Capítulo 10.

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Me había despertado en la tarde, hambrienta y completamente desorientada. Había ido al baño a darme una ducha caliente y en cuanto logré salir, mi estómago rugía terriblemente. Parecía que tenía una licuadora ahí dentro.

Tenía una toalla enrollada al cuerpo y me secaba el cabello con otra. Entré a mi cuarto y en cuanto giré mi cuerpo para cerrar la puerta, ésta se abrió estrepitosamente, golpeándome en la cabeza y tirándome al piso. Una persona vestida completamente de negro, con un pasamontañas, se acercó a mi cuerpo tendido en el suelo, tapándome la boca con sus manos enguantadas. Mi respiración se aceleró, buscando un poco más de aire. Observé sus ojos, casi negros, sombríos. Entré en pánico al saberme medio desnuda frente a un hombre que parecía tener la intención de secuestrarme o algo.

─Shhh… ─él susurró, su voz distorsionada por el pasamontañas ─. No tengas miedo, gatita.

Mi corazón se aceleró en mi pecho y luché por concentrarme en cómo respirar. Una de sus manos recorrió mi cuerpo sobre la toalla, me congelé.

─¿Qué pasa, gatita?, ¿no te gusta? ─canturreó. La repugnancia a su persona y el miedo creciendo en mí, intenté gritar, pero su mano ahogó el sonido a un gruñido bajo.

─Shhh… Tranquila. No te haré daño ─murmuró casi dulce, pero había una pizca de perversión en su tono ─. Por ahora.

Me retorcí debajo de él, pero entonces su mano se colocó entre mi muslo y me congelé de nuevo.

─Escúchame bien, gata ─escupió, su mirada volviéndose más afilada, apretando su mano en mi muslo. Lágrimas de desesperación comenzaban a brotar de mis ojos, y mi tic del dedo meñique pareció invadir mi cuerpo completo, haciéndome temblar ─. Tu noviecito ha estado jodiéndome demasiado. Así que ahora es mi turno… ─comenzó a lamer mi cuello y cerré mis párpados intentando convencerme que esto no era real, esto no podía estar pasando. Pero esto era real, y lo odiaba. ¿Por qué? ─. Tú eres su punto débil, y vaya que escogió bien ésta vez.

Continué retorciéndome hasta que sentí su mano subir un poco más arriba de mi muslo, y las lágrimas se derramaron aún más. No por favor, no, no, no.

─Harás lo que yo te diga, ¿me has entendido? ─preguntó cerca de mis labios y sentí su aliento caliente traspasar el pasamontañas, un aroma a menta inundando mis fosas nasales. No me moví ─. ¿Me has entendido, perra? ─gruñó esta vez más fuerte, y asentí frenéticamente, completamente aterrada. Sentí su sonrisa traspasar la tela negra sobre su rostro ─. Así está mejor. Dame tu teléfono.

Estiré la mano hacia el buró cerca de mi cama y tomé el celular, entregándoselo con manos temblorosas. Él lo tomó, un sonido se escuchó en la habitación y entendí que ahora él tenía mi número.

─Dale esto a tu noviecito. ─y se fue, dejándome tirada, desconsolada y con una sensación de asco en todo mi cuerpo. Pero con un papel en mi mano derecha. No me moví, hasta que no pude soportar esta sensación de suciedad en todo mi cuerpo, y volví a la ducha, tallándome el cuerpo frenéticamente, intentando expulsar los restos de suciedad invisible en mi piel. Lloré bajo el chorro de agua, hasta que mi cuerpo se sintió entumecido y mis dedos como pasitas.

Salí de la ducha, caminando frenéticamente a mi cuarto y cambiándome lo más rápido posible, tomando el primer pijama que encontré. Miré la nota en el buró al lado de mi cama y me estómago se contrajo.

Escuché la puerta abrirse, y la voz de mi madre y Matt llenar la planta baja de la casa. Corrí hacia abajo y los dos me vieron entrar frenéticamente a la habitación, irrumpiendo en la cocina. Me observaron, con los ojos rojos y acuosos y ambos rostros (el de Header y el de Matt) se contrajeron. Los abracé, sin importar lo enojada que estuviera con Matt y el rechazo constante de mi madre en ciertos aspectos de mi vida que ella jamás entendería.

Los abracé, muy fuerte hasta que ambos me devolvieron el abrazo, algo preocupados.

─Cariño, ¿te encuentras bien? ─preguntó mi madre con su voz cargada de preocupación y genuino interés. Intenté no llorar al sentir mi dedo meñique temblar, recordando la escena previa antes de su llegada. Pero mi cuerpo me delato al temblar, y pese a no estar llorando, ella me susurró que todo estaba bien, que estuviera tranquila, y hasta Matt desplazó su mano arriba y abajo por mi espalda.

─¿Qué paso? ─me preguntaron ambos al unísono.

En ese momento me alejé de sus brazos, y con una sonrisa que pretendí que fuera tranquilizadora, les dije ─: Tengo hambre.

Ellos fruncieron sus ceños, pero no dijeron nada al respecto, y en el fondo lo agradecí sinceramente.

Header se dedicó a buscar algunas cosas en unas bolsas, y entendí que habían salido a comprar comida. Mi madre me indicó que me sentara a esperar mientras ella me cocinaba algo, y así lo hice. Me dediqué a mirarme los dedos como si fuera lo más interesante del mundo.

Entonces sentí la mirada de Matt, y lo miré, sus ojos azulados fijos en los míos, escrutándome, una sospecha no afirmada cruzaba sus iris.

Al poco tiempo mi madre me sirvió un plato de sopa caliente, y lo devoré al instante. No me había dado cuenta que el pánico me había cegado del hambre que tenía hasta que terminé el plato entero en tiempo record. Aun cuando terminé, la mirada de Matt seguía sobre mí, intentando penetrarme, como intentando descubrir el crucigrama que se había creado en mí. Pero no creía que lo lograra, así como tampoco quería que lo hiciera.

No podía decir nada, y tampoco me atrevía a hacerlo. Y subí las escaleras de nuevo, intentando hacer un poco de mi tarea, y durmiéndome al poco tiempo. Con la nota fuertemente apretada en mi mano, sin haberme atrevido a mirar su contenido.

Un dolor punzante se había establecido en mi muslo, como un recordatorio constante de lo que había sucedido.

Unas horas más tarde, sentí unos labios rozar mi frente entre sueños, y una mano tocar la mía, pero pensé que había sido solo eso: un sueño. Aunque se había sentido tan real que pude sentir el aroma a jabón y naturaleza acompañarme el resto de la noche.

Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora