Capitulo 22

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Dos semanas después Piera llega a casa a pedir perdón por todo lo que había hecho. La escucho distante, no creo nada de lo que dice porque ella no es la hermana que yo solía admirar; ella ha cambiado mucho y duele oírla mentir de esa manera, más aún duele que sea ella misma quién trate de convencerse que todo es una linda verdad.

Sin embargo con Lucy aceptamos verla el fin de semana siguiente. Claro que las cosas siempre se complican un poco y termino llegando al parque donde habíamos quedado con Piera, con el cansancio de dos días de fiesta seguidas y me recuesto en el césped recordando la noche anterior.

Había salido el viernes, era el cumpleaños de uno de los amigos de Tiziano y obviamente estábamos invitados; aún no había terminado el mes así que no podía salir, pero de todas maneras lo hice. Allí me encontré con Nano, Ignacio y Tomás. Hacía mucho que no estaba en una fiesta con él, la última había sido donde tomó mi mano para que deje de tomar alcohol y entrelazó sus dedos con los míos.

Pero esta vez fue distinto: él ni siquiera estaba atento a mis movimientos y eso me deprimió aún más por lo que continué bebiendo mientras mis ojos estaban fijos en sus manos en la cintura de esa rubia. No sé quién era aunque creía haberla visto en algún lugar antes: alta, esbelta y de resplandecientes ojos celestes.

–¿Estás bien? –consultó Nano a mi lado. Lo mire apenas pudiendo enfocar mi mirada en él y asentí. –No lo pareces.

–No me jodas.

–Estás irritable Rocco ¿Qué va mal? –miro nuevamente a Tomás y ahora está tan cerca de ella que estoy seguro que no pasarán ni dos minutos antes de que se besen, ni otros diez para que estén revolcándose en una cama.

–¿Es linda no?

–Hace mucho que él no está con nadie –me encojo de hombros y tomo otra cerveza. –Ella está bien.

–¿No crees que es linda?

–Es linda –respondo de mala gana.

–Deberíamos buscar las nuestras también –dice Nano recorriendo el lugar con la mirada, lo acompaño pero sinceramente nadie de mi interés. –¿Qué tal esas?

–No, estoy demasiado borracho.

–Vamos... –tiró de mí pero me solté bruscamente y lo mire en forma de advertencia. –Vamos Rocco, estando aquí sólo estás incomodando a Tomás y no es justo.

–¿A qué te refieres? –consulto sorprendido y él se encoje de hombros negándose a continuar. –De acuerdo, me iré afuera entonces.

–Oh, no seas estúpido.

–Sólo necesito fumar –digo antes de mezclarme con la multitud y salir al exterior. Hacía frío y podía ver el vapor caliente salir de mi cuerpo. Me acerqué a unos muchachos que estaban fumando marihuana y me senté a su lado sin pedir permiso; ellos me sonrieron y pronto tuve un cigarro en mis manos.

Luego de eso todo fue un poco confuso, estaba algo ido, como siempre me sucedía y terminé en la casa de alguno de ellos. Cuando desperté eran casi las 6 de la tarde aunque claro, nuestra fiesta había durando hasta pasado el medio día.

En mi celular tenía llamadas perdidas y algunos mensajes. Los ignoré y fui por comida, digo, no era mi casa pero había mucha gente allí y todos se sentían cómodos, no podía ser menos.

–Buenos días –me saluda una muchacha que se encuentra en ropa interior, la inspecciono y le sonrío a medias. Ella sería hermosa si a mi me gustaran las chicas, pero no era lo mío.

–Hola.

–¿Quieres? –señaló un sándwich y asentí sentándome frente a ella. Me preparó uno y lo acompañó con la cerveza. –¿Cómo estuvo tu noche?

–Tú dímelo, no recuerdo nada.

–Oh... bueno, yo tampoco –sonrió. –¿Cómo es tu nombre?

–Rocco. ¿Y tú?

–Bárbara –dice abriendo una cerveza para ella. –¿Cómo llegaste aquí?

–Unos muchachos me invitaron, ni siquiera los conocía. Supongo que ellos a mí tampoco. ¿Tú?

–Oh... estaba con unos amigos, nos encontramos con tu grupo y vinimos aquí –responde tranquilamente. –Estoy así porque alguien vomito en mi ropa.

–Espero no haber sido yo.

–Oh, no... una chica con la que estaba por tener sexo –dice guiñándome un ojo. –No es broma.

–Nunca creí que lo fuera –aseguro amablemente. –¿Dónde está tu chica ahora?

–En la ducha. ¿La tuya?

–Oh... ¿Tenía una? –consulto preocupado, realmente no recordaba nada. Ella se encoje de hombros y observa mi teléfono sonar en la mesa; la llamada entrante es de Nano. –Discúlpame.

–¿Dónde mierda estás?

–Buenos días para ti también.

–¿¡Días?! Casi es de noche otra vez Rocco ¿Dónde estás?

–En casa de un amigo –respondo parándome para ver por la ventana, no admitiría que estaba perdido. No tardé en ubicarme, sólo a unas cuadras de de la casa donde había sido la fiesta.

–¿Qué amigo Rocco? Estoy con Tomás, e Ignacio está con Tiziano.

–Bueno ¿Acaso eres mi maldito padre?

–¿Si fuera tu padre crees que estaría llamando?

–Vete a la mierda –dije y corté.

A mi no me gusta hablar de mi vida pero por alguna extraña razón ellos sabían todo de mí a pesar de responder siempre con un sí o no a sus preguntas. No volví a sentarme porque prendí un cigarrillo, el teléfono chilló un par de veces más mostrándome el número de Nano pero no atendí. Hasta que el número de Tomás apareció en mi pantalla. Tomé un respiro y respondí.

–¿Rocco dónde estás?

–En casa de un amigo –repito apretando el aparato en mi mano porque el sólo hecho de oír su voz me hacía temblar.

–¿Dónde?

–A unas cuadras de la casa donde estuvo la fiesta, está todo bien.

–¿Seguro estás bien?

–Sí Tomás –aseguro largando un suspiro.

–¿Puedo ir por ti?

–No hace falta –digo de inmediato, no podía verlo en ese estado.

–Rocco, déjame ir por ti. Dame la dirección.

–Estoy bien, de verdad... si se juntan más tarde me pasaré por donde estén.

–Cariño, es tu turno en la ducha –dice una mujer y me giro a verla. Ella era la novia de Bárbara, la saludo con la cabeza y ella responde.

–¿Con quién estas?

–Oh... –no creí que él escuchara eso. –Unas chicas están con nosotros.

–¿Chicas? –respondo con un sonido y él guarda silencio unos segundos. –Dime la dirección.

–De verdad Tomás, más tar

–¡Dame la maldita dirección! –gritó dándome un susto. Por detrás oí a Nano pedirle que se calme, luego unos pasos y una puerta cerrarse. –Lo lamento... sólo... sólo estoy un poco preocupado. Por favor, iré a buscarte.

–De acuerdo –cedo mirando los números de las casas para que se ubique y dictándole el lugar. –Te espero. 

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora