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-Maldita seas, Rory - Kath se bebe el siguiente chupito de un trago - Te odio.

-Venga ya - rio - Si me adoras.

-Claro que te adoro - apoya su mano en mi hombro, creo que para mantener el equilibrio - pero te odio igualmente. Te dije que no bebería.

-Yo no te obligué - rio de nuevo.

-Serás... - mira a mi amigo - Alec, ¿vas a permitir que me mienta en mi cara? Él me obligó.

-Claro que sí, amor - sonríe. También él ha bebido, pero no parece haberle afectado. No recuerdo haberlo visto borracho en mi vida - La culpa es de Rory. Siempre es de Rory.

-Eh - protesto.

-¿Ves? - Kath me mira con autosuficiencia y no puedo evitar abrazarla. La echaba de menos.

-Cómo te quiero - le digo y hasta yo me sorprendo de eso. ¿De dónde coño ha salido?

-Momento épico, señores - grita Kath, bastante afectada ya - Rory me quiere.

Se cuelga de mi cuello y me abraza con fuerza. No sé si es producto del alcohol o que realmente está emocionada, pero no se suelta así que le devuelvo el abrazo por inercia. Todavía no entiendo cómo he podido decirle que la quiero. No es que no lo haga, ellos son mi familia y eso va intrínseco, pero nunca antes se lo he dicho. Ni he tenido intención alguna de hacerlo. Podría alegar que estoy borracho, pero no es así. Al menos no lo suficiente para no controlar lo que digo. Cuando miro hacia Alec, veo su sonrisa y sé que la dichosa confesión me traerá dolores de cabeza. No permitirá que Kath se olvide de esto, si es que no lo recuerda por sí misma mañana.

-Yo también te quiero, Rory - me dice finalmente Kath al separarnos - Aunque seas un maldito cabrón que siempre me emborracha.

-Ese soy yo - le ofrezco otro chupito y aunque ha estado despotricando contra mí por hacerla beber, lo coge igualmente.

-Por ti - dice alzándolo - Rory me quiere.

-Calma, mamá Kath. O mañana tendrás resaca - me rio cuando me fulmina con la mirada.

-Vuelve a llamarme así y perderás los dedos de los pies - me amenaza.

-¿Los de los pies? - rio - ¿Por qué no los de las manos?

-Porque tienes unas manos muy bonitas y no estaría bien estropearlas.

-Hora de parar - dice Alec robándole el último chupito a Kath - Me encantas borracha, amor, pero ya es suficiente por hoy.

-La voz de mi conciencia - se abraza a él y veo adoración en sus ojos - Mi ángel protector. El amor de mi vida.

-Ese soy yo - Alec se roba mi frase y sonrío.

Cuando la besa, decido que es momento de dejarlos solos un rato. Paseo mi mirada por el pub y me paralizo al ver al fondo a un grupo de mujeres, entre las que creo descubrir a mi psicóloga favorita. La única que conozco, en realidad. Lleva un vestido negro que le queda como un guante. Al verla, me reafirmo en mi teoría de que en cuero está mucho mejor, por más que la falda de tubo que usa en su trabajo tenga ciertas ventajas.