Capitulo 15

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Nano se unió a mí a la salida del colegio ese día y no paraba de preguntarme qué había sido todo eso, mi mano sobre la Rocco, mi mano en su rostro. Él pregunto:

–¿Acaso eres gay? –lo miré unos segundos antes de ver a Rocco avanzar a nosotros.

–No lo sé.

–¿Estás hablando en serio?

–Vete Nano, Rocco viene y prometí ir a casa con él.

–¿Tomás? –consultó girándome para verlo. Corrí mis ojos de los de él porque no quería mentirle pero no podía responder su pregunta. –Oh... de acuerdo, luego hablaremos bien.

–Gracias amigo –digo apretando su mano y viéndolo marchar.

Espero hasta que Rocco esté a una distancia prudente y me acerco a él para comenzar a caminar a su lado, en un principio no hablando de nada y luego hablando de todo porque él no era de decir mucho, aunque claro que no me había hecho callar tampoco lo cual era absolutamente maravilloso.

Comenzamos a caminar juntos luego de la escuela todos los días. Algunos días íbamos a casa a estudiar, él parecía haberse resignado a negarme su amistad, aunque claro que no era una amistad común, sino una muy particular y yo lo sabía mejor que nadie.

Me gustaba mirarlo cuando estaba concentrado en alguna actividad, él fruncía sus cejas y mordía el lápiz con fuerza, no se daba una idea en lo atractivo que se veía. No sólo lo decía yo, las muchachas en el curso estaban muy pendientes de él aunque Rocco no se diera cuenta y eso me generaba un malestar inexplicable; nunca me había gustado otro chico, no sabía sí era eso o yo sólo estaba confundido, después de todo estaba en la etapa adolescente y esas cosas suelen ocurrir.

Pero me asustaba. Estaba aterrado por todo lo que sentía hacía Rocco, no sólo con respecto a las muchachas que cuchicheaban abiertamente de lo "guapo y misterioso" que era, sino de mis propios amigos; me gustaba estar con Rocco pero cuando alguno de ellos también estaba en el lugar me ponía irritable, ni hablar de si ellos se juntaban sin mí. Lo quería para mí, egoístamente quería que no mire a nadie más y no le hable a nadie más, que sólo dependa de mí y nadie más. Y eso era aterrador.

–Hey... –dije tomando su muñeca para sacarle la lapicera de su boca. Los susurros de las muchachas me estaban simplemente enloqueciendo. –Deja eso.

–¿Por qué? –quiere saber soltándose de mí. Pero no le respondo ¿Qué podía decirle? ¿Estás enloqueciéndolas y te querrán conquistar?. No, no podía decirle eso porque seguramente era eso lo que él quería.

No dijo nada más pero dejó de hacerlo durante la última hora. Luego fuimos a mi casa y nos sentamos en la mesa del living para terminar la actividad; él volvió a hacerlo pero lo dejé, porque nadie más que yo lo estaba mirando, porque él sólo estaba conquistándome a mí.

–¿Por qué me miras? –consultó sin levantar sus ojos pero pude ver cómo se colorearon sus mejillas.

–Oh... lo lamento, no quería incomodarte.

–No me respondiste –insiste y lo veo mirarme fijamente, llevo mi mano a su flequillo sorprendiéndolo y lo miro a los ojos. –¿Qué haces?

–Nada –digo y trago saliva, mi boca estaba seca y sentía mis manos temblar levemente. Aún sostenía mi mano en el aire frente a su rostro porque quería volver a sentir su piel en la yema de mis dedos, pero no podía presionar más, no quería asustarlo. –Lo lamento.

–¿Por qué?

–Nada... no importa.

Le agradecí que no insistiera y esa misma tarde se los conté a los muchachos. Nano no se mostró muy sorprendido, supongo que dadas mis actitudes él ya lo había notado; pero Ignacio fue más cortante. Sentí como si fuera un "te apoyo pero no te ayudaré en nada", supongo que estaba bien, era algo extraño después de todo.

Nano me aseguró que ninguno de los dos tenían otras intenciones que no fueran de amistad para con Rocco, al principio no entendí tal aclaración, pero luego me pidió que me relajara un poco cuando él hiciera tal o cual cosa con ellos y me di cuenta que mi humor de perros no había pasado desapercibido. Sí, era un poco celoso y no estaba orgulloso de ello.

–¿Así que... eres gay? –consultó Nano mientras compartíamos una cerveza en la vereda de su casa.

–Supongo...

–¿No se te hace raro?

–Por supuesto que sí... es decir, es la primera vez que siento esto por alguien y resulta ser un chico.

–Y tu amigo.

–Nunca tuve intenciones que seamos amigos de todos modos, cuando me acerqué a él ya sabía que era distinto –aseguro haciendo un salud con mi cerveza, Nano sólo rió y bajó la cabeza abatido.

–No lo asustes.

–Trato de no hacerlo pero es difícil con él siendo lindo todo el tiempo.

–¿Estás bromeando? –se carcajea Nano con ganas. –Él es todo menos lindo, hasta parece un muchacho bastante malo, si vas a besarlo mejor que cuides tu integridad física

–Lo sé –reí también. Ya podía ver su reacción. –Pero no se asusta tanto cuando yo me acerco a él con otras intenciones ¿Sabes? No aparta mi mano cuando lo toco y esas cosas.

–Omite los detalles –pide tapando sus oídos y río. Sí, supongo que si la situación fuera al revés yo estaría tan horrorizado como él.

–Me gusta. Me gusta mucho.

–Se te nota hermano, nunca te había visto así por ninguna de las muchachas con las que has estado.

–Lo sé... –suspiro escondiendo mi cara en mis rodillas. –Pero no sé que hacer con todo lo que siento.

–Déjalo salir.

–No te das una idea de lo que dices. Si lo dejo salir todo terminaría por arruinar la amistad que tenemos.

–Pensé que no querías ser amigo –me guiñó un ojo y se puso de pie porque ya era tarde y él debía ir a su trabajo. –Sólo termina con Brenda antes de que la ilusiones demasiado, ella es una pesada pero no deberías tratar de tapar algo que no podrás aguantar mucho más.

–Lo sé –asentí tomando su mano y regresando a casa.

De camino pasé frente a la casa de mi amigo y oí gritos. Siempre se oían gritos a pesar de que nunca había estado dentro; él no hablaba mucho de su vida pero hasta donde yo sabía su padre era alcohólico y su mamá no vivía con ellos. Piera y Fidel era quien se hacían cargo de ellos pero ella se había ido hacía unos años, por lo menos eso había dicho Rocco; y para sumar a eso había una niña de séptimo grado, Lucy creo que era su nombre, que era demasiado pequeña para vivir esa pesadilla.

–¿Problemas en casa? –consultó apareciendo frente a mí. No se refería a mi casa claramente, los gritos que salían de allí eran aterradores.

No le respondí y me acerqué un paso a él para quitar su flequillo de su rostro descubriendo una mirada triste; su mentón estaba temblando y estoy seguro que no era por el frío.

–¿Me invitas a quedarme contigo?

–Claro –sonreí amablemente indicándole que me siguiera. Fue a partir de ese día que cada vez que algo pasaba en casa iba a la mía y se quedaba los días que fueran necesarios.

Fue por eso que ese día luego de ver lo que su padre le había hecho decidí ignorar mi amor para preservar su seguridad; por eso prometí dejar de molestarlo con todo lo que me abrumaba, resignar mis ganas de besarlo, de tocarlo, de acariciarlo para poder permanecer a su lado.

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora