. –No me gustas no porque no seas linda, eres hermosa, pero tienes una actitud horrible, unas amistades asquerosas y hasta eres bastante tonta. No eres mi tipo.

–¡Y tú eres un idiota!

–Dana ¿Acaso tienes 15 años? –consulto y ella casi hace berrinches con los pies como lo solía hacer Lucy, con la diferencia de que Lucy tiene 12 y esta chica es incluso mayor que Tomás.

–Le diré todo a papá.

–¿Todo qué? –pregunta Tomás con voz amenazadora, pero sé, estoy seguro que pude notar el miedo en ella.

–Que tú y él tienen "este" tipo de relación asquerosa.

–No –vuelvo a hablar fulminándola con la mirada. –Tus amistades son asquerosas porque no estarían contigo si no tuvieras todo el dinero que tienes o no estarían si tuvieras que hablar de cosas serias y no de zapatos y carteras.

–¡Nosotras no somos así!

–La relación que Tomás y yo no tiene nada de asquerosa, estoy seguro que es todo lo que tú desearías tener y es por eso que te estás comportando como un niña malcriada.

–¡Tú...!

–Basta Dana –cortó una voz gruesa y apreté mis manos porque ahora sí estaba asustado. El padre de mi amigo ingresó un paso y nos miró a ambos de arriba abajo. –Lamento la actitud de Dana, los dejaremos estudiar.

Tomó el brazo de la chica y cerró la puerta tras de él. El silencio se extendió por la habitación varios minutos hasta que Tomás correspondió mi mirada.

–¿Estás bien? –consulté y él bajó la vista.

–No me importa que lo sepan, tú lo sabes –comienza pero en apenas un susurro –es sólo que papá...

–No debes explicarlo Tomás, sé mejor que tú lo que se siente –digo tomando mi cuaderno para seguir estudiando. –Está bien sentirse mal algunas veces.

–No me siento mal por estar enamorado de ti Rocco –asegura con enojo –siento vergüenza de mi padre por ser como es y por la reacción que tendría de enterarse que tú y yo estamos juntos.

–No debes preocuparte por eso.

–Pero lo hago, porque algún día lo sabrá y no quiero que salgas lastimado en todo esto.

–Tomás, recién estamos empezando quizás esto ni siquiera salga como esperamos –lo tranquilizo pero él se ve incluso más enojado.

–No sé qué esperas tú Rocco, pero yo te quiero conmigo para toda mi vida –asegura bruscamente dándome la espalda en indicándome por dónde debíamos seguir leyendo.

Tragué saliva y no dije nada. Creo que a veces debo cerrar la boca antes de hablar descuidadamente. No es que yo no confiara en que esto iba a funcionar, no era eso, supongo que mi sarcasmo y la liviandad con que trataba de sobrellevar lo nuestro era una forma defensiva para no terminar demasiado destruido si esto no se daba como me gustaría que se diera.

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora