Capítulo 35

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Narra Alex

-Por cierto, que no se te olvide que hoy salimos con nuestros amigos-exclamó Ester desde la otra línea telefónica.

-Si- Exclamé suspirando pesadamente.

-Ya se que no te gusta quedar con mis amigos pero si no te encuentras bien...-Dijo supuestamente para que terminase la frase.

En realidad no me encontraba nada bien debido a que no dormía ni comía adecuadamente. Desde lo que me pasó con Elizabeth es como si no fuera yo mismo.
Ustedes no saben como me siento al ver a Elizabeth casi todos los días y no me dedique ni siquiera ninguna mirada, ninguna palabra.Creo que intenta hacerme el vacío pero lo que ella no sabe es que no se puede hacer el vacío a una persona cuando tu eres su mundo.
Me arrepiento de lo que dije,desde esa noche el arrepentimiento me carcome por dentro a todas horas del día y lo malo de todo esto es que no se como lo voy a solucionar. De hecho, me siento paralizado.Leí en un artículo cuando aún estudiaba en la universidad, el trabajo de unos psicológos, consistía en que reunían a un grupo de personas normales y una psicológa sostenía un vaso con agua, mientras lo sostenía preguntó cuanto pesaba el vaso.Unos dijeron determinados pesos, al terminar, la psicológa respondió, "El vaso ahora mismo pesa su peso, al rato de una hora pesará más, ya que me dolerá el brazo de sujetarlo en alto y al cabo de un día el vaso pesará tanto que me quedaré paralizada sin saber que hacer, justamente pasa con los problemas, se puede pensar en ellos unos minutos para saber reaccionar, sin embargo, si pensamos en ellos sin parar acabaremos paralizados sin saber que hacer".
Me llamó la atención y es por eso que aún lo recuerdo. A veces perdemos el control de las cosas, concretamente por pensarlas más de la cuenta.
Tal vez necesite un respiro, calmarme y pensar con determinación para solucionar mis males.

-No te preocupes asistiré -dije rápidamente.

-Vale... Te quiero amorcito-dijo poniendo una voz chillona.

¿Amorcito? Uug...Demasiado cursi.
Odio que me llame así.

"Claro que lo odias por eso le permites que te llame así ¿verdad amorcito?"

Necesito el número de un psicológo por favor conciencia.

-¿Cariño?¿un psicológo?-hablaba una Ester bastante confundída.

Mierda... Lo dije en voz alta.

-No me hagas caso adios- colgué rápidamente. Guardé el móvil en el bolsillo delantero y comencé a recoger los exámenes que acababa de corregir.

-¿Qué tal 3B?- Preguntó Javier acercándose a mi.

-Digamos que podrían mejorar... Y mucho-dije enseñándole las clasificaciones de los últimos exámenes del montón.

-Sobre todo suspenden chicas ¿Por qué será? -Dijo subiendo las cejas.

-Usted vió perfectamente la otra vez la razón de que la mayoría de las chicas suspendan -dije intentando que reconociera de que yo era un yogurin y no podía cambiarlo.

-Ya lo se, lo escucho demasiado por los pasillos -dijo levantándo las manos rindiendose - usted a sido para ellas una bomba.-

-Tal vez -dije con algo de humor. Que me suban el ego me encanta.

-¿Y su clase de Bachiller que le parece? -Dijo metiendo el dedo en la llaga.

Me acaba de recordar en pocas palabras a una personita que en estos momentos me tiene que estar odiando.

-Bien, mis compañeros hablan muy bien de ellos -dije jugando con mis dedos. Era un tic nervioso que tenía desde pequeño.

-No esperaba menos de ellos pero también me refería en las tutorias - dijo metiendo todavía más el dedo en la llaga.

Este hombre va acabar con mi paciencia.

Las tutorias, son aún peores que las clases de matemáticas. ¿Por qué? Bueno porque al menos en mates puedo verle sus ojos marrones e intentar que me mire explicando algún ejercicio,aunque todavía no lo he logrado,sin embargo, en tutoria no hace nada más que pintar en su cuaderno sin levantar la cabeza.

Y eso... Duele en cierto modo.

-Ha-ablamos del viaje- dije aparentando naturalidad.

-Me gusta que mis pequeños vean mundo, los conozco desde hace 4 años y aunque uno no quiera se les coge cariño. -Dijo amablemente -además conozco a una personita que estuvo casi todas las semanas del año pasado hablando conmigo sobre hacer viajes y maneras de conseguir dinero -dijo arrascandose la nuca.

-¿Es un profesor?-Pregunté mirándolo perplejo.

-No, yo creo que usted ya se dará cuenta solo -dijo saliendo de la sala de profesores, dejándome solo con una cara que no quiero ni saber como era.

Sin perder ni un minuto más, recogí todo y me fui corriendo hacia Javier.
No me iba a quedar con las ganas de saber quién era esa persona.

-Javier -Exclamé acercándome a él.

-¿Ocurrió algo?-Dijo volteando.

-¿Quien- intenté decirle pero fui interrumpido por unos gritos que provenían del campo de fútbol.
Ambos volteamos hacia la ventana.

-Oh no- exclamó Javi saliendo corriendo hacia el campo, yo sin dudarlo, le seguí.

Corrimos hasta llegar al centro del campo, los alumnos que estaban allí pertenecían a 1B de Bachiller, es decir, mi clase. Carlos discutía con Andrés de forma acalorada mientras que Thomas le gritaba al profesor y Rafa intentaba separarlo, las chicas estaban rodeando a una persona que no podía ver con exactitud, cosa que hizo que me preocupara porque no sabía donde estaba Elizabeth.

-A ver calmense- dijo Javi acercándose a Carlos y Andrés, inmediatamente Thomas, Rafa y aquel profesor se acercaron al jefe de estudios.

-¡JAVI!- Gritaron aleatoriamente las chicas acercándose a Javi y alejándose de su compañera que estaba sentada en el suelo.

Yo sin pensarlo me acerqué a esa chica que se tapaba la cara con ambas manos.

-Ese pelo...-Dije susurrando para mi.

"ESE PELO ES DE ELIZABETH "

Me apresuré en llegar hasta ella.
Mataré a quien le hizo esto.
No literalmente, ustedes ya me entienden.

-Elizabeth ¿te duele mucho?-Preguntaba en voz baja Sam tocándole la cabeza.

Entonces escuché sollozos que provenían entrecortadamente de Elizabeth. Tiré mi carpeta al suelo y me arrodille junto a ellas.

-Profesor -dijo Sam susurrando.
Yo con la cabeza le indique que se alejara. Tras darle un beso en la cabeza a Elizabeth y coger mi carpeta, se marchó decidida hacia Javi y los demás.

-Elizabeth, levántate -dije sin tocarla.

Ella como respuesta negó con la cabeza.

-Elizabeth, ya se que me odias pero este no es el momento de que - dije pero fui interrumpido por una mano temblorosa.

-Estaré mareada pero no soy estúpida para meter temas que no tienen nada que ver con esto-dijo entrecortadamente y con una voz débil.

Entonces le ví sus ojos pero estos estaban rojizos y llorosos.

-Perdoname-dije sabiendo que la había cagado más - Ahora vamos a la enfermería -dije agarrandola de los brazos. Se sujetó en mis brazos e intentó levantarse por si sola pero al ver que se tambaleaba la levanté rápidamente y comencé a caminar, agarrandola fuertemente, hacia la enfermería.

En esos momentos solo quería que dejase de llorar, porque sinceramente, me estaba rompiendo el alma.

-Yo no te odio- dijo llamando mi atención.

-Eh?-dije agachando mi cabeza para verla claramente. ¿Había dicho lo que creo que habia dicho?




Alexander El Profesor |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora