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Una vez rota la barrera que yo mismo creé hace años, las palabras fluyeron sin control. Durante horas, me dediqué a hablarle sobre mi pasado a Cameron. Nunca antes me confesé con nadie como lo hice anoche con ella. Le conté hasta el más pequeño de los detalles, sin importarme lo que pensase ya de mí, porque comprobé que no era tan malo como pensaba yo. Ni me juzgaba ni me miraba con reproche o repulsa. Simplemente me escuchaba. Me comprendía, tanto como alguien que no pasó por ello puede hacerlo, pero fue suficiente para mí.

Dejamos de ser psicóloga y paciente para convertirnos en dos amigos que se intentan ayudar mutuamente. Porque también ella me habló de su propio pasado, demostrándome que no tuvo la infancia ideal que yo había supuesto. Ni mucho menos. Y una vez más su frase de las apariencias engañan, sonó de lo más acertada. Porque a pesar de todo lo que tuvo que pasar, Cameron es la mujer más fuerte que he conocido en mi vida, lo que te hace creer que ha tenido una vida feliz. Y fue cualquier cosa menos eso.

Ni siquiera recuerdo en qué momento nos quedamos dormidos, pero sí soy consciente de que ahora está recostada contra mí en completo abandono. Todavía no ha amanecido, pero he dormido como nunca. Ni una sola pesadilla me ha asaltado en esta ocasión. Y no estoy seguro de si ha sido por su compañía o por haber liberado todo al fin. Pero no voy a pensar en ello ahora. En este momento prefiero disfrutar de la mujer que tengo entre los brazos.

Saber más de ella, al contrario de lo que creía, me provoca aún mayor curiosidad. Me intriga saber qué más hay en su vida que no es tan perfecto como yo pensaba. Y está claro que la única forma de lograrlo es permanecer con ella tanto como pueda. Algo que hace unas semanas me habría supuesto un problema, porque no soy de los que permanecen demasiado tiempo cerca de la misma mujer. Claro que hasta ahora tampoco he sentido deseos de saber sobre la vida de ninguna de ellas.

El problema de Kelly me dará la oportunidad de estar cerca de ella sin que tenga que recurrir a las sesiones y aunque hubiese preferido que fuese por otra causa, no voy a desaprovecharlo. Es una forma de matar dos pájaros de un tiro. Encargarme de que el cabrón ese no vuelva a tocar a la muchacha y conocer más en profundidad a Cameron.

La observo mientras duerme. Su cabello esparcido por su rostro no me permite admirar sus labios llenos, pero recuerdo a la perfección lo suaves que se sienten al besarlos. Tampoco puedo ver esos pómulos tan bien definidos que parecen aumentar cuando sonríe. Y desde luego ahora no puedo ver sus ojos. Sigo fascinado con ellos. Obsesionado más bien, porque todavía no he podido determinar si son verdes o azules. Aunque me encantaría mirarlos por horas hasta descubrir ese secreto que guardan.

Lo que sí puedo ver es su cuerpo, sentirlo sobre mí. Intento no recordar la forma en que se amoldaba al mío mientras lo hacíamos en su despacho, pero las imágenes vienen solas. Es inevitable. Sobre todo porque, extrañamente, estoy deseando repetirlo. Nunca antes he querido involucrarme más de una noche con la misma mujer para evitar darles falsas esperanzas, pero con Cameron no puedo pensar en otra cosa. Y aunque por momentos me preocupa, estoy ansioso de probar una vez más, solo por ver si continúo sintiendo lo mismo o simplemente deja de interesarme.

Cuando anoche nos interrumpieron, la frustración se apoderó de mí por un momento. Pero la conversación que mantuvimos después fue tan liberadora, que ya no me importa. Habrá más momentos para ello. Yo me encargaré de que ocurra. Porque necesito descubrir por qué me obsesiona tanto.

ImplícateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora