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  K Y L A N 

No recuerdo donde puse las llaves la ultima vez que las utilice. Tampoco recuerdo cuando fue eso. Son pasadas las tres de la madrugada y me he pasado la mitad del tiempo buscándolas. Mi habitación es un completo tiradero.

La otra mitad del tiempo he estado intentando decidir si era buena idea seguir mis impulsos o mandaba todo a la mierda junto con el horrible consejo de Ty. ¿Por que tuve que pedírselo en primer lugar? Nada bueno sale cuando viene de esa chica.

Pateo la mesa de noche, porque después de todo lo que me costó tomar el valor para buscarlas, ahora no doy con ellas. El mueble cae de lado junto con el reloj, la taza de té, mi celular y algunos papeles.

Y también las llaves.

¿Qué demonios?

Solo entonces recuerdo que hay un pequeño borde bajo la mesita de noche y que por alguna razón, aquella vez pensé que sería un buen lugar donde dejarlas, que no estuviera lejos pero que no fuera a verlas cada vez que buscaba algo que estaba cerca de ellas.

Las tomo y guardo en el bolsillo de la cazadora, tomo mi teléfono móvil y camino por arriba de todo, dejando el desorden cómo está y salgo al mismo tiempo que siento la puerta de entrada cerrar también. Casi quiero salir corriendo a esconderme antes de que alguien me vea salir de la habitación a estas horas; sólo conseguiré una y mil preguntas. Pero lo que recibo no son palabras, sino un gruñido y un suspiro. Me giro extrañado, reconozco la forma en que ella suele expresarse, como si fuera el monstruo del lago. Está de pie, apoyada en la puerta y mirando el suelo en silencio, al parecer no se ha percatado de mi presencia, aunque tampoco parece que se dé cuenta de nada en realidad. Vuelve a suspirar, levanta la vista y sus ojos dan conmigo, que por algún motivo aun no me muevo de mi sitio. Viste un apretado vestido rojo bajo una cazadora que debe de ser de algún chico desconocido. Unas botas que no pegan para nada con su atuendo, pero si con su estilo, y el cabello anaranjado rizado muy revuelto. Parece fuego.

Me dedica una sonrisa de oreja a oreja, como si estuviera realmente feliz de verme. Eso es suficiente para alertarme de que algo no anda bien. Me doy cuenta de que es la primera vez que la veo sonreír, sonreír de verdad, sin soltar sarcasmo de sus labios. Como siempre la hago enfadar no me dedica más que ceños fruncidos. Sus ojos brillan al tiempo que deja caer las llaves sin siquiera mirarlas.

— ¿Qué haces acá?

—No...— intenta decir. Niega con la cabeza y cambia de idea. —Las llaves no me dejaban entrar. ¡Malditas! — les grita con una risa mientras apunta al objeto inanimado en el suelo.

Forma un puchero con sus labios y se pone derecha para comenzar a avanzar en hacia mí con pasos tambaleantes. Arrastra los pies con pereza, pero de alguna forma logra llegar a la sala.

— ¿Estas ebria? — le pregunto, aunque es evidente que se he pegado hasta un baño con el alcohol. La rodea un aroma a whisky, cerveza y cigarrillos, sus ojos están rojos y brillosos. Quizá también se ha drogado.

Aquel día nos dijo que no traficaba, pero no tuvo problemas en admitir que consume.

Niega con la cabeza sin dejar de sonreírme y se tira al sillón a sus espaldas; aunque en su estado probablemente solo tuvo suerte de caer en él.

—Ian va a matarte— le digo y me permito sonreírle, porque la situación es graciosa, su sonrisa es contagiosa y de seguro mañana no se acordará ni siquiera de cómo llegó aquí.

—Essstaba conmigo.

Ya sé dónde estaba. Los chicos se fueron de fiesta junto Tyee. Jamás pensé que fuera de ese tipo de tías que va a las fiestas de Elite. Aunque hablando en serio, Tyee no se parece a ningún tipo. La fiesta de cumpleaños era de una tía de último curso de psicología y se celebraba hoy en las afueras del complejo. También recibí invitación, pero ni siquiera me molesté en abrirla. Esas cosas no son de mi interés, el sobre aun descansa en mi basurero. Los chicos intentaron convencerme, pero como siempre, terminaron por rendirse e irse sin mí. Había olvidado que Tyee seguramente estará en todos y cada uno de los eventos desde aquí en adelante. Aprovechará la fama que eso le ha traído.

Perfecto Desastre | Titanes I |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora