Capitulo 31

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Cuando llegamos a casa Lucy ya se había dormido en el auto por lo que Fidel la fue a recostar mientras yo me quedaba preparando café, sabía que esa charla no había terminado y tendríamos para un rato más allí.

–No te voy a juzgar –dice ingresando en la cocina y sentándose cómodamente.

–No deberías porque hacerlo, yo no lo hice cuando supe lo que pasó entre Piera y tú.

–¿Por qué no me lo dijiste antes?

–¿Parece como si fuera algo fácil de decir Fidel? –consulto de mala gana, respiro un par de veces y me calmo. –Lo lamento... estoy, estoy un poco enojado con todo el mundo, no es contigo en particular. Lo pensé –tragué saliva –lo pensé por mucho tiempo, contártelo, más aún cuando supe lo que había pasado con Piera. Supuse que podías entenderme pero luego... luego simplemente tuve miedo; tengo miedo, todo el tiempo, de que se den cuenta y me rechacen porque piensen que los miro de "alguna manera" ¿Sabes?

–Creo que si son tus verdaderos amigos, o personas que te quieren no van a pensar eso Rocco –asegura y prendo un cigarrillo, esa charla me estaba poniendo de los nervios y recién estaba empezando. –Debe ser difícil, no puedo imaginar cuánto, pero debe serlo... y me gustaría pedirte que no tengas miedo, pero sé que es más complicado que temerle a los insultos, las miradas o los rechazos.

–Lo es.

–Pero necesitas saber que si puedo ayudarte, en cualquier cosa, sólo debes decírmelo –continúa y asiento agradecido. –No estoy muy de acuerdo en eso de mentir... tú sabes, pero supongo que por el momento está bien, los muchachos en la secundaria suelen ser muy crueles. Aunque me parece que tus amigos deberían saber; no me agradan, tú lo sabes, pero no creo que sean malos muchachos y te juzguen por eso.

–Lo sé... –suspiro y aprieto mis manos con fuerzas, debía decirlo, todo de una vez. –Hay algo más...

–¿Qué? –consulta interesado y me corro de su mirada huyendo a la ventana.

–Es sólo que... no es como si lo hubiera planeado, nada de eso. Sólo pasó, yo no sé... no sé porque pero pasó y no puedo evitarlo, no puedo negarlo y me gusta.

–¿De qué hablas Rocco? No te entiendo –pregunta pero apenas puedo hablar cuando respondo.

–Hay un chico... –confieso sin poder mirarlo.

–¿Te gusta? ¿Son novios?

–¡Por supuesto que no! –grito sin darme cuenta; eso había sido incluso tan difícil como decirle que era gay. Respiro algunas veces y lo miro. –Él me gusta, tú sabes, pero... pero él no es gay.

–Oh...

–Pero le gusto.

–Espera ¿Qué? –consulta confundido. Lo sé, lo entendiendo porque yo también me sentía así.

–Sí, él no es gay. Lo sé, pero él dice que le gusto y que le gusto mucho... pero él no es gay.

–Ya entendí que no es gay –me tranquiliza resistiendo una sonrisa. –Si le gustas ¿importa que sea o no sea homosexual?

–Claro que importa –¿Por qué preguntaba esas idioteces? Suspiro y continúo. –Nunca podré compararme con una mujer Fidel, si a él le gustan las muchachas yo no puedo hacer nada.

–Rocco, no quiero asustarte, pero a él no le gustan las muchachas, le gustas tú –dice tranquilamente y lo miro unos segundos antes de sentir mi cara arder porque él tenía razón.

–No creo que...

–Tomás se ha preocupado mucho por ti estos días, deberías llamarlo –me interrumpe dejándome con la boca abierta y probablemente pálido. –No lo sospeché nunca de ti, pero es obvio que ese muchacho te tiene un aprecio especial.

–Él no... –trato de negarlo pero mi voz se niega a salir.

–¿Cuánto te gusta a ti es la verdadera pregunta? –no respondo. –Bastante.

–Pero él no... él no es gay.

–Dime Rocco –pide seriamente. –Ese día, cuando Lucy le dijo lo que habías dicho, que tú y él eran diferentes ¿Qué sucedió después?

Me quedé en silencio por mucho rato reflexionando si haría bien o no en contarle cómo había sido todo con Tomás. Prendí otro cigarrillo y comencé a hablar; le conté cómo él me había besado primero a pesar de que yo era el que estaba enamorado. Le dije que Tomás sabía de mi sexualidad y que eso lo había puesto aún más feliz, le dije todo, todo lo que pude contarle omitiendo grandes detalles a mi parecer innecesarios y simplemente esperé su opinión. Él sonrió tranquilamente.

–Él realmente te quiere Rocco.

–Lo sé. Pero...

–Tienes miedo, lo entiendo, por dios que te entiendo –aseguró.

–Ese día –continúo. –Él día que llegamos a dormir aquí nos volvimos a besar y estaba todo bien pero me di cuenta que estaba mal; el estar con él y no poder controlar lo que siento cuando está alrededor está mal. Se lo dije, le dije que no era una relación normal y él se enfadó bastante –digo bajando la vista. –Me dijo que entonces me evite problemas y me busque una mujer que me haga hombre.

–Pero luego estaban bien de nuevo... ¿Qué pasó ahora?

–Lo de siempre. Apareció una chica, ya te dije que no puedo competir con una mujer; él me dijo que no tenía porque ponerme celoso y salió el tema de nuestra extraña "no-relación" y entonces le dije que se olvide de mí porque buscaría a alguien más, alguien a quien le gusten más los hombres que las mujeres –suspiro y tomo mi café ya frío. –Estos días no he querido verlo y lo he estado evitando.

–¿Te sientes mejor?

–No.

–¿Y él?

–No lo sé.

–Pues no lo hace –dice con convicción. –Estos días en la escuela ha estado realmente distraído, no había día que no pregunte por ti y ayer cuando supo de tu altercado se lo veía realmente mal.

–¿Él qué?

–Se lo veía mal Rocco, parecía que iba a morir –repite pero insisto en que oí mal.

–¿Por qué sabe eso?

–Oh... él me pidió que le informara si sabía algo de ti. Fue a verte pero no lo dejaron pasar...

–¿Por qué le dijiste? –quiero saber con enojo, él quizás piensa que estoy muriendo o algo, Fidel era de hacer algunas cosas sin medir las consecuencias. Busco el teléfono y lo prendo. –Dios... debe estar...

–¿Preocupado?

–Sí, él es algo... exagerado.

Respondo uno de sus tantos mensajes y él me devuelve el mensaje de inmediato. Vuelvo a responder varias veces a sus preguntas y él termina por decirme algo realmente doloroso, pestañeó rápido para borrar las lágrimas que quieren salir.

–Él dice que no me molestará más, que me evitará en la escuela y hará como que no me conoce.

–¿Por qué?

–Dice que hará eso si yo prometo cuidarme, si continúo yendo a la escuela y evito meterme en pleitos de nuevo...

–Rocco –se pone de pie y mira la hora–Dile que venga y háblenlo personalmente... sólo... piensa en lo que sientes por él y acepta lo que él siente por ti ¿Está bien?

–De acuerdo –asiento escribiendo el mensaje.

–Y usen protección.

–¡Fidel! –digo antes de que desaparezca. Espero la respuesta de Tomás y me encuentro con un cortante. "Voy".

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora