La carta

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Lena

Crucé la calle lo más rápido que mis piernas me permitían. Pegué un pequeño bote en el sitio cuando un coche me pitó, pero, en vez de quejarme, apuré el paso dado que era yo la que había cruzado cuando no debía.

Estaba de los nervios. Si hubiera estado un minuto más dentro del apartamento de Peter me habría explotado la cabeza. La tensión se respiraba en cada rincón de la casa, los días consistían en comer, dormir y esperar a que algo pasara, a que mi padre llamara o incluso a que el Duende Verde viniera a buscarme.

En vez de eso decidí salir del apartamento, airearme un poco. Había dejado una nota en la puerta para que Peter no se preocupara, además, solamente había quedado con Maggie a tomar un frappé.

Me paré a mirar unos escaparates repletos de vestidos de distintos colores, centrando mi atención en uno en especial — de rayas verticales rojas y blancas —. Acerqué la cara al cristal tanto que el aire que brotó de mi nariz al respirar cubrió parte de este. Admiré el vestido varios segundos más, embobada.

Sentí a alguien detrás de mí. De pronto mi vista se desenfocó, dejando a un lado el vestido y fijándose en el reflejo de una figura en el cristal. Estaba oculta bajo un abrigo oscuro con capucha. No aparté la mirada en ningún momento, ni siquiera cuando empujó la capucha hacia atrás y dejó a la vista las trenzas rubias y su sonrisa casi demoníaca.

Me giré de golpe, dispuesta a enfrentarla, pero ella ya no estaba. Eché un vistazo a ambos lados de la calle, pero se había esfumado. Exhalé un largo suspiro y seguí mi camino hasta la cafetería.

Escondí las manos en los bolsillos del abrigo verde y alcé la vista al cielo, viendo la lluvia caer. Adoraba esta ciudad, pero se había convertido en poco menos que una pesadilla.

Abrí la boca, sorprendida, en el momento en que vi como Spiderman atravesaba la calle sobre mí. Colgado de una telaraña dio una vuelta y se subió al tejado de un edificio. Juraba que me estaba mirando, que me estaba vigilando.

Apuré el paso hasta la cafetería en la que había quedado con Maggie. Me ponía nerviosa tanta vigilancia, pero entendía que era necesaria.

En cuanto abrí la puerta del local el chico de la barra se giró para mirarme, me dedicó una sonrisa amable y me señalo la mesa del final, la única libre.

— ¿No eres de la zona? — Dijo al momento de pasar a su lado.

Me reí casi sin fuerzas.

— Sí, pero... últimamente no salgo mucho de casa — Ignoré su sugerencia y ocupé un taburete de la barra — Lena Hobbes — Le extendí la mano.

— Jamie Gallagher — La estrechó dedicándome una sonrisa — Muy mal muy mal... tendrías que pasarte más por aquí — Me guiñó un ojo.

Si estuviera tomando ya el frappé probablemente lo habría escupido. Hacía tanto tiempo que nadie — sin ser Peter — mostraba interés por mí que era extraño, demasiado.

— Ojalá pudiera — Me levanté del taburete y miré de reojo la mesa — ¿Podrías ponerme un frappè de chocolate?

— Lo que tú quieras — Sonreí, nerviosa, antes de dirigirme a la mesa de dos.

Nada más sentarme chequeé los mensajes del móvil, como no, todos los mensajes eran de Peter. Los leí y no le contesté, sería mejor que le llamara y aclarara con él todo antes de que entrara en pánico.

— ¿Dónde estás? — Rodé los ojos.

— Hola Peter ¿Qué tal estás? ¿Cómo dormiste? Yo bien gracias por preguntar.

Spider-manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora