Capítulo 59

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Suspiré pesadamente, el numerito de Carlos me había dejado preocupada, no era normal que de repente le diera un ataque de nervios, hacía mucho de eso, le costó controlarlos para que de tan repente volviera a caer en lo mismo. Carlos era muy importante para mi, siempre lo había sido, no toleraría perderlo. Jamás lo permitiría. Estaba junto Samuel en uno de los pocos bancos de plaza blanca. Allí solían juntarse personas que generalmente no conocía pero que ya me caían mal de por sí, sin embargo, Samuel las conocía a todas, era por eso que él hablaba mucho y a mi me daba dolor de cabeza, por eso me caían mal, parecía que me sabía todas sus vidas.
Volví a suspirar, Alex había pasado a un segundo plano desde esta tarde, eso en parte me aterraba, no quería que nuestra historia terminara así. Al menos, no tan mal. Yo no pedía un final feliz como el de las películas, con un terminaron felices aunque su destino no era estar juntos. Con eso me conformaba. Él siempre sería mi primer amor, no podía negarlo, lo quería con toda mi alma pero si Dios no quería que estuviéramos juntos, ¿quién era yo para contradecirlo?.

De repente, vi como una mano se movía delante de mis narices haciendo que despertara de mi estado de inconsciencia, logrando ver a un Samuel un tanto enfadado.

-¿Qué?- Inquirí secamente, en realidad no tenía ganas de estar aquí pero no paró de insistir, quejándose que lo abandoné en la fiesta y que sino venía le diría a mi madre un montón de mentiras para que esta me dejara ir y si, lo hizo, mi madre me obligó a venir.

-Estas demasiado simpática, me extraña que estés tan contenta.-Dijo frunciendo el ceño. Aparté la mirada, no estaba de humores para que me viniera con sarcasmos, si quería molestarme, lo estaba consiguiendo.

-¿Qué quieres que te diga?, ¿qué tengo ganas de fiesta?. Samuel sabes perfectamente que he venido arrastrada a un lugar que para colmo no me agrada, al menos podríamos dar una vuelta.-Me levanté rápidamente, ahora quien suspiró fue él, se levantó muy pesadamente y cuando estuvo a mi altura, me abrazó fuertemente.

-El chico que me gusta a las doce.-susurró al borde del entusiasmo. Abrí los ojos atónita, jamás lo hubiera pensado que este tonto le llegara a gustar alguien como él. Andrés me miró con asco, al menos el sentimiento que compartíamos era mutuo.

-Te doy su número si me llevas lejos de aquí.-sentencié separándome de él. Me miró aún más entusiasmado mientras asentía. Lo agarré del antebrazo y nos alejamos de aquella plaza.

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Giré a mi alrededor mientras que Samuel no cerraba la boca de hablar de mi primo.

-Necesito que me cuentes algo.-Me miró sin comprender, pero yo sabía perfectamente que estaba ocurriendo algo con Carlos.-¿Qué hacía Carlos ayer en el barrio?- Quitó la mirada apresuradamente.

-N-nada.- Se calló de golpe.

-Repito, no te daré el número de Andrés hasta que lo sueltes.-Le advertí cautelosamente, sabía sus intereses mejor que nadie. Se cruzó de brazos pensativo, estaría en un debate interior pero él no era de pensar demasiado las cosas, al contrario, hacía las cosas sin pensar y eso me venía de lujo.

-Carlos, Dylan y un chico me dijeron que te distraera hasta que Carlos me llamase. - Lo miré perpleja sin poder creer ni una sola palabra que salía de sus labios. ¿Distraerme?, ¿para qué? Si nisiquiera era mi cumpleaños. Entrecerré los ojos, Carlos dijo que confiara en él, sin embargo, esto sobrepasaba todos mis esquemas, además dijo que Dylan también estaba metido en todo esto y eso aun me resultaba más raro. De repente una llamada me sacó de mis pensamientos pero no provenía de mi móvil sino el de Samuel.

-Es él.-Dijo con una cara neutral. A lo que yo asentí sabiendo que faltaba poco para saber que pasaba desde hace varios días. Lo cogió. Hablaron poco, pocos minutos pero suficientes para saber a dónde debía ir.- ¿A las murallas?- Inquirió sorprendido, fruncí el ceño, eso sí que era raro sin embargo, no me importaba.

-Samuel- lo llamé haciendo que cortara la llamada rápidamente. Me miró atónito mientras me dirigía hacia las Murallas Reales, me siguió apresuradamente.

Ya era hora de acabar con todo esto.

-¿Seguro que quieres ir?-preguntó deteniendome, voltee rápidamente.

-Tengo que ir igualmente.-comencé a empujarlo para que siguiera mi paso.

-¿Pero y si te hacen algo? Sabes que yo me cago muy rápido cuando estoy con mucha presión. Sabía que eso era verdad, literalmente.

-No te pasará nada, Carlos jamás me haría una putada tan grande.-continuamos hasta llegar al Puente Cristo, sabia que me acercaba a lo que era mi final, sabia que lo que ocurriera en ese lugar sería definitivo, sabía que me cambiaría nuevamente la vida.

-Otra llamada.-Voltee mientras que Samuel miraba con pánico la pantalla, Carlos se estaba inpacientando pero, ¿era tan importante como para hacerme temblar?, en parte temía, tenia miedo de que fuera algo malo.

-Contestale y dile donde estamos.- sentencié haciendo que Samu hiciera todo lo que dije. Me detuvo cuando entramos en las grandes murallas.

-Tienes que ir sola.-Dijo cruzandose de brazos. Asentí entendiendo que Carlos le dijo eso, pero no podía evitar sentir nervios en mi estómago, estar sola era una de mis grandes inseguridades.

Caminé a paso ligero intentando que no se notarán mis nervios, la gente me miraba sonriente y no sabía por qué, pero tampoco me importaba demasiado. Llegué hasta un túnel blanco que se encontraba en la zona derecha del gran foso, respiré hondo mientras me encaminaba hacía el final.

-Elizabeth.- Me detuve en seco sin saber que hacer, mi corazón dió un vuelco en mi pecho haciéndo que mis ojos simplemente se llenarán levemente de lágrimas.

-Alex.- susurré viéndolo con un grande y hermoso ramo de rosas blancas, mis favoritas.

Alexander El Profesor |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora