Capitulo 39

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El lunes por la mañana Rocco llegó de malhumor y no quiso contarme qué era lo que lo había puesto así; creí que había sido por lo que había pasado entre nosotros, pero un beso en la comisura de mis labios durante el recreo para tranquilizarme me aseguró que no tenía nada que ver con lo nuestro.

Cuando salimos él fue a almorzar con sus hermanos, al parecer estaban saliendo seguido con Piera, pero nada seguro; sin embargo más tarde él llegó a mi casa sin siquiera avisar y arrastró sus pies hasta mi habitación dónde se recostó en la cama sin decir una palabra. Me recosté a su lado y lo atraje a mi pecho donde se acomodó abrazándome con fuerza.

-¿Qué va mal?

-Nada...

-Rocco, debes comenzar a confiar más en mí ¿Qué va mal? –suspiró y se acomodó de modo de poder mirarme a los ojos.

-Fidel quiere que veamos a nuestros padres... él es un idiota y Lucy no fue al colegio por cuánto lloró cuando él nos dijo que debíamos ir nos guste o no.

-¿Por qué quiere que los vean?

-No sé... algo de una abogado o algo así, no lo sé –vuelve a esconder su rostro en mi pecho y se aprieta más a mí. –No quiero que Lucy vuelva a pasar por lo que pasó la última vez.

-Sé que debe haber sido horrible para ambos, pero si Fidel se los pidió y él dijo algo de un abogado debe ser por algo importante Rocco –aseguro acariciando su cabello. –Quizás deberías prestar atención a las razones que él tiene y sólo después decidir ¿Está bien?

-Sí... -accede suspirando dolorosamente. -¿Crees que podamos quedarnos un poco más así?

-Claro que podemos –aseguro abrazándolo y cerrando los ojos, su aroma era completamente relajante y el calor que su cuerpo emitía me transmitía seguridad.

No sé en qué momento me dormí ni cuándo él se despertó y se marchó, sólo encontré una nota a mi lado agradeciéndome por la tarde y por mis palabras. Guardé la nota en el velador sin poder borrar la sonrisa de mi rostro y fui por mi tarea, aún quedaba un poco más para las vacaciones y necesitaba tener buenas notas ese año.

Dos días después Rocco me informó que en una semana irían a ver a sus padres porque era la manera más fácil de que los dejaran tranquilos, especialmente a Fidel al cual, por supuesto, le habían pedido que no asista. Estuve en acuerdo con esa decisión y le pedí que ante cualquier novedad me llamara, lo que nunca pensé es que él me llamaría llorando desesperadamente porque Fidel estaba internado y se encontraba muy grave.

-¿Qué pasó? –consulté en cuanto llegué al lugar encontrando a Rocco en el exterior fumando un cigarrillo. Él se abrazó a mí y lloró con fuerzas sin poder decir una palabra; la noche estaba horrible, aún llovía a cántaros, la visión era escasa y había visto algunos accidentes de camino al hospital. -¿Fueron tus padres?

-No... -lloró apretándose más a mí. Lo sostuve durante varios minutos hasta que me aparte apoyándolo contra la pared del lugar y sostuve su rostro en mis manos. Él tragó saliva y carraspeo. –Tuvo un accidente, alguien pasó en rojo y Fidel salió despedido del auto, dicen que se pondrá bien pero... pero yo...

-¿Quién iba con él? –quise saber mirándolo disimuladamente en busca de algún rasguño mientras mi corazón comenzaba a latir con tanta fuerza que podría salir de mi pecho en cualquier momento.

-Brandon. Él está bien porque llevaba el cinturón de seguridad pero Fidel... -bajó la vista y volvió a llorar cubriendo su rostro con sus manos. Mis brazos lo volvieron sostener y besé su cabello un rato más. -¿Quieres que ingresemos? –negó con su cabeza. –Vamos al vehículo Rocco, nos empaparemos y no haremos más que enfermarnos.

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora