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-Si colaboras, no tendré que hacerte daño - le digo y sus ojos se abren más a medida que hablo - Aunque admito que me encantaría que te resistieses. Hace mucho tiempo que no rompo algunos huesos y tengo mono.

-Soy inocente. Yo no he hecho nada malo - habla atropelladamente. Se remueve inquieto en la silla, como queriendo desaparecer sin lograrlo.

-¿Apuntar con un arma no es malo? - alzo una ceja antes de mirarlo de manera amenazante - ¿Intentar matar a una persona no es malo? No sé en qué mundo vives tú, tío, pero en el mío eso es grave. Muy grave.

-Ni siquiera estaba cargada - traga con dificultad y se echa hacia atrás en la silla - No pensaba matar a nadie. No soy un asesino.

-¿No estaba cargada? - echo un vistazo rápido al espejo para indicarles que comprueben si es cierto o no.

-Bueno, sí - titubea - pero eran balas de fogueo. Solo para asustar a la mujer. Yo no mataría a nadie.

-Explícate - me acerco a él y se encoje de miedo.

-El hombre que me contrató me dijo que quería gastarle una broma a su mujer - está tan asustado que casi dudo que esté mintiendo - Se suponía que solo tenía que apuntarle y disparar. Y que después aparecería él para decirle lo que ocurría y reírse de ella. Me parecía una broma cruel, pero me iba a pagar bien. No quería renunciar al dinero. Yo no sabía que la policía estaba metida en esto. No quiero líos con la policía.

-Siento decirlo pero ya estás metido en líos - finjo pensar - No. En realidad no lo siento. Estás en tremendo lío y necesitaré que me des algo útil con lo que trabajar o no podré ayudarte. Y puedo asegurarte que disfrutaré sacándote la información que busco, si no estoy conforme con la que me proporciones.

En realidad las amenazas no son muy necesarias, con todo el miedo que tiene encima, pero necesito que me lo cuente todo. Cualquier detalle, por pequeño que sea, podría suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso. Así ha sido siempre, así nos han entrenado. Nada es irrelevante, nada carece de importancia. Ni el más leve pestañeo se me escapa y desde luego, sus nervios son más que evidentes para cualquiera, incluso sin tener experiencia en interrogatorios.

-Empecemos por algo básico - digo, al ver que no sabe cómo continuar - Tu nombre.

-Monroe Boyd - dice sin vacilar.

-Bien, Monroe - me siento de nuevo - ¿Cómo un hombre que a simple vista parece honrado, acepta semejante encargo?

No diría que honrado, pero tampoco parece un delincuente. Tal vez necesite un buen corte de pelo y un largo baño, ropa nueva y un buen afeitado, pero no parece mala persona. Cuanto más lo miro, más convencido estoy de que Rampsey lo engañó para cumplir con la tarea. Y eso me preocupa porque si solo quería asustar a Nancy como dice Monroe, es que tiene algo más grande planeado. Necesito averiguar qué es.

-Perdí el trabajo hace meses - parece avergonzado - A mi edad no es fácil encontrar a alguien que quiera contratarme, así que hago chapuzas por las casas. El señor Kidd me contactó a través de uno de mis clientes habituales y me ofreció mucho dinero por hacerle el favor. No creí que fuese a suceder esto. Yo no quería dañarla, lo juro. No soy un mal hombre.