Oscuridad

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Tenía miedo. Sí. Tenía mucho mucho miedo. El temor de que algo le pasara a Peter me invadía de una forma horrible, sólo pensarlo me provocaba ganas de vomitar.

Cerré los ojos con fuerza, inspiré y expiré repetidas veces, intentando calmarme. Sostenía la pistola entre las manos, temblorosas, y mantenía la vista fija en la puerta, pese a que lo único que veían mis ojos era oscuridad absoluta.

Me daba pavor respirar fuerte, o hacer un movimiento brusco o incluso que se me escapara un ligero gemido de cansancio, pues no era consciente de si se escuchaba o no fuera del refugio.

También tenía sueño, no existían palabras suficientes para expresar como de cansada estaba, como de agotada. Cerrar los ojos era una tentación enorme, pero sabía que no era una buena idea.

Estaba sentada en la tapa del inodoro, con ambos brazos estirados frente a mí y la boquilla del pequeño arma rozando la puerta de madera. Pese a que no era la posición más cómoda, el miedo a que abrieran la puerta y no me diera tiempo de alzar la pistola me obligaba a mantenerme así, como si de una estatua me tratase.

¿Y Peter?¿Estará bien? ¿Y si le están haciendo daño o... algo peor?

Un escalofrío me recorrió la espalda sólo de pensar en Peter sufriendo.

"Lena, no hagas tonterías. No hagas tonterías. No hagas tonterías. No hagas..."

Abrí los ojos de golpe al escuchar la puerta de la trampilla caer con fuerza por las escaleras. Aguanté la respiración varios segundos, hasta que escuché las voces masculinas de antes. Buscaban a Spiderman y aquí no estaba, todo iba a ir bien, lo único que debía hacer era permanecer en el interior del baño sin hacer ruido y ellos se irían.

— Jev – La voz rasposa de antes sonaba lejana a la puerta del aseo – Parece que no hay nadie.

— Tú lo has dicho, Rob – Dijo otra voz, esta vez desconocida – Parece.

— Pero... el chico de gafas salió corriendo, ya no hay nadie.

El corazón se me paró en seco. ¿Peter... había salido corriendo? Me había dejado aquí sola, a la intemperie.

— Ya,pero hablaba con una chica, tú mismo lo oíste. Tenemos que buscarla, puede que sea la que el Duende Verde quiere.

Las manos me temblaron más de lo que lo habían hecho antes y, sin poder evitarlo, la pistola se resbaló e inició un corto e imprevisto viaje al suelo. Lo primero que tocó el suelo fue la boquilla,después el cuerpo.

Exhalé todo el aire aprisionado en mis pulmones y me agaché para coger el arma lo más rápido posible. No me sorprendí cuando, mientras me agachaba, la puerta se abrió y alguien me agarró algunos mechones de pelo y tiró de mí fuera del baño.

Aunque, queme lo esperara no quería decir que no me doliera, o que no me asustara.

— ¡Tengo a la chica! ¡Tengo a la chica! – El tal Rob, un señor de gran complexión, me obligó a arrodillarme sin soltarme el pelo.

A pesar dela fuerza que ejercía sobre mi cabeza, empujándome hacia abajo,logré ver frente a mí un par de botas negras manchadas de barro en la puntera. Estas estaban paradas a pocos pasos de mí, lo que hizo que me pusiera en guardia.

Rob me empujó más hacia abajo, logrando que mi frente tocara el suelo de parqué. No tenía donde guardar la pistola, puesto que lo único que llevaba era mi ropa interior y la camiseta de Peter.

— ¿Es ella?

— No lo sé, no lo miré – Apreté la mandíbula y me revolví,aun sabiendo que no conseguiría nada con ello – ¿Tienes ahí la foto?

Spider-manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora