Capítulo 20.

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Me había levantado, sintiéndome pesada y atolondrada. Miré a mi lado y él no estaba.

Me senté, sintiendo la cabeza girarme. Mierda, necesitaría una pastilla. Caminé hacia el baño, abriendo el compartimento detrás del espejo sobre el lavabo y tomé unas aspirinas, viendo un vaso de agua en el lugar donde supuestamente debería ir el jabón de manos. Tragué las pastillas con fuerza y cerré la puerta con pestillo comenzando a desnudarme. El dolor en el tobillo había desaparecido. Tal vez mi madre hizo bien dejándome cautiva en mi habitación ayer. Le devolvería las muletas después.

¿Dónde habría ido Silencio...? No─me autocorregí─, Harry. ¿Por qué no se despidió de mí?

Intenté despejar mi mente de aquellas dudas debajo del chorro de agua caliente. Y comencé a cantar.

"And I'd give up forever to touch you
'Cause I know that you feel me somehow
You're the closest to heaven that I'll ever be
And I don't want to go home right now
And all I can taste is this moment
And all I can breathe is your life
And sooner or later it's over
I just don't want to miss you tonight"

Esa canción era demasiado buena, y el cover con Sleeping with Sirens era mi perdición. Seguí cantando, sintiendo las gotas caer por mi cuerpo, liberándome de las telarañas del sueño y espabilándome. Terminé pronto y salí envuelta en una toalla, entré a mi habitación tiritando de frío y cerrando la puerta con pestillo, caminé a mi armario buscando algo decente que ponerme. Unas manos rodearon mi cintura y me congelé, sintiendo una respiración chocar contra mi cuello. Pero entonces aquel olor me envolvió y mi cuerpo se relajó.

─Me gustas más así, ¿sabes? ─su voz ronca susurrándome al oído, tras plantar un beso sobre mi expuesto cuello. Temblé, no por el frío, sino debido a la cercanía de su cuerpo contra el mío. Demonios, sólo traía una toalla puesta, sólo esto separaba nuestros cuerpos de algún contacto piel con piel. Un escalofrío recorrió mi columna.
─¿A dónde fuiste? ─titubeé, mordiéndome el labio tras volver a sentir su beso debajo de mi oreja, en un punto débil. Sentí su sonrisa contra mi piel.
─¿Ahora serás una de esas novias controladoras? ─su tono no era desdeñoso pero me sentí culpable de siquiera haberle preguntado. Pero entonces una palabra reboto en mi cabeza como una pelota de ping─pong.
─¿Novia? ─cuestioné bajito y él me giró para mirarlo, sostuve la toalla más fuerte contra mi cuerpo.

Sentí su rostro aproximarse al mío, su respiración fundiéndose con la mía y aquella sonrisa satisfecha en su rostro. Sus ojos brillaban, aunque bien podrían haber sido un efecto de la luz, pero me atraían cual imanes. Sentí un picoteo en mi estómago, y casi podría haber sido de dolor, pero descubrí que es debido a aquella sensación... ¿cómo la llamaban?, ¿"mariposas en el estómago"? Vaya metáfora, más bien parecían una colmena de abejas encrespadas.

Sus labios se posaron sobre los míos, apenas como una caricia, y los presionó, un beso sonoro y corto. No me había dado cuenta que tenía los ojos cerrados hasta que los abrí, encontrándome esperando por más. Él se había alejado de mi rostro, observándome con una sonrisa divertida en sus labios.
─Te ves preciosa. ─me dijo, y me di cuenta que había evitado mi última pregunta, intenté no tomarle importancia, sin embargo me había quedado con cierta inquietud.

Torcí la boca. ─Sí, bueno, podría verme mejor si me dejaras vestirme.
Su sonrisa se hizo más grande si cabe. ─No me molestaría observar.
─Sé que no ─rodé los ojos, guiándolo fuera de la habitación. Se giró y antes de salir planto un beso corto en mis labios una vez más, haciéndome reír.
─No te tardes. Esa tontería de que las mujeres necesitan su tiempo para ponerse "hermosas" es pura gilipollez. Tú ya eres hermosa, ¿vale?
Mis mejillas tomaron un tono carmesí. ¿Cuándo se había vuelto tan dulce? Me encontré con la sensación de las abejas en mi estómago de nuevo y me agradó.
─Ya vete. ─me reí cerrándole la puerta, escuchando otra risa de vuelta.

Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora