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Dos días más. Dos malditos días esperando a que el loquero se decida a entregar los informes desde que ha terminado las sesiones. Eso sin contar con que ha estado otros dos entrevistando a los compañeros que faltaban y que el fin de semana llegó justo después. Esta, sin duda, ha sido la peor semana de toda mi vida. Sobre todo porque Alec y Kath, conociendo mis intenciones, me retuvieron el sábado en su casa hasta que ya no me quedaron ganas de salir por la noche. Ni el alcohol pudo aliviar mis temores porque no pude tomar gota de él y aunque les agradezco el no tener resaca, las pesadillas no me han dejado descansar. Y realmente lo necesito.

Kath me ofreció tomar somníferos en aquellas ocasiones en que peor me vio, pero tampoco quiero engancharme a esa droga. Además, las pesadillas no desaparecen del todo y al estar drogado, no puedo despertar. No es algo que me agrade demasiado. Claro que también insiste en que vaya a un psicólogo para acabar con el problema de raíz, pero eso es algo por lo que no voy a pasar. Prefiero mil noches en vela que una sola sesión más con un loquero. Todavía me entran ganas de estrangular al tipejo de las gafas cada vez que escucho la palabra entiendo. No pienso acudir a uno de esos jamás.

-Muchachos - Thomas nos mira a todos mientras habla. Acaba de llegar de una reunión en la central - Por fin sabemos algo. Los de arriba están conformes con los resultados de los análisis y con los informes del psicólogo. Dicen que podemos estar tranquilos, que lograrán convencer a los de Asuntos Internos de que no es necesario que nos investiguen.

No llego a sentir el alivio que veo en mis compañeros porque Thomas me está mirando de un modo que no me gusta nada. Alec lo ha notado también porque su ceño está tan arrugado como debe estar el mío. Nos hace una seña disimulada para que lo sigamos a su despacho y dejamos a nuestros compañeros celebrando el éxito de las pruebas mientras lo seguimos en silencio.

-¿Qué ocurre? - Alec es el primero en hablar.

-Nada que no se pueda solucionar si cierta persona colabora - Thomas me mira y sé que esa persona soy yo.

-¿Qué tengo que hacer ahora? - suspiro fingiendo hastío, aunque por dentro estoy tan tenso que podría romperme si alguien me golpea con la suficiente fuerza.

-El doctor Cummins dice haber detectado cierto grado de... - revisa la nota que tiene en la mano y temo lo peor - rígida contención.

-¿Qué coño significa eso? - digo frunciendo el ceño una vez más - Suerte ha tenido de que me contuviese o ahora mismo estaría sin lengua. Rígida contención, una mierda. Pues si lo vuelvo a ver le demostraré cuán rígidos pueden ser mis puños en su cara y la poca contención que tendré con él.

-Tranquilo, Rory - Alec toca mi brazo e inspiro para controlarme. Sé que me he pasado.

-Dice que estás guardando algo en ti que te puede volver violento si no lo sacas fuera - Thomas levanta una ceja divertido y Alec sonríe. Desde luego, ahora no puedo negarlo porque acabo de darle la razón con mi reacción.

-Eso no es asunto suyo - digo aún así.

-Pero sí nuestro - ahora es el turno de Thomas para suspirar - porque ha recomendado que acudas a terapia dos veces por semana, no menos de dos meses.

ImplícateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora