Duende

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Peter

Habían pasado tres semanas desde todo aquello. Tres desesperantes semanas en las que la policía de Nueva York no había dejado de intentar, ni por un momento, que confesaran donde estaba Lena.

Estaba agotado, desesperado de querer y no poder saber nada de ella. Estas últimas semanas, los días habían transcurrido lentamente, en un sinfín de tareas y quehaceres con las que Tía May procuraba desviar mi atención de Lena. Mas era imposible. Mi cabeza única y exclusivamente pensaba en ella y en solamente ella.

— ¿Qué vas a hacer hoy, cielo? Necesito ayuda con las flores del jardín.

Tia May me agarró de la muñeca en cuanto me levanté de la silla del comedor. Sus pequeños ojos azules examinaban mi expresión facial con precisión, como intentando adivinar qué era lo que pasaba por mi mente en esos momentos.

— Tengo que irme — Pegué la silla a la mesa y me separé de mi tía — Voy a la policía — Me expliqué, al ver la duda en sus ojos — Necesitan que vaya a hablar con ellos, me llamaron ayer por la noche.

Quizás no era exactamente la verdad, pero era lo único que necesitaba saber ella.

— Pero Pet... cariño ¿Estás bien como para ir a hablar de... ella? — Asentí poco convencido.

— Si puedo ayudar en algo a encontrarla lo haré, duela lo que duela.

— Sí... pero... — Estrechó mis manos entre las suyas, observándome con los ojos tristes — ¿Y si está...?

El hecho de que dejara la pregunta en el aire provocó que la presión en mi pecho aumentara con creces. Separé nuestras manos con cuidado y me agaché para besar su mejilla.

— Prefiero saberlo y no quedarme con la duda.

En realidad no me habían llamado a mí. Es decir... sí, pero no a Peter Parker. Me pondría el traje nada más salir de casa e iría lo más rápido posible a comisaria.

Atravesé el pasillo en grandes zancadas, escuchando a Tía May arrastrar la silla detrás de mí. No quería confrontarla, sabía que se preocupaba por mí y se lo agradecía pero, lo mejor que podría hacer por mí en este momento era dejarme ir a la comisaría.

— ¿Te vienen a buscar, cariño?

— No, voy andando — Una exclamación de sorpresa hizo que mi labio se curvara en un amago de sonrisa.

— ¿Andando? ¡Pero está a una hora! — Me ajusté la mochila y me agaché débilmente para poder besarle la frente durante unos pocos segundos.

— Media hora a paso rápido — Acabé diciendo, rebatiendo su argumento.

Aun así, no le dio tiempo de añadir nada más ya que abrí la puerta y me escurrí hacia el otro lado, cerrándola después de mí.

* * *

En cuanto abrí la puerta de la comisaria todos en su interior se giraron para mirarme. No era algo que me llamara la atención, básicamente porque era mi día a día como Spider-man, como Peter Parker en cambio...

Di un corto paso hacia delante, buscando con la mirada al Jefe de Departamento Ronald Clifford, con quien había hablado días atrás sobre el caso. Era un hombre de mediana estatura, de pelo canoso y pequeños ojos azules, con una llamativa expresión seria y enfadada. Su barriga cervecera y la curiosa forma en la que se colocaba los pantalones — tirando de las gomas hacia atrás y dando un pequeño saltito — fueron lo que me ayudaron a descubrirlo al lado de la máquina de café, charlando con el Inspector John Bentley, quien también ayudaría en el caso.

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