Café solo

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— ¿Y te fuiste? ¿Así sin más?

— Exacto.

— Eres... eres estúpida. No sé cómo puedo ser tu amiga — Exclamó Maggie, dejándose caer en el respaldo de la silla de la cafetería — Con amor y todas esas cosas.

— Ya... claro.

¿Me sentía culpable? No. Algo dentro de mí me decía que apartarme de él era lo mejor que podía hacer. También tenía que ver que sabía a la perfección que me ocultaba cosas, cosas como la fotografía de ambos besándonos en la cocina. Miré a Maggie con los ojos muy abiertos, ella tenía que saber la historia.

— ¿Qué es esto? — Pregunté sacando la foto de la mochila y colocándola sobre la mesa frente a ella.

Su cara empalideció varios tonos, pero se recompuso con llamativa rapidez.

— ¿Qué quieres que te explique? — Sonreí de lado cuando distinguí burla en su tono.

— Él me está ocultando cosas y tú — La señalé — También, así que estás tardando en cantarlo todo.

— Tú... intenta recordarlo, no quiero decirte nada si él no lo hizo primero.

Bufé. Pero en parte tenía razón.

— Recordé algo — Me miró sorprendida — Estaba con Peter en el coche y hablaba con él.

— ¡Lena! ¡Eso es fantástico! ¡Eso significa que vas a poder recuperar tu memoria pronto! Deberías de decirle a Peter lo que recordaste y... hablar con él y tal.

— Maggie... me largué de su casa después de haberlo hecho con él — Cada vez que lo decía sonaba peor y peor.

Hizo una mueca.

— Ahora se habrá despertado y se habrá encontrado la cama vacía... muy bien Lena, muy bien. Un aplauso en serio.

Miré el reloj que colgaba de mi muñeca. Eran las once de la mañana. Me giré para observar con detenimiento la puerta de la cafetería y el parque que me separaba de la casa de Peter. Negué, más para mí que para ella, aunque no me hubiera dicho nada. No. No volvería.

Sin embargo, tenía que reconocer que, a veces, cuando estaba sola me sentía más sola de lo usual, era como si me hubiera acostumbrado a una rutina de la que ya no me acordaba. Sentía que faltaba alguien en mi vida, alguien que llenara un hueco vacío.

— ¿No estarás pensando en volver...?

— Por supuesto que no — Espeté enarcando las cejas.

* * *

La puerta se abrió pocos segundos después de haber llamado. Peter, frotándose los ojos, estaba parado frente a mí, al otro lado del umbral. Me miró de arriba abajo con expresión neutra, reparándose en los dos cafés y la caja de magdalenas que traía en las manos.

Me encogí de hombros.

— Traje el desayuno — Dije en un susurro.

¿Estaba nerviosa? Absolutamente sí. Algo me había llevado a volver con él y, ahora, estando parada frente a frente me sentía estúpida.

— Pasa — Abrió más la puerta, cediéndome el paso.

— Cogí un café con leche para mí y café solo para ti — Puse las cosas encima de la mesa del salón.

— ¿Café solo? — Parecía sorprendido — ¿Por qué?

Me paré en seco. No sabía porqué había hecho eso. Observé el recipiente que contenía su café, con una S (de solo) en grande sobre la tapa de plástico.

— Te gusta así — Dije de pronto.

— ¿Cómo lo sabes? — Rodeó mi muñeca con su mano e hizo que lo mirara — ¿Lena cómo lo sabes?

— No... no lo sé.

Estaba confundida. Cuando me había acercado a la chica para pedirle los cafés me salió automático pedir para Peter un café solo, ni me paré a pensar en qué café podría gustarle, era como... como si ya lo supiera.

De pronto, una imagen fugaz de Peter y yo en el sofá de mi casa viendo la televisión con cafés en las manos se coló en mi mente.

Me aparté de él y me llevé las manos a la cabeza.

— ¿Estábamos juntos verdad? — Espeté. Él no respondió — ¿Sí o no?

— Sí.

— Dios mío — Me sentía culpable, me sentía una persona horrible y manipuladora por haberlo hecho con él la noche anterior. Él lo había hecho conmigo porque él me quería, yo sin saberlo me había aprovechado de eso.

Se acercó un poco más a paso lento. Sus brazos se alzaron en torno a mí y me estrecharon con dulzura. Él estaba más seco que otras veces pero... era normal, aunque la situación para mí fuera difícil para él lo era aún más.

— He recordado algunas cosas y... creo que deberías saberlas.

Asintió con rapidez y separó los brazos de mi cuerpo, diminuto en comparación con el suyo, dejándome libre el paso hacia el sofá.

— ¿Qué recuerdas? — Su voz era, por primera vez, débil y tímida.

— Estar los dos en el coche hablando, darnos un beso... — Lo miré — ¿Por eso eres así conmigo? ¿Porque estábamos juntos?

— ¿Así... cómo?

Agaché la mirada.

— Así de bueno.

Se acercó más a mí. Atrapó mis manos con las suyas y las acercó a su boca para besarlas.

— Te quiero Lena, te quiero — Se rio con tristeza — Probablemente no vuelvas a sentir lo que alguna vez sentiste por mí, pero quiero que sepas que yo nunca dejaré de quererte como te quiero ahora. Nunca dejaré de darlo todo por ti, de protegerte ni de ayudarte a buscar tu felicidad, incluso si no es conmigo.

No sabía qué decir, así que decidí mantenerme en silencio, con la mirada fija en sus manos entrelazadas con las mías.

— Siempre te querré Lena, hagas lo que hagas, digas lo que digas, siempre vas a tenerme a tu lado para lo que s... — Paró de hablar de forma repentina.

Alcé la vista para mirarlo y descubrir así porqué se había callado tan de repente. Él frunció el ceño y separó sus manos de las mías.

— Tengo que irme — Me dijo, dejándome aún más confundida.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Tengo algo que hacer y se me había olvidado — Se tocó el pecho por debajo de la camisa y chasqueó la lengua — Si quieres voy mañana a tu casa y hablamos.... Con más profundidad.

Cogió una mochila negra, se la puso a hombros y se dirigió a la puerta, abriéndola para mí. Seguía en shock pero, aun así, me las arreglé para coger la mochila, mi café sin empezar y avanzar hasta él.

— Lo siento pero tengo algo urgente y lo había olvidado por completo — Asentí lentamente, poco (o nada) convencida — Eh — Me agarró del brazo cuando hube pasado a su lado, frenando mi salida — Mañana te veo.

Se inclinó hacia mí y posó un suave y corto beso en mis labios.

— Claro — Logré decir antes de que me cerrara la puerta en las narices.

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Spider-manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora