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Esperar durante una vigilancia es lo más aburrido de este trabajo. Sobre todo cuando estamos a escasos metros de quien queremos capturar y no podemos hacerlo hasta que obtengamos las pruebas que los incriminen. Y más aún cuando parece que no tienen prisa por darnos lo que buscamos, porque llevamos dos largas horas escuchando sus conversaciones y son de lo más aburridas. Y para colmo, no dicen nada interesante para el caso. Mi paciencia está al límite en estos momentos.

-Se acercan coches - susurra Alec, después de golpearme con el codo para que mire en esa dirección. Vemos llegar cinco coches negros que, por su aspecto, podría asegurar que son todos blindados. Esto promete.

-Esperemos que sean los que faltan - respondo algo más animado - Van con retraso los cabrones.

De eso precisamente se han estado quejando en el almacén del puerto donde los esperan. A medida que pasaba el tiempo se han ido poniendo más y más nerviosos por su tardanza. Casi tanto como yo ansioso. Después de seis meses siguiéndolos e intentando atraparlos, siento la necesidad de actuar por fin y zanjar el asunto. Pero, tal y como nos ha repetido Thomas hasta la saciedad, tenemos que hacerlo bien o estarán en la calle en un par de días. Y nuestro trabajo se habrá ido al garete porque estarán sobre aviso en las próximas ocasiones y tomarán medidas para que no podamos intentarlo de nuevo.

Vemos bajar del coche del centro a un par de hombres trajeados. Uno de ellos porta un gran maletín negro, donde supongo lleva el dinero. O eso espero. En segundos los rodean al menos una docena de hombres fuertemente armados. Y yo ya me estoy frotando las manos de anticipación en mi mente. Necesito acción. Alec me mira y niega con la cabeza mientras sonríe, sabe perfectamente lo que estoy pensando. Le guiño un ojo y le sonrío de vuelta para que sepa que ha acertado.

-Debemos esperar - es lo único que me dice a modo de respuesta a mi gesto.

-Ya siento la adrenalina corriendo por mis venas - digo, enseñándole el brazo y arrancándole una sonrisa - ¿Ves mis pelos? Como escarpias están de las ganas que tengo de partir unas cuantas caras.

-Yo prefiero no tener que llegar a eso - ríe - Cuanto más sencilla la detención, mejor.

-Tú no sabes lo que es bueno, hombre - palmeo su espalda.

Niega de nuevo con la cabeza y se ocupa del ordenador desde el que controla el dron. Thomas lleva al menos cinco meses rogando a sus superiores para que nos consigan uno de estos. Los sistemas de escucha están muy bien, pero en un juicio tiene más peso una imagen que una simple conversación grabada. Admiro la perseverancia y la paciencia del jefe. A pesar de las negativas, no cejó en su empeño hasta que lo logró. Yo habría acabado amenazándolos o directamente cumpliendo las amenazas. La diplomacia no es lo mío. Y es por eso que él dirige el departamento y yo no. Por suerte para nosotros, nos lo acaban de entregar justo para la misión. Y desde luego, no hay nadie mejor que Alec para manejarlo. Bueno, nadie más responsable, porque yo tengo unas ganas enormes de llevármelo a casa y probarlo en el vecindario. Lástima que Thomas se haya negado. Lo que me habría divertido con él.

-Veamos si podemos grabar el intercambio - dice mientras intenta introducir el dron por una de las ventanas superiores del almacén.

-¡Oye, qué bien se ve esa mierda! - le digo a Alec, mirando la pantalla por encima de su hombro - Sin duda, vale lo que ha costado.

ImplícateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora