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Podrías haber sido alguien,
pero los dejas entrar en tu mente.
Quiero que en su lugar sepas esto,
que veo la luz en tu pecho.

Ghost - Jacob Lee

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  K Y L A N 

Su temperatura corporal esta elevada, más de lo que se podría considerar normal, aunque al menos no ha llegado a niveles preocupantes. Me agacho a su altura y tomo su cara para revisarla mejor, y ella no pone ninguna resistencia.

Solo mas indicios de que algo le está pasando.

—¿Qué demonios consumiste? — le pregunto, ella se voltea hasta mí, pero no estoy muy seguro de que me esté mirando realmente, parece ida. No responde, pero tampoco creo que haga falta. Sea lo que sea que ingirió, no hay nada que pueda darle para quitarle el efecto. Tiene las pupilas dilatadas y su pulso está corriendo mucho más acelerado.

—Hace calor— murmura. Acto seguido intenta quitarse la camiseta, que es la única prenda que de verdad cubre algo.

No sé si es que vino con algo para abrigarse o se le ocurrió salir así nada más, pero no es como que su estado me vaya a dar el tiempo de averiguarlo. El clima no esta como para que ella se vaya quitando la ropa. Me quito la cazadora y la sudadera que llevo debajo se lo instalo a ella. Ni siquiera opone resistencia, sus brazos son como un peso muerto, y debido a la diferencia de tamaño, casi ni siquiera tengo que esforzarme. Vuelvo a colocarme mi cazadora y me pongo de cuclillas.

— ¿Tyee? — ella pestañea lentamente. — ¿Me entiendes?

Ladea la cabeza y me mira sin reconocerme. Me dedica una sonrisa chueca y se desconecta nuevamente. La tomo por debajo de sus brazos para poder pararla y cargarla de mejor manera hasta mi auto. No me había fijado en lo delgada que era hasta el momento de sujetarla. No pesa mucho. Es lo primero bueno que sucede en mi noche.

Con el balanceo que produzco al cargarla comienza a reírse, como si esto en verdad fuera un chiste. Inhalo y exhalo un par de veces para darme paciencia. Me recuerdo que solo se está comportando así por el efecto de las drogas, y que suponiendo que consumió LSD, debe estar comenzando el viaje. Ella continúa riéndose y diciendo «Wii» de vez en cuando.

Abro la puerta con dificultad y la dejo en el asiento del copiloto. Mi Audi de dos puertas no tiene asientos traseros, así que es el único lugar donde puedo dejarla. Recuesto un poco el asiento, tomo unos cinturones especiales que tengo instalados y los abrocho por sobre sus brazos. La idea de esto es que no pueda levantarse ni moverse mientras manejo. Cierro la puerta y suspiro.

Por la ventana puedo ver su cuerpo inerte sobre el asiento. Quizá está dormida, o solo pérdida.

De verdad quiero abortar la misión. Por mí ya me habría ido de vuelta a la fraternidad, a mi cama y a la paz. Lo único que quiero en estos instantes es sacarla de mi vista. Está siendo un verdadero grano en el trasero. Pero abandonarla seria como dejar tirado a Ian, y eso no me lo podría permitir. Conozco a Ian desde que tenía edad suficiente para valorar a las personas, es más que uno de mis mejores amigos, es como mi hermano. No podría fallarle de esa forma.

Por otro lado el estado de Ty es preocupante. Dejarla a su suerte sería arriesgarse a que le sucediera algún accidente, que pudiera morir intoxicada, o incluso peor, que alguien se aprovechara de ella.

Entro en mi auto y aguardo allí algunos minutos.

—Esto...— dice. Me giro a mirarla. Tiene los ojos cerrados y una mano alzada –O lo que puede subirla– hacia el techo del automóvil. —Esto es increíble.

Perfecto Desastre | Titanes I |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora