Lo siento- dijo está vez Geraldine.
No, no, no!- grité jalándome los pelos.
Voltee a verlas y con cara de maniática les dije: -Así que lo sabían- tragaron grueso- Diganme, tengo cara de estúpida? Porque parece que sí! Todo el mundo me miente en la cara, me oculta cosas, me engaña!- grite con impotencia- Se supone que son mis amigas del alma y miren, me engañan también-
Nosotras... Ni se les ocurra tratar de darme una explicación, no, ni se les ocurra verse igual de patéticas que él tratando de dar una explicación que no existe!- dije interrumpiéndolas.
Si ya sabían para que me hicieron contarles? Qué querían? Ver que tanto me dolía? Y después como el par de hipócritas que son abrazarme y consolarme? No, eso si que no- dije firme.
Nosotras no queriam....No, no importa... pero.... no, no!- dije batuquiando mi mando al frente de sus caras para que se callaran. Abrí la puerta de mi habitación y miré por última vez sus rostros que mostraban tristeza y decepción de si mismas, pero no podía sentirme mal por ellas, no ahora. Cerré la puerta de un portazo y corrí escaleras a bajo hasta llegar a la planta baja, abrí una pequeña puerta que daba paso a un cuarto pequeño, cuyas paredes eran color crema y tenía una lámpara pequeña de cristal que colgaba en el techo y le daba un aspecto elegante. Esperé como una tonta a que llegara ella, aquella a la que siempre acudía cuando tenía un problema o algo que me causara felicidad, a quien le contaba mi mas íntimos secretos y a la única persona con la que me permitía desahogarme, mi nana, Zoraida, pero ella no estaba, y no sabía cuando la vería de nuevo, tantas cosas estaban ocurriendo y yo solo quería poder poner pausa a todo y tomar un respiro de tanto drama, llanto y dolor.
Me senté en la cama que había en aquella pequeña habitación, agarré una almohada que tenía impregnado su perfume y lloré sobre ella, sin reprimirme más por llorar o sentirme mal, porque si te pasaba todo esto y no llegabas a derramar una sola lágrima no eras humano, porque, como soportar tanto sin llorar?, Imposible, y aunque no me diera cuenta llorar me ayudaba a sentirme mejor, a botar todo el dolor y seguir.
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Ser una princesa
LosoweMi nombre es María, si María, es muy común el nombre, lo se, yo me hubiera puesto solo Francisca, pero bueno, soy María Francisca, soy una persona importante por decirlo así, no es por presumir, realmente no es algo del otro mundo, soy una princesa...