Iria
Cómo bien decía mamá, ''los chicos son unos tramposos''. Y tenía toda la razón del mundo. La tristeza se apoderó de mí en cuanto pensé en mi madre. ¿Dónde estaría? y lo peor de todo: no sabía siquiera si se encontraba en la base. Tal vez había logrado escapar, quería que así fuese, me gustaría que hubiera sido ella la que escapara de esta cárcel sin rejas, pero...¿Y si no? ¿Y si la atraparon y no la dejan salir en el resto de su vida? ¿Y si no la vuelvo a ver nunca más? No. No permitiría que Pat la tuviera como rehén hasta cuando él quisiera soltarla,(si es que lo hacía). Ella había hecho todo lo posible por mí, y lo mínimo que yo podía hacer era encontrarla. Aunque me fuese la vida en ello.
-¿Hola?-Una mano se agitó una y otra vez por delante de mi ojos, devolviéndome a la realidad.-¿Hay alguien ahí? ¡Tierra llamando a Iria! ¡Bip bip bip!
Cuando recobré la vista, Sett imitaba el sonido de un ovni con una gran sonrisa dibujada en su rostro cuando se percató de que ya le hacía caso.
-¿Estás bien?-Me dijo, y su sonrisa perdió su forma.
-Si. Estoy bien.-Traté de sonreír, aunque sin mucho éxito.
Gin dialogaba con Ben en la otra punta de la habitación. La chica alzaba las manos con nerviosismo, mientras que el chico trataba de no perder también él los nervios. Parecía ser que estos dos no se cansaban de discutir nunca.
Sett siguió la dirección de mi mirada y al ver a los dos adolescentes dándose de patadas, escondió una sonrisa. De esas torcidas que tanto me gustaban.
-¿Los paramos o dejamos que se maten? Piénsalo: serían dos pesados menos.-Me dijo pinchándome el brazo con un dedo.
Me reí.
-Los paramos.-Dije.
Sett resopló no muy contento con mi decisión y avanzó hacia sus compañeros.
-Bueno, bueno, bueno...¿Pero qué pasa aquí?-Se le veía mucho más animado y simpático, aunque ya lo era. El juego le había dejado una buena huella, a pesar de que en teoría, habíamos ganado nosotras.
-¡Este idiota ha cambiado de opinión! ¡Dice que ahora la mejor decisión es salir fuera, a no sé qué cosa!-Exclamó Gin, haciendo espavientos con los brazos, sin intentar calmarse siquiera.
-¡Y sabes que tengo razón! ¿Qué vamos a hacer aquí parados? ¡Está claro que no va a venir!-Gritó Ben.
-¡Pero si hace unas horas estabas diciendo que lo esperemos de brazos cruzados! ¡Que seguro que iba a aparecer tarde o temprano, que lo volveremos a ver...bla bla bla!
Sett y yo mirábamos a uno y a otro, esperando ver quién tenía razón. Desde mi punto de vista tenían razón los dos; Gin por hacerle caso a Ben(que eso ya era bastante para ella) y quedarse ''de brazos cruzados'', y Ben por pensar en una nueva idea y decidirse a salir al exterior. Pero claro, nosotros también componíamos el grupo, así que teníamos derecho a opinar.
-A ver si me aclaro: Ben ha cambiado de idea y tú le recriminas por darle completamente la vuelta a la tortilla en solo tres horas. ¿Me equivoco?-Dije, poniendo orden a mis pensamientos.
-Exacto.-Coincidió Gin. Estaba claro que luchaba por mantenerse en un estado tan pacífico que me parecía casi imposible que fuera capaz de lograrlo, ya que ella era precisamente todo lo contrario mirases por donde la mirases.
Rectifiqué y con una última mirada fugaz hacia Sett, hablé:
-Yo pienso que deberíamos probar cosas nuevas, como dice Ben, aunque tu también tienes razón, Gin: ha sido todo muy precipitado, pero si no nos ponemos las manos a la obra en cuanto antes...ya será demasiado tarde, ¿No crees?-Mi mirada coincidió con la de mi amiga, que era justo lo que estaba buscando.
Suspiró.
-Supongo que tienes razón.
-Bien. En ese caso, pongámonos en marcha.
Ben abrió la puerta de un batacazo, ya que nosotros no podíamos quitar el seguro que habíamos puesto en la puerta anteriormente para que los guardias no entraran. Pensé que se molestaría en quitar el seguro, pero claro, se me olvidaba que el grandullón de las manazas gigantes era Ben, y Ben JAMÁS quitaría delicadamente el seguro de una puerta.
El pasillo estaba completamente en silencio, no parecía haber ni un alma excepto las nuestras. La penumbra que cubría el ambiente nos gritaba que volviésemos dentro, pero no le hicimos ningún caso; teníamos una misión que cumplir.
Lo único que se distinguía en la oscuridad era la gran figura de Ben, que avanzaba con pasos decididos. Sus botas pesadas chocaban contra el metal y emitían fuertes sonidos parecidos a los graznidos de un cuervo. Estaba claro que con este chico no se podía ser silencioso, fueras a donde fueras.
-¡Ben!-Susurró su compañera.-¿Puedes hacer el favor de no hacer ruido, idiota?
-¡Lo intento!-Le contestó éste también en un susurro, aunque bastante alto desde mi punto de vista.
Se esforzó en no levantar demasiado las botas para que así no impactaran tan fuerte contra el suelo. Sus sonidos se fueron suavizando, pero después de unos minutos caminando, comenzaron a escucharse de nuevo.
-¡Nos van a descubrir por tu culpa, idiota!
Él gruñó por lo bajo y se agachó ante la mirada atenta de los tres, que no éramos capaces de distinguir lo que estaba haciendo. Habíamos quedado en no usar nuestros poderes por el pasillo, ya que los guardias o quien estuviera en ese momento por al lado de nosotros, podría pillarnos. Mi llama emitía demasiada luz y era suficiente como para iluminar medio pasillo y que se nos vieran las caras, así que, opté por ser humana por unos minutos.
-¿¿Pero se puede saber qué haces??-Le reprochó la peli-verde.
En respuesta, un fuerte tufo parecido al queso nos llegó a las fosas nasales y dio paso a las arcadas.
-¡Joder, Ben! ¡Ponte los malditos zapatos de una vez!
Todos nos tapamos la nariz con una mano y empujábamos el aire con la otra. Una carcajada amenazaba con salirse de mis cuerdas vocales y yo luché todo lo que pude para pararla, pero no pude; un pequeño escape de aire salió de mi boca, provocando un sonido similar al de un...
-¿¿Y ahora quién se dedica a tirarse pedos?? ¡¡¡Lo que faltaba!!!
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¿Esa Soy Yo?
Science FictionElla era una chica normal, incapaz de manejar su furia. La buscan, pero ella se esconde. Le hablan, pero ella calla. La encuentran, pero ella escapa. Él era un chico normal, capaz de enfrentarse a la ira de ella. Lo manejan, pero él corta las cuerd...