Lena
Un pitido alto y cercano hizo que la mano de Adrien, estirada hacia mí para que yo la tomara, se revolviera como si de un charco de agua se tratara, haciéndose cada vez más y más borrosa, hasta el punto de disiparse por completo.
Apreté los párpados y, pese a estar despierta, me mantuve quieta unos minutos más, completamente deleitada por la suave sensación de estar entre una pila de sábanas. Con delicadeza me revolví entre ellas y enterré la cara en la almohada, igual o más suave que las mantas que me cubrían de pies a cabeza.
Inspiré. El olor era dulce, agradable. Remoloneé entre las sábanas unos segundos más antes de erguirme. Observé la habitación de arriba abajo, paredes blancas, mantas blancas, muebles blancos... y, sobre uno de los dos sillones oscuros situados frente a mi cama, Maggie.
Me llevé las manos a la boca, incrédula. Pestañeé repetidas veces, procurando convencerme a mí misma de que esto no era un sueño, de que era real. Me acerqué a ella dando pasos lentos y cortos, sin dejar de mirarla. Ella estaba dormida pero, en el momento en que le rocé la rodilla con los dedos abrió los ojos de golpe, clavándolos en mí.
— Lena — Su voz era casi un susurro, algo ahogada.
— ¿Qué... qué ha pasado? — De pronto, mis piernas comenzaron a temblar, al igual que las manos.
— Te eché de menos — Murmuró, levantándose del sillón a la velocidad de la luz y estrechándose entre mis brazos con una fuera descomunal, logrando que me tambaleara en el sitio — ¿Cómo te encuentras?
— Bien... creo.
Asintió varias veces y comenzó a palparse los bolsillos del vaquero con la mirada clavada en un punto fijo del suelo.
— Voy al coche a por el móvil, tengo que hacer un montonazo de llamadas para decirle a todo el mundo que estás... — Me sonrió —... bien — Exhaló un suspiro — Ahora vuelvo.
No me dio tiempo de decirle nada, de pedirle que se quedara conmigo y no me dejara sola. Estaba confundida, contenta en parte, pero la confusión y el temor del qué pasará eran los que reinaban en mi interior. Suponía que estaba en un hospital, pero la razón por la cual estaba aquí... no.
Tras pasarme varios minutos con la vista fija en la pared decidí que era hora de salir de la habitación, así que me dirigí a la puerta con paso lento y cuidadoso, rodeé la manilla con la mano derecha y abrí la puerta, encontrándome con una pequeña sala de espera con únicamente dos hileras de sillas de plástico. Todas vacías.
Miré a ambos lados, a mi izquierda se extendía un largo pasillo que parecía dar a otra sala igual que esta y, a mi derecha, unas puertas de madera y cada una con una ventana en la parte superior, por la cual se distinguían unas escaleras.
Dirigí mi vista hacia abajo, descubriéndome cubierta únicamente por un pijama con el logo del hospital.
— ¿Hola? — Mi voz era más débil de lo usual, por lo que dudé que, en el caso de que hubiera alguien cerca, me escuchara.
Sin embargo, la puerta de mi derecha, la que daba a las escaleras, se abrió casi al segundo, dejando a la vista a un chico despeinado y con apariencia de no haber dormido lo suficiente. Llevaba puesto un fino jersey azul y unos vaqueros, en su antebrazo colgaba un chaquetón azul marino y en las manos portaba un café y un periódico.
Entró en la sala con la vista fija en el suelo y murmurando maldiciones casi inaudibles. Dejó el café en la silla más cercana, al igual que el abrigo. Se sentó en la silla contigua y, frente a mí, abrió el periódico y comenzó a leer en voz baja.
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Spider-man
FanfictionHistoria post Gwen Stacy: Helena Hobbes es una joven universitaria de la ciudad de Nueva York, cuya vida dará un giro de 180º al sobrevivir al accidente de coche que acabará con la vida de su amiga Kylie. Las secuelas del accidente se hacen pre...