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『 T Y E E 』
Cierro la puerta lo más despacio que puedo, lo hago esperando que nadie más me escuche llegar, por sobre todo ella, porque no me siento ni con el más mínimo ánimo de escucharla parlotear.
Me muevo lentamente hasta la cocina, arrastrando las quejas de mi estómago por comida y lo más silencioso que puedo, abro el refrigerador. Examino lentamente la zona de interior que nos pertenece a nosotras. Una caja de jugo, un pote de comida que quedo de la última vez que Vike cocino, queso y una bolsa de mermelada. Cierro para averiguar si nos queda algo de pan, pero en nuestro mueble no hay más que un paquete de fideos y media bolsa de arroz. Cierro de un portazo del cual yo misma me arrepiento.
— ¡¿Dónde demonios estabas?! —gritan.
Me cago en la puta.
¿Qué mierda su oído?
—Y deja de maldecirme.
Si hasta es psíquica la perra esta.
Sale de su habitación y camina con pisoteadas rápidas pero potentes hasta llegar frente a mí vistiendo su estúpido pijamas de Donas. Pone sus brazos en jarras sobre su cintura, me mira con ojos pequeños y hace una evaluación de cuerpo entero como si sus ojos fueran rayos X, lista para encontrarse con un brazo menos, o mis costillas afuera. Quizá solo intenta descubrir mis mentiras. Mi cabeza gira un par de veces y vuelve a golpearme macabramente —Toc, toc, toc— como un puto reloj.
—Por favor, cállate— le pido haciendo un gesto con la mano que luego me llevo a la frente. El sol que me recibió a la salida de la fraternidad Alph sau solo empeoro mi resaca. —Ya no nos queda comida.
Paso de ella y voy a tirarme al sillón de la sala dejando de lado el hambre . Su mirada me sigue todo el camino. Al parecer, no entiende lo que es despertar de una noche de borrachera, que cuando esto sucede, apenas puedes con tu cuerpo, y que no estás como para soportar una voz chillona cargada de una avalancha de preguntas. Me sigue y comienza a dar vueltas a mi alrededor mientras parlotea algo tan alto y sin cesar, como si hubiera ensayado el dialogo muchas veces mientras esperaba que llegase. Dejo de mirarla a la segunda vuelta, porque el mundo de por sí ya gira lo suficiente. Ella conseguirá acelerar el proceso si no para. Se detiene junto al respaldo del sillón. La miro a sus increíbles ojos verdes desde abajo y luego me tapo los míos con el antebrazo.
—¿Con quién despertaste?
—Con nadie.
—¿Cómo se llama?— pregunta ignorándome. Me conoce lo suficiente como para saber que solo desaparezco cuando me voy con alguien más. —¿Es de Alph sau?
—Dime con quien me dejaste tú y lo sabrás. Eres una pésima amiga. Voy a matarte
—¿Con quién te dejé yo? Pero si te sentaste en esa banca a beberte el bar, chica. No quisiste moverte más.
—Nunca quise ir a esa fiesta de bienvenida, en primer lugar.
—Y después simplemente desapareciste. Me tenías jodidamente preocupada. ¿Ya miraste tu teléfono? Te marque miles de veces.
Al final cierro la boca, porque comienzo a darme cuenta de que la mala amiga aquí soy yo. Me meto mierda, bebo hasta perder la conciencia y luego desaparezco sin dignarme a avisar o como mínimo responder los mensajes.
Aunque no me acuerdo, así que difícilmente la yo de aquel momento podría recordar avisar.
Lo último que tengo en la memoria es haber salido a tirones de una discusión en la que me involucré por ella en primer lugar, luego comencé a beber y ya no hay más. Quizá comenzó a hacer efecto alguna de las mierdas que me metí. Quien sabe.

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Perfecto Desastre | Titanes I |
AksiTyee Smith tiene tres palabras para definirse a sí misma; vacía, nociva y un desastre. Como traficante de drogas dentro de la universidad le ha perdido el miedo a todo. Porque ya le han arrebatado todo. Y se ha transformado en un constante torbell...