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Diciembre 18, 2016
10:33 Pm

T Y E E

No creo que mi fuerte sea tratar con personas, para ser honesta. Me lo planteo mucho mientras trabajo en el café. Y no puedo evitar preguntarme como es que tengo planeado hacerlo cuando por fin pueda ejercer mi carrera. No le tengo mucha paciencia a la gente. Pero al fin y al cabo supongo que de eso se trato en un principio.

Comencé porque quería hacer algo por mi vida. Porque por mucho que pudiera falsificar papeles y agregar carreras falsas a mi curriculum, no había forma de falsificar conocimientos. No podría comprarlos incluso si tuviera dinero. Luego simplemente se trato de buscar algo en lo que tuviera menos probabilidades de fallar miserablemente. Y me gustaba esto, intentar ayudar a la gente. Tener la posibilidad de poder hacer algo, no de quedarme esperando a que alguien mas lo hiciera por mi. De poder salvar a alguien.

Pero debo admitir que esto me ha guiado por el camino. Y no diré que ha sido fácil, todo se ha tratado de aprender, de equivocarme una y mil veces, de pedir disculpas, de solucionar mis errores. No tengo horarios fijos, simplemente cubro vacíos de necesidades de personal, que suelen ser muchas veces a la semana, pocas o muchas horas, dependiendo la cantidad de clientes. No me asegura una cantidad de dinero fija al mes, siempre va a depender de cuantas horas pase aquí dentro, pero al menos se acomoda a mis horarios de estudio.

Lo mas irónico de todo, es que con Vike nos pasamos años ahorrando dinero porque éramos dos niñas que no sabían nada del mundo y pensaban que era la única forma de sobrevivir fuera. Y resulto que ese dinero casi se volvió en nuestra perdición. Lo ingresamos en una cuenta bancaria que no pudimos volver a tocar porque era el método en que ellos estaban rastreándonos.

Cuando por fin puedo sentarme en la banca para cambiar mi uniforme, me hormiguean los pies y enseguida mis piernas parecen dormirse del cansancio. Me tocaba el ultimo turno por lo que mis compañeros ya se han ido y soy quien tiene que cerrar la cafetería. Salgo buscando una canción para reproducir, pero no alcanzo a bajar ni la mitad de la mampara antes de que una notificación de mensaje interrumpa mi tarea. Diviso una parte de él, así que cuando la abro, me doy cuenta que mis manos han comenzado a temblar.

Ve con cuidado por las solitarias noches de domingo.

Me giro en redondo y vuelvo a la cafetería. Miro un momento el exterior a través de los ventanales. La calle está desierta y oscura, esta parte de la cuidad es menos transitada porque quien vive acá básicamente se mueve en automóvil a todas partes. Ni siquiera es tarde, apenas pasan las nueve de la noche, pero en Dublín todo cierra tan temprano que la mayoría de la gente ya esta en su casa.

Se que devolverme a la cafetería es la primera cosa que le indica a mi acosador que esta consiguiendo su objetivo, que me esta asustando. Pero tampoco creo que ser tan estúpida como para salir ahí fuera y dejar que me siga todo el camino o incluso darle la oportunidad de hacerme daño sea la solución.

Mi primera opción es marcarle a mi hermano, porque si puedo ahorrarme el dinero que me va a costar un taxi, voy a hacerlo. Me responde al tercero.

—¿Tyee?

—Hola Ian.

— ¿Qué necesitas? ¿Estás bien?— algunas voces se escuchan por detrás de él, preguntan si soy yo quien llama, pero no puedo reconocer al dueño.

—Sí, estoy bien— respondo. Rasco mi cabeza un tanto nerviosa, no es común en mí pedirle favores a los demás, aun así cuando es mi hermano, por lo que no se muy bien como empezar. Muchas personas verían el pedir ayuda como una debilidad, cuando la verdad es que hacerlo es de las cosas mas valientes que existen. Se necesitan mucho mas que palabras para sacar el miedo de tu pecho. —¿Estas ocupado?

Perfecto Desastre | Titanes I |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora