Capitulo 20

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–¡Dios mío! –se escuchó desde el exterior obligándonos a separarnos.

Arrastré mis pies hasta la ventana, corrí la cortina y vi a tres muchachas paradas frente a mi camioneta mirándola descaradamente.

–¡Oh Dios mío Tomás está en tu casa! –exclamó la segunda jovencita mientras las tres daban saltos en una ronda sin dejar de abrazarse. –Invítanos por favor, seguramente está con el hermoso de tu hermano... por favor Lucy.

–Tienes un club de fans bastante ruidoso –opina Rocco parándose a mi lado para ver la escena; pero qué me importaban esas tres niñas si tenía al hombre que me gustaba a mi lado.

Solté la cortina y tomé su cara para volver a unir nuestros labios mientras lo empujaba hasta llegar a la pared; no sé él, pero yo me olvidé de los gritos de las chiquillas y me concentré en su el sonido de su respiración agitada, sus manos apretadas en mi espalda y su boca respondiendo a la mía. Esta vez no hubo nada de suavidad, no, todo era urgencia entre nosotros.

–¡Llegué! –exclamó la niñita ingresando a la casa a tiempo que Rocco me empujaba con fuerza y corría a esconder su cara dentro de la heladera. No pude reprimir una sonrisa mientras iba por un vaso de agua. –Vine con dos amigas, tenemos algunas tareas que hacer.

–Mientras no nos molestes está bien –dice Rocco con voz ronca.

Me giro a ver a las tres muchachitas y las miro exactamente tres segundos. No me gustaba eso del amor pre-adolescente donde todo era gritos y corazones, ellas no me agradaban para nada, mucho menos luego del comentario del "Hermoso de tu hermano", la más alta que tenía sus ojos fijos en Rocco cuando la miré.

–¿Acaso Rocco tiene novia? –susurró una de ellas mientras se marchaban al living.

–¿Por qué lo dices? –quiso saber la hermana de mi amigo.

–Acaso no viste su cuello.

–No ¿Qué tenía?

–¿Qué tengo? –quiere saber mirándome con sus ojos como plato. Lo observo y puedo ver claramente desde allí, sin embargo me acerco y pongo mi dedo donde había dejado la marca de un beso. –¿Qué hiciste?

–Sólo le muestro al resto del mundo que tú no estás sólo.

–¿Me marcaste? –consulta en susurro empujándome y tomando su celular en forma de espejo. Me mira aún más furioso pero sólo sonrío porque eso era la prueba fehaciente de que lo que acababa de pasar había pasado. –¿Te piensas que soy un maldito animal?

–Uno muy salvaje que necesita ser domesticado por mi.

–Eres un idiota.

–Ya lo habías dicho –le recuerdo tomando asiento relajadamente.

–Será mejor que te vayas.

–Oh... creí haberte oído casi suplicar para que pase contigo –digo con ironía poniéndome de pie para largarme.

–Es... –sostiene mi mano y me mira con sus ojos suplicantes –es distinto ahora porque mi hermana y sus amigas son un poco molestas, y no podremos hablar tranquilamente.

–¿Vamos a mi casa? –susurro acercándome a él que simplemente traga saliva y mira mis labios. –Sólo por un rato, así charlamos.

–No lo sé –duda y mis manos encuentran su rostro para acariciarlo con suavidad.

–Vamos, no haremos nada de lo que no estés seguro –susurro aún más despacio y deslizo mi mano al beso que había dejado en su piel; no era nada grosero, sólo una pequeña marca que decía "él tiene dueño, prohibido tocar". –Lamento eso, creo que soy un poco posesivo.

1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora