–¿Todo bien? –consulta Fidel cuando ingreso a la casa. Apenas lo miro pero no le respondo. No quería mentirle y la verdad llevaría mucho tiempo para contar, tiempo que él no tenía porque estaba trabajando muchísimo para poder mantenernos allí con él.
Voy a la cama y escondo mi cara en la almohada donde permanezco hasta que mi cuerpo pide por aire. ¿Qué demonios había hecho? Su rostro estaba destrozado, él ni siquiera había podido reaccionar, simplemente estaba allí escuchándome sin poder decir ni una palabra.
No sé cómo es que salió todo tan fácil, mi voz ni siquiera estaba temblando, pude mirarlo a los ojos y mentirle como un profesional. ¿Necesidades biológicas? Ni siquiera sabía de dónde había sacado eso, él era mi primera necesidad, no sé si podría seguir respirando sin Tomás en mi vida.
Fue por eso que mentí, porque como mi amigo podía quedarse conmigo para siempre, pero ¿Cómo amante? No. Él no era gay, eventualmente se asustaría de mi o se cansaría porque a él le gustaban los pechos y las vaginas, eso era lo único que yo sabía. Si hubiera dado el sí, si hubiera aceptado a estar con él porque moría de ganas de seguir besándolo y tocándolo, nunca más podría haber vuelvo a ser lo mismo.
No me gustó lastimarlo pero estoy seguro que eso era lo más adecuado que podía hacer.
Ese fin de semana salí los dos días. Había agotado mis salidas de una vez, pero necesitaba beber hasta olvidar mi nombre y el de Tomás, olvidarme lo que había pasado entre nosotros, sus besos, sus manos, su cuerpo, su marca en mi cuello; tomé hasta olvidarme porqué tenía ganas de llorar cada vez que veía esa marca, me drogué un poco también y desperté en la casa de Nano completamente perdido.
Me di un baño y salí una vez más hasta perder la conciencia y despertarme en mi casa el domingo, con algunos números nuevos en mi teléfono y ningún mensaje de Tomás. Fue allí que me di cuenta que no importaba cuánto me embriagara o cuanto me drogara, él sentimiento no se había ido y el dolor por haberlo dañado tampoco.
El lunes fue normal. Él me saludó como si nada de nada hubiera pasado y yo hice lo mismo; en el recreo me acerqué a Tiziano porque le debía un dinero de algunas cosas que me había vendido en una de las fiestas y Tomás ni siquiera miró en nuestra dirección.
–¿Pasó algo con Tomás? –consultó luego de que termináramos nuestros negocios.
–Nada.
–¿Él te hizo algo? –lo miro en forma de advertencia y levanta sus manos. –Lo lamento, no me quiero meter. Pero si te hizo algo...
–Fui yo quien le hice algo, no soy ninguna víctima –aseguro mirando a nuestro alrededor, hay muchachas chicas que nos están viendo. –¿Qué sucede?
–Debaten por quién fue la autora de esa marca en tu cuello –responde distraídamente y recuerdo la maldita marca mientras siento una presión en el pecho.
–¿Quién es la afortunada? –consulto con interés para disimular mi malestar.
–Creo que Flo. Ellas insisten en que ustedes tuvieron un romance bastante largo hace un tiempo y te vieron hablando con ella en la fiesta –dice Tiziano mirando en dirección a Flo que nos saluda amablemente. –¿Fue ella?
–Ni siquiera recuerdo haberle hablado, bien pudo ser ella o cualquiera de sus amigas –respondo con sinceridad, aunque claro, esa marca tenía nombre y apellido. –Fue un buen fin de semana.
–Lo sé –sonríe pasando su mano por encima de mis hombros para empujarme donde Nano, Ignacio y Tomás está charlando. Se detiene llamando su atención y yo me corro de su agarre. –¿Qué dicen de una fiesta en mi casa el viernes que viene?
–Por supuesto –asegura Ignacio chocando los 5 con Tiziano.
–Paso –responde Tomás.
–Yo seguramente iré, a menos que me toque el turno de la noche.
–¿Qué dices tú? –consulta luego de asentir hacía Nano.
–Oh... lo veré ese mismo día porque la verdad es que todo depende de mis hermanos –miento porque yo ya no podía salir ese mes. Él se alegra de todos modos y vuelve a abrazarme.
–Sería excelente que vayas, eres algo así como un imán para las muchachas –sonríe y revuelve mi cabello. –¿Sabían que el tema del día es quién marcó a Rocco?
–Oh... no lo había notado –dice Ignacio acercándose torpemente para mirarme y comienzan a hacer una fiesta de aquello. Tomás simplemente asiente, sonríe ante sus comentarios idiotas y cada tanto larga un alago para el nuevo "playboy" en el que me he convertido, a pesar de que se lo ve incómodo.
El timbre suena dando por finalizado el recreo e ingresamos a la clase de Derecho. Como de costumbre Tomás se sienta a mi lado e Ignacio con Nano. Ninguno de los dos dice nada durante la explicación aburrida que da la profesora y Tomás comienza ha responder las preguntas sin siquiera preguntarme si quería hacerlo con él.
–Nunca se me va a dar bien esta materia –rezongo en un susurro y lo observo mirarme de reojo.
–¿Qué es lo que no entiendes? –consulta dejando su lápiz y prestándome toda la atención.
–La diferencia entre Derecho Civil y Penal.
–Oh... –ya lo sabía, eso era básico, lo habíamos visto hacía dos clases pero realmente no lo entendía. Sin entender eso no podía responder las preguntas.
Respiró profundamente y comenzó a explicarme. Tomás era un muchacho inteligente, entendía todo de una vez, pero yo era un poco más duro; cuando terminó de explicarme lo básico y había terminado la hora de clase y la profesora nos dio la oportunidad de traer resueltas las preguntas para el siguiente lunes, cuando nos volveríamos a ver.
–¿Quieres que nos juntemos a hacer esta tarea el viernes? –consulto mientras juntamos nuestras cosas para mudarnos al aula de química.
–Tienes la fiesta de Tiziano este viernes.
–Ya gasté mis salidas este fin de semana, hasta el mes que viene no puedo salir así que... ¿Qué dices?
–Rocco –me detiene y espera a que los pocos muchachos que quedaban en el salón salieran dejándonos completamente solos. –Yo no sé cuál es la parte que tú no entiendes en el hecho de que estoy enamorado de ti.
Bajo la vista de inmediato y por primera vez él no toma mi mentón para obligarme a verlo. Eso se siente dolorosamente extraño.
–Pero lo estoy ¿De acuerdo? Lo lamento, no puedo evitarlo... –lo veo sentarse sobre una mesa y sostener su cabeza entre sus manos. –Quiero preservar tu amistad, me conformo con eso pero no me pidas que hagamos esto tan rápido. Tú me rechazaste hace tres días, necesito tiempo para procesarlo, necesito que me des el espacio que merezco para poder intentar volver a lo que solíamos ser. Quizás para ti esto no está siendo difícil, pero para mí sí.
Levanto la cabeza y él está mirándome fijamente, no corre sus ojos cuando encuentra los míos pero sí noto su incomodidad.
–Así que dame el tiempo que te estoy pidiendo y eventualmente nos volveremos a juntar para estudiar o salir o siquiera pasar el rato.
–Sí, está bien –trato de sonar relajado, eso no me debería estar afectando, él no debería saber que me estaba afectando. Tomás me estaba pidiendo un tiempo de alejamiento pero yo no quería eso, no quería dejar de frecuentarlo tan abruptamente. –Lo lamento, a veces no me doy cuenta de las cosas...
–Está bien –se baja de la mesa y comienza a retirarse, quiero detenerlo y abrazarlo porque se está alejando de mí, pero qué podía hacer si yo mismo le había pedido eso. –Si necesitas ayuda con las preguntas puedes llamarme o mandarme un mensaje, pero sólo si es por eso.
–De acuerdo –digo siguiéndolo a la siguiente clase donde ingresamos unos minutos tarde y debemos escuchar con atención el regaño del profesor.
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1. Permanece a mi lado
Teen FictionLa familia de Rocco Di Girolamo no es un familia común, de hecho es bastante más disfuncional de lo normal. Su padre es alcohólico, su madre es adicta al sexo extramatrimonial, su hermana mayor es una arpía, su hermana menor una molestia y sus herma...