Place your head on my beating heart

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Me separé de él lentamente. Con los ojos aún cerrados exhalé un largo suspiro. Mis labios estaban a pocos centímetros de los suyos y, pese al deseo de volver a juntarlos, decidí separarme y hundir la cara en el hueco de su cuello.

Sentí cómo acariciaba mi espalda por encima de la ropa y, por alguna razón, dejé que continuara hasta llegar a la nuca. Enterró los dedos en mi cabello y lo acarició con cuidado, haciendo que mis ojos se cerraran.

— Debo irme — Susurró, separándose de mí con escaso convencimiento.

Por alguna razón, enrosqué mis piernas — más todavía — alrededor de su cintura y pegué mi cuerpo a su pecho. No quería que se fuera, algo dentro de mí me decía que no podía irse, que tenía que quedarse conmigo.

— Suéltame por favor — Dijo, sus labios se movieron sobre el lóbulo de mi oreja, provocándome escalofríos — No lo hagas más difícil...

Nada me tenía sentido. Yo sólo sabía que quería quedarme en esa posición para toda la vida.

De un momento a otro, él me agarró de la cintura y me levantó como si fuera una pluma, dejándome en el suelo frente a él.

— No te metas en líos — Me dijo mientras se bajaba la máscara — Si no lo haces por ti hazlo por mí.

— Pero...

— Por favor.

No me dejó tiempo a añadir nada más, se giró y echó a correr hacia la salida, para después salir volando ayudado de una telaraña.

Negué con lentitud y me mordí el interior de la mejilla haciéndome sangre. No entendía absolutamente nada.

* * *

Había tenido una idea increíblemente fantástica, realmente alucinante, asombrosamente... asombrosa. ¡Sí! Iba a encontrarme con Spiderman y su opinión no me importaba lo más mínimo. Iba a venir, estaba más claro que el agua.

Por alguna razón desconocida Spiderman se preocupaba por mí, me había ayudado varias veces y... por lo que Maggie me contaba, en los meses de los que no recordaba nada también era algo que hacía a menudo.

Me encontraba en el tejado de un edificio de 40 plantas cercano a mi universidad, el suelo estaba mojado pese a que la lluvia había cesado media hora antes, era por eso que mis zapatillas estaban empapadas, congelando todos y cada uno de los dedos de mis pies.

Llevaba puesta una sudadera floja verde botella y nos vaqueros, me había cambiado de ropa nada más llegar a casa del centro, me había puesto este conjunto más cómodo pensando que me quedaría en casa hasta el día siguiente, pero mis planes cambiaron cuando la siguiente idea brotó en mi mente.

El viento era leve, casi una ligera brisa que apartaba el pelo de mi cara con cuidado. Frente a mí, el vacío absoluto. Miré a ambos lados antes de subirme a la repisa que separaba el tejado de la calle.

Inspiré y expiré lentamente. Con el pasar de los minutos venía a mi cabeza la idea de que tal vez este plan no hubiera sido tan bueno como pensaba. Eché un rápido vistazo a los coches bajo a mí, ajenos al hecho de que hubiera una chica a punto de saltar desde la planta 41.

Cerré los ojos y di media vuelta sobre mis talones. Abrí los brazos, colocando mi cuerpo en forma de estrella y alcé la barbilla. La idea no era saltar, no sabía qué me estaba llevando a hacer esto.

En cuanto elevé los párpados mis pupilas estaban clavadas en el profundo cielo oscuro que descansaba sobre mí. Me había perdido muchas cosas, muchos recuerdos ahogados en lo más profundo de mi mente que, probablemente, no regresarían nunca, muchas vivencias, experiencias... y todo eso se quedaba en... palabras, en míseras palabras con significado para otras personas y no para mí, lo cual era sumamente doloroso.

Unas lágrimas empaparon mis mejillas, ignoré el impulso de limpiarlas. Debía dejarlas caer y llorar como una desconsolada de una vez por todas. Un sollozo se escapó de mi garganta, seguido por otro y por otro... de pronto, dejé caer mi mochila por un brazo y la agarré del asa. Grité. Grité como nunca había gritado. Después alcé la mochila con la mano y la lancé frente a mí, al tejado. Me acerqué a ella y la golpeé de nuevo, esta vez con el pie izquierdo.

Volví a gritar desgarradamente. La garganta me quemaba, me escocía. Aun así no paré. Volví a golpear la mochila y, justo en ese momento, comenzó a lloviznar. Quizás era lo que necesitaba, que la lluvia fría me calmara, pero no lo hizo, me enfadó más, me cabreó.

Me llevé las manos a la cabeza y las enterré entre las marañas de cabello mojado. Sin poder evitarlo acabé de rodillas en el suelo, con la frente pegada a las rodillas y las manos en la posición anterior.

De repente, una imagen larga y borrosa, yo en el asiento de copiloto de un coche viejo, acompañada del chico del hospital, cuyo nombre no recordaba. Tenía una cámara entre las manos y un sentimiento de ira y enfado me recorrían todo el cuerpo "¡No necesito que me protejas Peter!" Grité antes de que todo se volviera negro.

Separé un poco la frente de mis rodillas y abrí los ojos como platos. ¿A caso había... recordado?

Me levanté de golpe y me giré cara a la repisa, no me dio tiempo más que a dar tres pasos con decisión. Alguien rodeó mi cuerpo con sus brazos y pegó mi espalda a su pecho, deduje que era un chico por su constitución.

Mi primera reacción fue revolverme, pero al ver que él no ejercía ningún tipo de fuerza sobre mí paré.

— ¿Estás bien? — En cuanto me giré entre sus brazos observé que se trataba del chico de ojos marrones del hospital.

— ¿P...Peter? — Susurré, probando la veracidad del sueño.

— ¿Qué haces aquí? ¿Por qué..? — Un sollozo brotó de mi garganta, callándolo — Ven aquí — Dijo con voz dulce y calmada, apoyó las palmas de las manos en mi espalda, acercándome a él poco a poco.

En cuanto apoyé la mejilla sobre su pecho sentí su corazón latiendo pausadamente, a un ritmo suave y adormecido. No pude evitar cerrar los ojos y pegarme más a su cuerpo, algo en lo más profundo de mi mente me decía que era exactamente lo que debía hacer.

Nuevo cap ;) ¿Qué os parece?

Gracias por leer, votar y comentar, me hacéis el día!!

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