Que te vaya bien en carcel y... Creí que te gustaban los chinos

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Los carros nos llevaron al castillo, mi padre se acercó corriendo a mi.

Estás bien?- preguntó preocupado.

Si- dije antes de que me abrazara.

Lo siento por todo- me dijo triste. Hice una mueca- No es el momento- le dije cortante a mi padre.

Mi padre hizo que unos médicos atendieran a los rehenes, tenían algunos raspones, pero no más de eso, en el suelo había una niña que lloraba. Me acerqué a ella.

Ya está todo bien- le dije agachada a su altura.

Mi mamá-lloraba- no está mi mamá- dijo.

Le pregunté a los demás rehenes si sabían algo, dijeron que su madre ponía mucha resistencia y la mataron, quedé impactada, sin palabras, aquellas personas habían visto eso, la niña se quedó sin su mamá, yo sabía lo que era eso, me daba tristeza por la niña, no era justo.

La abracé.

Todo estará bien- le dije.

De pronto un hombre se acercó corriendo hacia nosotras y al ver a la niña empezó a llorar, debía ser su padre.

Mi niña- decía.

La niña corrió hacia su papá, ellos me recordaban a mi y a mi padre, solos, tristes, pero la diferencia era que su padre estaba ahí para consolarla y algo me decía que saldrían de esa juntos, no como yo, que lo superé sola ya que mi padre se encerraba en su propia depresión, que lastima, pusimos haberlo superado justos.

Me acerqué al líder de una tropa y le pregunté por Rafael, al parecer no sabía de quién le hablaba.

Me senté en el piso viendo a las familias encontrase con sus seres queridos, llorando y abrazándose felices, mi primo, Sofía, todos reencontrandose con su familia, padres, madres...

Y yo ahí sentada.

De repente unas manos tomaron las mías, era nana, me sonreía.

Ya todo está bien- dijo ella.

No estaba segura de eso.

Ya serás libre- me dijo al oído y me abrazó.

Entró al Castillo y desapareció de mi vista, de seguro iría a si cuarto a descansar, no la culpaba, pasar por todo esto cansaba mucho.

Un carro llegó con las últimas tropas que quedaban en aquél lugar. Me paré de golpe.

Del carro salieron dos hombres que llevaban a un hombre, a ese tipo de perversa mirada y sonrisa. Se detuvo a mi lado.

Esto no acaba- dijo él.

Yo creo que sí, que te vaya bien en prisión- le dije sonriendo.

Él gruñó y siguió caminando agarrado de los hombres.

No había rastro de Rafael, bajé la cabeza triste.

Estaría muerto?- ante esa idea me sentí echa polvo. ¿Por qué me importaba tanto? ¡A penas lo conocía!

Hola- dijo una voz haciéndome saltar del susto.

Era Rafael.

Te asusté?- preguntó mientras se burlaba.

Si serás....-dije mirándolo mal- No sabía que eras un mal bromista-.

Hizo una mueca- Se supone que dices que soy un idiota y que no te vuelva a hacer preocuparte por mi- dijo.

Ah, sí, no vuelvas a hacerme preocupar- le dije.

Nos miramos fijamente durante un largo tiempo,  sentí mariposas en mi estómago algo que desde hace mucho no me ocurría, y me sonrojé como normalmente lo hace Geraldine.

¿Qué rayos?-pensé-.

Bueno... Adiós- le dije nerviosa y salí corriendo lejos de él.

Que cobarde- dije en voz alta.

Estoy de acuerdo- dijo Geraldine asustandome.

Ah!- grité y pegué un brinco a penas habló.

Me miraron burlonas.

Creí que te gustaban solo los chinos- bromeó Cira.

Gruní.

No eran los negros?- preguntó Geraldine.

No eso fue hace tiempo- explicó Cira.



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El próximo capítulo será el último de ésta historia, seguiré editando la historia para mejorarla más, tendrá misma trama pero le cambiaré una que otra cosa...

Gracias por leerme 😉

Ser una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora