Hace cinco años Los Ángeles, hace tres Seattle, hace dos Dallas, y este verano Chicago, o bueno, ese era el plan hasta que todo se torció.
El techo de mi dormitorio estaba cubierto por fotos mías, de mis amigos y frases célebres de los escritores que iba estudiando en la universidad.Cada verano añadía varias fotos de nuestros viajes, pero este año no habría ninguna
Tras la muerte de Kylie, habíamos decidido posponer el viaje este año. Y sí, efectivamente, posponer un viaje no es para tanto, no es razón ninguna para pasarme encerrada en casa día y noche. Pero no era el viaje en sí, si no lo que significaba.
Y ahora ella no está, y mis amigos intentan recobrarse de la pérdida a su manera, por lo que el grupo entero quedó resquebrajado al completo.
Las únicas que seguíamos viéndonos éramos Maggie y yo, Jessica se había mudado y nuestro amigo Chris había desaparecido de combate.
Alcé el brazo derecho, en un intento de rozar una de las fotografías con los dedos, pero mantuve la mano en el aire durante un rato, sabiendo perfectamente que no llegaría a tocarla.
— ¿Te aburres?
Me giré bruscamente en la cama, sorprendida por la voz masculina proveniente de la ventana. Apoyé las palmas de las manos en la colcha y me levanté con rapidez. La ventana estaba cerrada, o bueno, casi, y al otro lado se encontraba el mismo hombre araña, encogido debido al pequeño tamaño de la cornisa.
Dudé antes de acercarme. ¿Qué hacía en mi casa a estas horas?
— ¿Qué haces aquí? – Levanté la ventana con ayuda de sus manos y lo dejé entrar en mi dormitorio.
— Quería asegurarme de que estabas bien.
Se escurrió por el hueco – ahora mayor – de la ventana y cayó en la alfombra con fuerza, generando un ruido seco que temí que llamara la atención de mis padres, los cuales estaban en el piso inferior viendo la televisión.
— Hay una puerta abajo ¿Sabes? – Lo observé detenidamente mientras se erguía frente a mí.
— Es mucho más cómoda la ventana – Las comisuras de mis labios se alzaron, dando pie a una sonrisa tonta e incómoda.
Se sentó –o más bien se tiró – en la silla de ruedas que utilizaba para estudiar, examinando con la mirada cada rincón de mi habitación,ordenada gracias a Dios.
— ¿Encontraste a la niña? – Asintió enérgicamente.
— Estaba escondida en una tienda, cuando llegué la policía ya estaba haciendo su trabajo, pero aún así me dejaron ir a por ella.
— ¿Está...?
— ¿Bien? Sí.
Exhalé un suspiro y bajé la mirada. No sabía qué decir ni qué hacer. Me indicó la mano que me sentara en la cama, probablemente dándose cuenta de mi incomodidad. Escondí algunos mechones castaños detrás de las orejas y me senté sobre la colcha, volviendo a clavar la mirada en las lentes tintadas que ocultaban sus ojos.
— ¿Quieres algo en especial? – Me atreví a preguntar.
Él se encogió de hombros. Se reclino hacia atrás en la silla,entrelazando los dedos de las manos sobre su estómago.
— Quería hablar de lo que pasó hace unas horas – Fruncí el ceño por inercia.
— ¿Y qué se supone que hay que hablar?
— Estás en peligro ahora. Ellos se creen que eres mi pareja y que haciéndote daño a ti me lo harían a mí.
Por alguna razón mi pecho pareció hundirse cuando dijo eso.
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Spider-man
FanfictionHistoria post Gwen Stacy: Helena Hobbes es una joven universitaria de la ciudad de Nueva York, cuya vida dará un giro de 180º al sobrevivir al accidente de coche que acabará con la vida de su amiga Kylie. Las secuelas del accidente se hacen pre...