No podía creer que casi podría haber tenido un accidente. Mi cuerpo hacía poco que salió de su estado de shock y no paraba de temblar. Realmente cuando te expones a un peligro que puede quitarte la vida, tu percepción sobre la misma es distinta. Estaba viendo y pensando todo de diferente manera.
- Es que podría haber muerto.- susurré para mi misma.
-Lisa, por favor, no pienses en eso.- dijo Val tomándome de los hombros mientras caminábamos cerca de las tiendas que recién estaban abriendo.
-¿Cómo no voy a pensar en eso?- exclamé con el ceño fruncido. -He estado a centímetros de que un coche me aplastara, ¿de verdad crees que voy a pensar en otra cosa?- bufé.
- Lo importante es que NO te atropelló.- recalcó en "no" con las manos.- De hecho, deberías pensar que NO te atropelló semejante tio.- Terminó la frase riendo.
-¡Valeria!- exclamé ofendida. - No te puedo creer.- dije cruzandome de brazos.
-¿Pero tú lo has visto bien? Ese tío está para tomárselo con churros.-
-Eeh Valeria, casi me mata- la miré sin salir de mi asombro.
-Y estaba super preocupado, estaba muy mono.- soltó una risita tonta.
- Valeria, ¿me estas diciendo que cuando casi atropellan a tu mejor amiga te has estado fijando en lo bueno que estaba el tío? ¿en serio?- Mi enfado aumentaba por momentos.
¿Y está era mi mejor amiga?-Lisss, claro que no mujer, tranquila.- me tomó de las mejillas. -Cuando vi que estabas bien es cuando me fijé en él.- Salió corriendo mientras reía.
-Val, ven aquí ahora mismo.- exigí siguiendola a paso rápido.
-Vámonos a desayunar, hay una cafetería nueva a la que quiero ir.- dijo aún alejada de mi.
-Si, ahora cambia de tema.- yo seguía molesta.
- Me sigues regañando ahí si quieres pero yo tengo hambre.- señaló su estómago. Después del susto yo no tenía hambre pero me haría bien sentarme y distraerme un rato.
-Bien, vamos- dije caminando en su dirección. -¿Dónde es?
- Es esa de ahí.- entrelazó su brazo con el mío. Era una cafetería bastante minimalista, blanca en su totalidad y con muebles de madera oscura, casi negra en algunos casos. Entramos y nos dirigimos a una mesa para dos, me senté en el sillón que daba la espalda a la entrada de la cafetería.
-Está casi vacía.- dije mirando a mi alrededor.
-Será porque es muy temprano aún.- miré mi móvil, eran las nueve.- A ver que me pido- dijo sonriendo.
Eso mismo pensaba yo, qué me pediría, tenía el estómago cerrado después del... incidente. Sumergida en mis pensamientos, noté una presencia a mi lado.
-Buenos días chicas, ¿qué vais a pedir?- dijo un sonriente camarero. Le sonreí de vuelta tímidamente y miré a Val.
-Pues a ver, quiero esto y esto, ah y esto también.- dijo señalando en la carta.
-¿y tu?- volvió a sonreirme una vez apuntó todo lo de Val.
-Un batido - dije lo primero que se me vino a la mente.
-¿y el sabor?- puso una expresión curiosa. Achiné los ojos pensativa.
-¿Cuál es el que te piden más?- pregunté mientras ponía un mechón detrás de mi oreja. Él chico me miró divertido.
- Te lo traigo y adivinas, ¿te parece bien?- asentí mientras que Val reía. - En un rato os traigo todo.- nos guiñó marchándose.
-"Casi me matan, ¿cómo puedes estar fijándote si está bueno?" bla bla bla- dijo con voz absurda, yo reí por su mala interpretación.
-Ahora estamos en una cafetería, no en medio de la carretera.- dije echándome el pelo hacia atrás.
-La verdad es que harías una buena pareja con él.- señaló disimuladamente al chico.
-¿Otra vez creándote ships raros?- dije mirando por la cristalera.
- No son ships raros, es un ship posible, ¿ o no has visto como no te quitaba la mirada de encima?- dijo disimulando al pasar el susodicho por nuestro lado dirigiéndose a otra mesa.
-Por favor, ha sido educado solamente.- dije sin darle mucha importancia a sus palabras.
-Hablo en serio, Lis, un chico no es educado así por así, sino mira a Carlos.- dijo con una expresión de asco.
-Oye, oye, oye, por ahí no paso.- dije señalandola. -Con Carlos no.-
-Por favor, lo tienes en un altar desde que éramos unos niños.- dijo con desdén.
-Carlos, tiene malas tácticas para ligar, no te lo voy a negar, pero jamás se reiría de una chica.- dije con firmeza.
Carlos no era simplemente mi mejor amigo, era mi hermano de distinta sangre.- Todos los chicos son- se detuvo en seco.- ¡No te lo vas a creer!- dijo lo último con cara de sorpresa.
Giré en donde Val estaba mirando, y era cierto, no me lo podía creer, nuestras miradas se cruzaron una vez más. De todas las cafeterías de esta pequeña ciudad teníamos que coincidir.
Efectivamente, el chico que casi me atropelló se sentó en la silla que había detrás mia dándome la espalda.
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Alexander El Profesor |EN EDICIÓN|
Novela JuvenilEn un determinado punto de nuestra existencia, toda nuestra vida pasa delante de nuestros ojos, a veces provocado por un estímulo externo, otras por situaciones que se nos escapan de nuestro control, pero la unificación de los mismos tiene el poder...