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  T Y E E 


Me regreso a casa casi arrastrando, aun cuando se que mentalmente tengo que hacerme el animo para ir a mi siguiente clase. No se porque en algún momento pensé que trabajar entre las ventanas de clase no iba a destruirme como lo esta haciendo en estos momentos. Pero tampoco es que me quede mas opciones. De por si ya es difícil combinar la universidad con trabajos, porque las clases no son de corrido, los tiempos no cuadran y los horarios mucho menos. Los trabajos que te puede ofrecer la universidad no alcanzan a ser lo suficientemente bien pagados como para solo vivir de ellos, así que tampoco me quedaban muchas opciones. Y en este lugar, pese a lo gruñona que puede llegar a ser la dueña, presiento que de cierta forma me tiene algo de lastima, porque me ayuda a arreglar mis turnos con mis tiempos muertos, intentando que la mayoría se centren durante el día, y que para cuando sea mi ultima clase de la universidad, yo pueda volver a casa y descansar o estudiar.

Eso no se consigue en cualquier parte.

Me detengo súbitamente cuando encuentro una figura sentada frente a mi puerta, y por un segundo antes de que alce la cabeza y me muestre su cara, estoy a punto de caminar de vuelta. No me gustan este tipo de visitas inesperadas.

—¿Ian?

Él se pone de pie y su cara denota completo alivio. —Joder, menos mal eras tu. Me aterraba que en tu lugar apareciera Vike. No sabía que hacer.

—Eh... ¿Llamarme?

—Lo hice.

—Ah.

Ni siquiera lo cuestiono porque de seguro es verdad. No he revisado mi teléfono realmente. Cuando salí de turno me limite a insertar los audífonos y ponerle play a la música. Solo entonces caigo realmente en la cuenta.

—¿Qué demonios haces acá?

—¿Va a llegar Vike pronto? Realmente no quería venir hasta acá. Quizá podríamos ingresar.

—Joder, si, claro.

Abro la puerta del departamento y lo dejo ingresar. En el interior veo a Atria que va camino a su habitacion desde la cocina. Se nos queda mirando un instante cuando me ve ingresar con Ian. Incluso lanza una mirada inquisitiva, pero para mi sorpresa ni siquiera abre la boca y se encierra en su habitacion sin dedicarnos una segunda mirada.

Me encamino hacia mi habitacion y dejo la mochila sobre mi escritorio, junto a toda la mierda que no he tenido tiempo de ordenar. Mi hermano frunce la nariz mientras mira a su alrededor.

—Ahórrate tus comentarios.

Suelta una sonrisa seca. —Estaba a punto de decirte lo... decorativo que me resulta.

Miro a mi alrededor. Por supuesto que mi escritorio esta lleno de libros y cuadernos, hay una taza del té que me tome la noche anterior mientras estudiaba, sobre la silla esta la ropa limpia que moví de la cama para poder acostarme, y por las puertas abiertas del closet se pueden ver que cuelgan algunas prendas mal dobladas. Pero me preocupe de airear mi cama y tenderla antes de irme esta mañana, y no tengo zapatos por los alrededores porque me jode ver cosas en el piso. No es lo que se describiría como una habitacion pulcra y ordenada, bien. Pero cuando tu día comienza a las 6 o 7 de la mañana y termina pasada las 9 de la noche, hay cosas que ciertos días puedes pasar por alto.

Se suponía que ordenaría esto justo en este momento, pero siempre hay imprevistos.

—¿Y bien? —Comienzo, ignorando sus burlas—. ¿Qué haces acá? Si me dices que dejaste a tu hija atrás para volver a tu vieja vida, voy a patear tu trasero de vuelta a Estados Unidos.

Perfecto Desastre | Titanes I |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora