Capítulo 36

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Terminamos de cenar entre charlas de series y algunos comentarios de los juegos en red que Rocco solía jugar pero que yo no entendía. Lavé los utensilios utilizados e insistí con lo de la pileta: él dudó unos minutos y terminó accediendo de mala gana.

-Iré por unos toallones –aviso distraídamente observándolo mirar el exterior. Él se veía extremadamente nervioso. –Ve quitándote la ropa mientras.

-Tráeme una bermuda.

-No tengo ninguna en casa –mentí y él alzó sus cejas. Claro que tenía pero no era necesario que le prestara alguna, él se veía sexy sólo en bóxer. –Verás... están todas en la casa de verano en el lago.

-Casa de verano –protesta en una sonrisa mientras salgo definitivamente de lugar.

Para cuando regreso él está en el exterior, aún vestido y terminando un cigarrillo. Dejo las cosas en la reposera y comienzo a quitarme mi ropa bajo su mirada disimulada.

-¿Estás bien o quieres que te ayude a desnudarte?

-Puedo solo –responde de mala gana quitándose el campera y la remera de una sola vez.

No puedo evitar mirarlo detalladamente. Su torso no era nada exuberante, pero tenía una belleza particular: él no era delgado ni tenía pancita, simplemente tenía lo correspondiente en los lugares adecuados. Eso sin decir que su piel suave y caliente era lo único que quería en mis manos en ese momento.

-Deja de mirarme –reclama en voz baja y observo su rostro comenzar a subir de color.

-Lo lamento –río quitándome el pantalón y sin esperar salto a la pileta en un excelente clavado.

-Acabamos de cenar, no deberías ser tan arriesgado –me regaña una vez que salgo del agua y veo que termina de quitarse el pantalón. Tan hermoso. –Si te ahogas no te salvaré...

-¿No? –quiero saber con sorpresa y él niega con la cabeza. –Pensé que habías dicho que me amabas.

-Idiota.

Se carcajea un poco antes de sentarse en la orilla y deslizarse con cuidado dentro de la piscina. Yo me encuentro en el medio de ella y no tardea mucho en alcanzarme comenzando a movernos lentamente de un lado para otro entre charlas estúpidas y carreras sin sentido; no quería apostar nada por el momento porque no quería terminar de asustarlo.

Pasados unos minutos él se val borde de la pileta mientras yo permanezco simplemente flotando boca arriba con mis ojos fijos en las estrellas que esa noche están particularmente brillantes.

-¿Sabes? –consulté distraídamente. –Estaría bien que Nano e Ignacio supieran de nosotros ¿No crees?

Él mantuvo el silencio por mucho rato pero no me giré a verlo, él podía responder o no, le daría su tiempo.

-¿Por qué querrías eso?

-No sé... quiero que al menos nuestros amigos sepan que estamos juntos y felices –nado un poco de espalda y vuelvo a quedarme quieto esperando, pero al parecer él no tiene nada que decir. –Está bien si no quieres, sólo tienes que decirlo.

-No se trata de eso...

-¿Qué es entonces? –quiero saber girándome y nadando hacia él que sólo tiene su cabeza fuera del agua y me observa con ojos tristes.

-¿Qué pasa si lo encuentran extraño y no quieren estar más con nosotros? ¿Qué pasa si les desagrada tanto que lo comentan con alguien más?

-Tal vez debería decirte algo... -él me mira con confusión y respiro profundamente antes de hablar porque probablemente él terminará enojándose. –Los muchachos ya saben lo que siento por ti.

Rocco guarda silencio unos segundos sin siquiera mirarme y cuando lo hace pestañea un par de veces.

-¿Disculpa? ¿Q-qué dijiste? –quiere saber con voz temblorosa.

-Estaba asustado... no sabía qué me pasaba contigo entonces se los dije –confieso apoyándome a su lado porque no podía ver su cara de horror por mucho más. Su piel está caliente igual que la mía pero es suave y me es inevitable acercarme más a él. –Ellos no saben más que eso, no les conté nada de lo que pasó entre nosotros ni nada... no debes preocuparte por eso.

-¿Qué te dijeron?

-Bueno... Ignacio no lo tomó mal pero fue un "está bien pero no me voy a meter en lo que hagas con él" –digo recordando su rostro de incomodidad. –Nano en cambio fue más comprensivo y siempre me está dando consejos y esas cosas...

-No les has dicho que...

-Nada, no les dije nada más luego de decirles que estaba confundido contigo –lo tranquilizo parándome frente a él para mirarlo a los ojos. Está tan asustado que me asusta a mí también. –Ellos no saben que eres gay y que nos hemos besado muchas veces... Nano sólo sabe que yo quería hacer algún movimiento, pero nunca le dije nada más de eso. Claro que piensan que tarde o temprano vas a caer, soy irresistible después de todo.

-Claro galán –sonríe haciendo un esfuerzo para relajarse.

-No diremos nada si no te sientes cómodo, está bien para mí.

-Sólo... necesito un poco más de tiempo –pide sujetándome por miscintura e invitándome a acercarme a él. ¿Acaso se daba una idea de lo que estaba haciendo? Me acerqué hasta que no había espacio entre nosotros más el que nuestras narices ponían. –Necesito asimilar que estamos juntos y luego lo diremos ¿Está bien?

-Estamos juntos –aseguro un poco perdido.

-Lo sé... es sólo que –traga saliva. –Es difícil para mí, ya te dije que nunca creí que tú fueras a fijarte en mí.

-¿Por qué no habría de fijarme en ti? Eres perfecto –digo y él sonríe incrédulo, pero él lo es, por lo menos para mí.

Junto nuestros labios con brusquedad y lo sorprendo un poco pero por supuesto responde de inmediato tirando de mi cuerpo que se aprieta furioso contra el suyo logrando un jadeo de su parte.

-Lo lamento... -dice pero no lo dejo continuar porque quería más, quería oír más de eso. Pongo una de mis piernas entre las suyas y me encuentro con su erección. –Espera...

-Shh... -pido apretando mis manos en su trasero y rozándolo con mi pierna lentamente obligándolo a sujetarse de mi cuello.

-Tomás –reclama pero no lo dejo ir más lejos, cierro su boca con un beso demandante que responde con la misma necesidad que yo siento. Mi boca baja a su cuello y comienzo un camino de besos bastante bruscos, puedo siento que no puedo controlarme y a Rocco parece no molestarle porque tira más de mi cuerpo y en un movimiento completamente involuntario envuelve mi cintura con sus piernas.

Paro con brusquedad y lo miro directo a los ojos, él está tan sorprendido como yo por lo que acaba de hacer pero sonrío en forma de aprobación y vuelvo a besarlo mientras froto nuestras erecciones a través de esa prenda que parecía extremada molesta en ese momento. ¿Por qué no estábamos nadando desnudos? Ah... claro, Rocco no había querido.

Mis manos van al elástico de su bóxer y él me detiene sosteniendo mis manos con las suyas.

-¿Qué sucede?

-Alguien podría venir Tomás...

-Mamá y Dana...

-Lo sé, sé que no están pero podrían regresar en cualquier momento y encontrarnos, estamos demasiado expuestos.

Lo miré fijamente y mi rostro se iluminó antes de volver a sus labios sin que él entienda demasiado; cuando logré calmar mi alegría lo observé un poco más y volví sonreír.

-¿Entonces, sino es aquí, expuestos, está bien? –él abrió su boca y se quedó en silencio sin saber qué decir. -¿Si vamos a mi alcoba y nos encerramos allí, está bien?

Tragó saliva y asintió levemente antes de que su rostro se ruborizara por completo.


1. Permanece a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora