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-No pienso hacerlo - intento alejarme, pero me retiene por un brazo.

-No es una sugerencia, Rory. Ha sido una orden directa. No puedes negarte.

-¿Eso crees? - me libero de su agarre y me alejo de él - No me conoces bien, entonces.

-Si no lo haces tú - me dice cuando estoy a punto de franquear la puerta - lo hará Rampsey.

Mis pies se detienen a escasos pasos de la salida y me giro hacia él. Veo la rabia en su mirada y sé que yo tengo esa misma expresión en la mía. Rampsey no es del agrado de nadie. Controlo mi respiración con largas inspiraciones y cuadro mis hombros antes de hablar de nuevo.

-¿En qué coño están pensando los jefes? - no grito y creo que eso le ha impresionado más.

-Nadie más quiere hacerlo - se encoge de hombros.

Típico, dejarle el trabajo sucio a él, a un hombre sin escrúpulo alguno. Si yo soy considerado implacable, Rampsey es letal. Pocos detenidos sobreviven a sus interrogatorios después de que él se haga cargo de la situación. La mayoría termina hablando, por supuesto, pero es lo último que hacen. No puedo permitirlo. Esta vez no. Así que salgo del edificio y camino con decisión hacia la zona donde han habilitado las celdas. A medida que me acerco los gritos se hacen más audibles. Parece que ya han empezado sin mí y siento arder la ira en mis venas. Me controlo antes de entrar, no voy a dejar que vean cuánto me afecta lo que están haciendo.

-¿Se puede saber quién cojones os ha dado permiso para estar aquí? - grito nada más entrar para intimidarlos, pero soy yo el que se queda inmóvil después de hablar.

La sorpresa se ha de reflejar en mi rostro al encontrarme a dos soldados inmovilizando a una joven, que está prácticamente inconsciente ya. Rampsey se encuentra entre sus piernas y tiene los pantalones bajados.

-Maldito bastardo - grito. Me siento de golpe en la cama, de nuevo empapado en sudor. Paso mi mano por la cara para limpiarla, esto no puede seguir así.

Desde que el psicólogo ha empezado con las sesiones en el trabajo, las pesadillas se han intensificado y apenas logro dormir unas horas. Miro el reloj. Las 4 de la mañana. Me recuesto en la cama intentando tranquilizarme. Todavía es temprano para levantarme. Me da miedo cerrar los ojos de nuevo, pero necesito desesperadamente dormir algo más. Mi mente debe estar despejada cuando trate con el loquero o notará que algo anda mal.

Me remuevo inquieto en la cama hasta que encuentro la posición. Cierro los ojos y logro dormir sin más pesadillas hasta que suena el despertador a las 7. Salgo de casa duchado y con la tostada todavía en la mano. Me he demorado en la ducha y ahora voy con el tiempo justo.

-Rory - Alec me asalta nada más entrar - Te está esperando.

-¿Qué? ¿No iba a ser el último?

-Arnold no ha venido hoy. Luke y Spencer están de vigilancia. Tardarán al menos una hora en volver - me mira preocupado - Eres el siguiente en la lista.

-Joder - me quito la chaqueta y se la tiendo. He empezado a sudar y todavía no estoy con el loquero.

-Tranquilízate.