PARTE 25

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Iria

-¿Cuánto falta?

Fue la décima vez que Sett repetía esa misma pregunta. Gin,en respuesta,no paraba de insultarle por lo bajo y de  mandarle callar.
Esta vez,estaba de acuerdo con mi amiga: Sett podía llegar a ser el tío bueno más pesado del planeta.

Ninguna de las dos le contestamos, pero yo le lancé una mirada divertida, por haber pasado de él.
Ben parecía pasárselo de muerte cada vez que sacaba de las casillas a su compañera, y tenía razón: en cierto modo, hasta puede resultar gracioso.

Llevábamos oliendo a queso podrido todo el camino, a pesar de que le obligamos a ponerse las botas, pero no lo hizo, deberíamos haberlo supuesto.

La luz se filtraba por entre las bisagras de las verjas, por lo que se podía ver con claridad dónde poníamos el pie, lo que levantó mis sospechas de que habíamos partido de noche.
Los bancos de metal que teníamos al lado relucían ante el creciente sol, aquella enorme bola de fuego situada a millas y millas de nuestros cuerpos. Me recordaba a mis ataques, hasta llegué a la conclusión de que en caso de que llegara a tocar el sol, no me quemaría, tal vez hasta sería capaz de absorber el calor, pero está claro que eso no va a pasar. Debería estar ya ida del todo para tocar el sol,y no hablamos de una pequeña chispa de fuego...

Sett adelantó al grupo y se dispuso a sentarse en uno de los bancos de metal. Se dejó caer lentamente sobre él, y cuando su carne lo cubría, se puso en pie de nuevo de un salto y se llevó la mano al trasero.

-¡¡¡AUCH!!! ¡Cómo quema!-Gritó, abriendo demasiado la boca.

Gin se partió de la risa por la reacción del chico,y después, con una sonrisa vengativa, le contestó:

-Te aguantas. Ese es tu castigo por llevar preguntando "cuánto falta" todo el camino.

Él le lanzó una mirada asesina, pero se unió a sus risas.

Ben, que iba a sentarse al lado de Sett, volvió a su posición de inmediato al ver lo que le había pasado a su amigo. Lo que provocó aún más risas todavía.

Entonces, como si quisieran arruinarnos el momento de felicidad, se escucharon dos voces masculinas, provenientes de la otra punta del pasillo.

Como movimiento reflejo, Sett perdió su sonrisa y me arrastró con él hacia una esquina. Ben se mantuvo alerta y Gin le ordenó que se reuniera con nosotros. Por suerte, la esquina era bastante amplia y cabíamos los cuatro de sobra. Estaba conectada a la puerta de otra habitación, así que, en caso de que nos descubrieran, solo teníamos que abrir la puerta y apechugarnos contra ella todo lo que podamos.

-¿Crees que los encontraremos?-Preguntó una voz.

Se hizo el silencio, el otro guardia no contestaba, y ,por un momento, creía que nos habían descubierto, por lo que agarré con fuerza el pomo de la puerta.

-Estoy seguro. No pueden andar muy lejos...-Contestó la otra voz, y se me cayó el alma a los pies.

Esa voz... me apostaba lo que fuera a que la conocía.

Sett se removió, inquieto, a mi lado. Cuando lo miré, lo vi con los ojos abiertos como platos; él también la había reconocido. Me tapé la boca con una mano y sostuvimos nuestras miradas, esperando algún susurro por parte del otro.

Gin y Ben nos miraban como si fuéramos bichos raros, y los entendía: no era muy normal escuchar una voz ''desconocida''( que era lo que ellos pensaban) y taparse la boca de sopetón.

Hice el amago de girar sobre la esquina y mirar al hombre a la cara, pues estaba segura de que lo conocía, pero mi chico me agarró del brazo, arruinando mis intenciones.

-No.-Le leí los labios.

Forcejeé con su brazo, intentando librarme de su agarre, pero ni en mil años lo conseguiría. Sett era capaz de levantarme con un solo dedo.

-No.-Repitió. Y esta vez me rendí.

Tenía clara una cosa: Pat no era, de eso estaba más que segura.

-¿Qué os pasa?-Nos susurró Gin.

-Creemos que conocemos a uno de los guardias.-Contestó Sett, también en un susurro.

Ella pareció maniobrar algo en su mente, posiblemente buscaba ponerle caras a las voces. Entonces, cuando abrió la boca para responder, las voces se escucharon de nuevo, esta vez muchísimo más cerca, lo que me hizo estremecer y sujetar el pomo de la puerta entre mis manos nuevamente, con ansia.

-Tienes razón, no deben andar muy lejos...-Murmuró la primera voz.

-Tarde o temprano aparecerán, no creo que aguanten mucho sin comida ni bebida.

Mi cuerpo volvió a temblar y sentí un repentino escalofrío. Parecía que hasta las piernas me fallaban, y amenazaban con dejarme caer al frío suelo plateado, pero me convencí de que eso no pasaría y me recobré sobre mis pies.

-Creo que los conozco. No estoy del todo segura.-Aseguró ella.-Ben, ¿Sabes quiénes pueden ser?

Ben ladeó la cabeza y se llevó un dedo a la barbilla, frotándosela, como si estuviera jugando un torneo de ajedrez. Me percaté de que comenzaban a nacerles diminutos pelillos rubios justo debajo de los labios, cosa que me hizo esbozar una pequeña sonrisa, pero desapareció al instante acordándome de la gravedad de la situación. El chico emitió un ruidito de afirmación y con las dos manazas en la mejilla, tratando de que no le leamos los labios, se acercó a su compañera y le susurró algo al oído. Después, los dos asintieron. Parecían haber dado con la respuesta, y los dos estuvieran pensando lo mismo desde el principio, solo que no estaban seguros de expresarlo en voz alta por no dar paso a la equivocación.

-Creemos que sabemos de quién se trata.-Anunció mi amiga. Y Ben asintió aprobando sus pensamientos.

-Está bien...dispara.-Le incitó Sett.

Gin se preparó para hacer estallar la bomba abriendo la boca para articular los nombres.

Me puse tensa al instante, por lo que Sett lo notó. Él acunó mis manos entre las suyas, cubriéndolas por completo, y me dio un fuerte apretón, infundiéndome ánimos. Pero no los tenía, los había perdido. Sabía lo que venía a continuación, y me apretujé más contra él para no perder el equilibrio y darme de bruces contra el suelo...me tapé los oídos, intentando amortiguar el sonido del familiar nombre que mi amiga estaba a punto de decir, pues sabía de quién se trataba, solo me hacía falta confirmarlo. Entonces, Gin disparó:

-Uno de ellos no es guardia, es como nosotros, y lleva aquí más años que cualquiera que puedas encontrar merodeando en la base. El guardia se llama Samuel, y el otro recibe el nombre de Leo.

Entonces, mis piernas fallaron y si no hubiera sido por Sett, me habría caído, exponiéndome a Leo, el supuesto compañero de viajes que tanta confianza tuvo con mamá.

¿Esa Soy Yo?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora