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  T Y E E 


Abro la puerta del departamento; el interior se encuentra en completa penumbra, un silencio tenebroso y las luces apagadas. No hay nadie aun cuando apenas son las diez de la noche. Comienzo a buscar mi teléfono en la mochila para llamar a mi hermano, sin embargo, tengo demasiadas cosas en el interior y por más que busco, no doy con él. No tengo tanto dinero, por lo que mi teléfono es una cosa tan primitiva y simple que apenas y hace llamadas; así que tan solo lo tiro en la mochila por si llego a necesitarlo. Ahora me doy cuenta de que eso es completamente ridículo, porque si es que lo requiero para una emergencia, probablemente la persona morirá antes de que yo lo encuentre.

Kylan balancea su móvil frente a mis ojos y lo tiende hacia mí. Es de pantalla táctil, igual que el mío, pero este es incluso más grande que mi mano, un IPhone algo y con un sistema que tampoco entiendo muy bien. No tiene ningún tipo de contraseña, está completamente accesible a alguna persona entrometida, y tiene una imagen de un auto como fondo de pantalla. Llego de alguna forma a los contactos y enseguida doy con él. Debe tenerlo como favorito, pues su nombre es uno de los primeros en aparecer. Marco y espero; después de tres tonos contesta.

—¿Qué hay, bastardo?— gritan al otro lado de la línea.

Arrugo el ceño. —¿Ian?— siento a Kylan reír desde su cuarto. Él sabía que iba a contestarme así y no me lo advirtió.

Será cabrón.

— ¿Ty?— su voz disminuye la emoción con la que me contesto en un principio. Casi me siento mal. — ¿Qué haces con el teléfono de Kylan?

—¿Cómo que «que hago»? Se suponía que me llevarías, ¿Dónde estás?— guarda silencio, se demora un momento en responder.

—Hemos decidido hacer una previa con algunos chicos antes de ir a Dig tau. Pero se suponía que tú estarías en tu charla.

—Cambio de planes— intento restarle importancia

—Joder Ty. ¿Estás buscando que te expulsen?

Hago una mueca. —Iré la siguiente semana. Solo quería que supieras que ya no tienes que recogerme. Adiós.

—Espera.

—¿Qué quieres?

—¿Con quién te iras? Puedo recogerte en casa.

—No, gracias. Ya me he conseguido un chaperón.

Con una gran sonrisa corto antes de que diga algo más. Pocas veces puedo darme ese lujo. Solo quería asegurarme de que no iba a ir a buscarme a la universidad cuando se suponía que debería estar en mi charla.

Me dirijo a mi habitación para buscar que voy a vestir entre el chiquero que tengo hecho mi habitación. Me meto dentro de unos ajustados pantalones negros, una blusa de tirante con encaje en la zona de los pecho y termino el conjunto con unas zapatillas todo del mismo color, porque el negro es vida. No me encuentro de un ánimo realmente agradable como para andar haciendo equilibrio sobre tacones. Tampoco quiero perderlos si llego a quedar inconsciente. Ya me ha pasado antes y debo decir que entonces al día siguiente mi humor empeora al cincuenta por ciento más.

Doy vuelta la mochila y por fin encuentro mi móvil, metido dentro de uno de los libros no había forma en el infierno en que fuera a dar con él. Tomo ambos teléfonos y me los llevo en la mano al no tener donde guardarlos. Kylan ya está fuera de su habitación, sentado en el sillón y mirando en mi dirección esperando a que saliera de mi escondite. Miro la hora en su teléfono preguntándome si me he demorado mucho, pero sin embargo solo han pasado cinco minutos desde que corte la llamada.

Perfecto Desastre | Titanes I |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora