Capitulo 46

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Nano me observó con una sonrisa disimulada e incrédula durante unos segundos esperando, seguramente, que dijera que era algún tipo de broma, pero claro que no lo hice porque yo hablaba absolutamente en serio.

-Rocco no quiere decir nada aún y sólo te lo cuento porque necesito hablarlo con alguien –continúo y su sonrisa comienza a desvanecerse. –De hecho no quiere ni siquiera de que sepan que él es gay.

-Tomás tú

-Estoy hablando absolutamente en serio Nano.

-Wow... ¿Cómo... cómo fue que pasó? –quiere saber interesado acomodándose en la silla porque sabía que esa historia tenía para rato.

Al día siguiente mi rostro era un verdadero desastre, no sólo había adoptado un tono azulado sino que también estaba bastante hinchado. Nano me miró fijamente mientras desayunábamos y luego me sugirió que faltara por ese día al colegio porque no podría evitar preguntas incómodas; lo pensé unos segundos y me decidí hacerlo cuando Dana apareció con mis cosas y se horrorizó por el aspecto que tenía.

El padre de mi amigo había conseguido un trabajo fuera del poblado por lo que no se encontraba en casa, y su mamá trabajaba puertas adentro así que sólo era mi alma y yo en aquel lugar luego de que Nano se fuera a la escuela y Dana al instituto. Me senté con el control remoto en la mano hasta que una película de Adam Sandler llamó mi atención y dejé el canal; no era uno de mis actores favoritos, de hecho me parecía un poco idiota y por eso nunca había mirado una de sus actuaciones con detenimiento, pero luego de terminar de verlo supe que necesitaba más y fui por la computadora de mi amigo.

En casa de Nano no había internet, de hecho creo que el lujo de la televisión por cable era gracias a un vecino al que le había cortado la señal unos segundos para poder conectarse, pero no estaba seguro. Fue por eso que conecté mi teléfono a su laptop y comencé a descargar las últimas películas del actor; era lento y tortuoso, pero de todas maneras no tenía mucho más que hacer hasta que el timbre retumbó en el lugar.

Pensé en no atender, podría ser un vendedor o algún religioso y no tenía ganas de lidiar con ninguno de los dos, pero luego de una reiterada insistencia me puse de pie y abrí la puerta de mala gana.

-Supuse que podía encontrarte aquí –dice Tiziano ingresando sin ser invitado, una costumbre que mantenía desde el primer día que lo conocí, cuando sus padres fueron a mi casa y él irrumpió en mi habitación.

-Buenos días para ti también –saludo siguiéndolo al sofá donde se sienta clavando sus ojos en la película de pixar que acababa de empezar. -¿Qué haces aquí?

-Quería saber porqué te estabas salteando las clases –me mira de reojo y vuelve su vista al frente.

-¿Cómo supiste que estaba aquí? Son las –miro la hora y apenas pasaban de las nueve –nueve ¿Acaso fuiste al colegio?

-No, cuando Dana llamó pensé que lo mejor sería dormir un poco más y venir a verte.

-¿Dana llamó?

-Sí –suspira porque sabe que si no dice las palabras correctas eso podría terminar muy mal. –Ella no sabía dónde vivía Nano y dijo que tu teléfono estaba apagado... el de los muchachos no lo tiene y el único que conservaba era el mío. Cuando le pregunté para qué la quería me gritó que no me meta en sus asuntos y me cortó, pero yo sabía que tenía algo que ver contigo.

Se giró completamente y me miró entrecerrado sus ojos sin poder disimular una mueca de dolor. Con seguridad ahora podía afirmar que se veía peor que hacía dos horas.

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora