Zara

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Peter

Me había resultado prácticamente imposible pero, al final, había conseguido no volver a ver a Lena durante su estancia en el hospital. Lo tenía claro. Ya sabía que iba a hacer. Iba a olvidarme de ella, hacer como si nunca hubiera existido. Pasaría mis días con Tía May, quedaría con Maggie, e incluso... llamaría a algunos compañeros del trabajo para pasar el rato. Fuera como fuera, debía alejarme lo máximo posible de ella. Debía aprovechar que no se acordaba de mí para olvidarla yo a ella y darle la vida segura — y sin tantas visitas al hospital — que ella se merecía.

Ni siquiera la vigilaría. No. No lo haría. Lena era una mujer fuerte e independiente, siempre lo había demostrado, no necesita de nadie para mirar por ella, no necesita de mí. Ni de él.

Maggie me había contado que le habían dado el alta del hospital tres o cuatro días después de mi visita, es decir, hace una semana. También me había contado que su memoria seguía exactamente igual, pero que llevaba muy bien el no acordarse de nada desde verano. Habían ido a visitarla a casa un tal Chris Hefner y... Scott Reed y, pese a no recordarlos, tomó casi tanta confianza con ellos como tenía antes del secuestro.

— ¿Estás seguro de que no quieres volver a verla?

Estaba sentado en la cornisa del techo de uno de los edificios más altos de Queens, con el traje de Spiderman puesto y una mochila negra colgando de mi espalda. Esperaba a que pasara algo, a que alguien necesitara mi ayuda pero, por ahora, sólo reinaba la calma.

— Si, Maggie, es lo mejor.

— ¿Y si vuelven a ir detrás de ella?

— Kingpin y Duende están en el calabozo, esperando a ser juzgados, y las cosas no pintan bien para ellos.

— ¿Y si recupera la memoria? ¿Irías a por ella?

Dudé, no lo había pensado.

— No.

— Eres idiota — Bufó, haciéndome sonreír.

Decirle a Maggie que yo, Peter Parker, era el hombre araña había sido el momento más liberador del mundo, después de reverlárselo a Lena claro.

— ¿Qué está haciendo ahora? — Le pregunté en un tono de voz más nervioso.

— Estamos de compras en Zara — Ante mi silencio añadió — Ella está en el probador.

— ¿Está... bien?

— Eres estúpido ¡ven y pregúntaselo tú! Ya me preguntó por el chico del hospital varias veces.

— No es una buena idea, Maggie.

— ¡Tú sí que no eres una buena idea! — Exhalé un suspiro.

— Hablamos luego, tengo cosas que hacer.

— Cuidate.

Colgué.

Estaba cansado, pero a la vez no quería volver a casa. Resultaba casi imposible no tener a Lena en mente las veinticuatro horas del día cuando Tia May lo único que hacía era o preguntarme por ella o mirarme con ojos tristes, como quien mira a un cachorrito enfermo.

Me ajusté la mochila y, exhalando un largo suspiro, salté al vacío dispuesto frente a mí. En el fondo me hacía gracia mi propia situación ¿Cómo pude pasar de la alegría más absoluta a la peor tristeza? Y todo en cuestión de segundos.

A veces me paraba a pensar en qué prefería que hubiera pasado. En ocasiones deseaba que ella me hubiera recordado al despertarse, que me hubiera recibido con un abrazo necesitado y un beso lleno de vida, en cambio, la mayoría de las veces aceptaba la situación actual y llegaba a la conclusión de que era lo mejor que podía haber pasado, ella podía seguir con su vida sin peligro alguno y yo debía dejarlo ser así, no ser un egoísta y volver a por ella, poniéndola de nuevo en el punto de mira.

Spider-manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora