La fábrica

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Lena

Observé a Scott detenidamente. Estaba sentado en el sofá con los codos sobre sus rodillas y las manos entrelazadas frente a la cara. Me recordaba a cuando veníamos todo el grupo a casa de Maggie a pasar el rato. Las cosas habían cambiado mucho y cada uno había hecho su camino. De hecho, tras el percance de la biblioteca, Chris comenzó a evitarme hasta perder el contacto por completo y lo mismo con su novia. Maggie y yo seguíamos como siempre y Scott... no tenía claro que había pasado entre nosotros.

—    Lena — Lo miré con atención, sus ojos marrones estaban clavados en los míos y denotaban cierta seriedad — Cuando decidiste volver con Peter yo lo respeté, pero eso no significa que no te quiera.

Arqueé las cejas.

—    ¿Tú a mi? — Asintió — Si me quisieras aunque fuese un poco me habrías ayudado a recuperar la memoria , como sí hizo Peter. Tú te aprovechaste de que yo no lo recordaba e intentaste que empezase a quedar contigo.

Bufó.

—    Eso no es cierto.

—    Scott, por favor, no soy imbécil. Peter no se fía de ti, lo he visto en la forma en que te mira y por eso yo prefiero no fiarme tampoco.

Me levanté del sillón con el propósito de ir a la habitación a por la mochila. Sin embargo, él se levantó y me agarró del brazo.

—    ¿No lo entiendes? No quiero convencerte de que me quieras, estoy armándome de valor para decirte mis sentimientos. No me puedo creer que reacciones así. Yo no soy una mala persona.

Debía reconocer que en ese momento me sentí mal por haberle dicho eso. Al fin y al cabo nunca me había querido hacer daño a propósito y en teoría no habíamos dejado de ser amigos. Miré el reloj antes de sentarme de nuevo en el sillón, había tiempo.

—    Lena — Me agarró de las manos y las acercó a su boca para darles un beso — Sé que nunca me vas a querer como lo quieres a él, pero al menos dime que alguna vez sentiste algo por mi.

Dudé, aunque terminé asintiendo.

—    Bien — dije en voz baja — Cuando perdí la memoria y nos acercamos más tú y yo debo admitir que sí que sentí una cierta conexión contigo. Pero Scott, eso se acabó, estoy con Peter y si me quieres tienes que dejarme ser feliz.

—    Lo sé, lo sé. Pero es verte con él y yo... — su voz de apagó. Me aguantó la mirada varios segundos y después se levantó con cierta pesadez — No sé qué tiene él que yo no — No respondí — Si quieres podemos ir a tomar algo y...

—    Scott — lo paré — dijiste que tenías algo que me interesaba, ¿de qué se trata?

Dudó antes de contestar.

—    Probablemente te enfade, pero que te interesa ya te lo digo yo — enarqué una ceja — Está en mi coche, abajo en el aparcamiento. ¿Quieres que te lo traiga o vienes conmigo?

Estar con Peter me había enseñado a no fiarme de nadie, eso era algo que me había repetido hasta grabarse con fuego en mi cabeza. Pensé en que si se trataba de una emboscada o algo similar estar encerrada esperando en el apartamento sería mi perdición, por lo que bajar hasta el aparcamiento sería una buena idea en caso de huída.

—    Mejor bajamos, pero espera que cojo la mochila — Dio unos pasos hacia la habitación de Maggie.

—    ¿Te la traigo yo?

—    ¡No! — Me miró con el ceño fruncido — No te preocupes, Scott, ya la cojo yo... gracias.

Me introduje en la habitación y cerré la puerta. Recogí la mochila del suelo y la tiré encima de la cama para así poder agacharme y extender el brazo izquierdo debajo de la cama. Tal y como me había dicho Maggie en su día, allí había un pequeño taburete que me permitiría alcanzar la parte superior del armario, donde se encontraba una caja de zapatos con una cajetilla de balas y una pistola pequeña. La cargué no sin dificultad, guardé algunas balas más dentro de la mochila y escondí la pistola en mi espalda, bien sujeta con la cinturilla de pantalón. Cogí una sudadera que había tirada por el suelo y me la coloqué en la cintura, la pistola pasaba completamente desapercibida.

Spider-manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora