Silencio.

Capítulo 31.

Después de un par de horas de llorar un rato y, como era inevitable, besarnos. Harry y yo decidimos irnos de ahí.

No sabía en qué punto nos dejaba por el hecho de verlo llorar. Digo, toda chica sabe que es difícil consolar a un chico llorando. Pero Harry parecía tan indefenso, tan vulnerable, que verlo llorar no me pareció incomodo en lo absoluto, simplemente fue algo nuevo. Como cuando te subes a una montaña rusa por primera vez y sientes el bajón de sorpresa en el estómago. Solo que multiplicado por 10.

Descubrí que aquel lago quedaba detrás del campo de flores y por ello Harry me había encontrado. Honestamente no sabía cómo él había dado por hecho que iría a aquel lugar para encontrarlo, pero esperaba me lo pudiese aclarar él.

Mientras caminábamos de regreso, pregunté.
─¿Cómo sabías que vendría?

Él alejó unas cuantas ramas para dejarme el paso libre y sonrío mientras caminaba.
─Vaya, no estabas tan inconsciente como pensaba.
─¿Eh? ─fue lo único que atiné a decir. Él rió, pero parecía una risa triste, o tal vez nostálgica. Ni idea.
─Cuando te drogaron ─comenzó diciendo, tragando saliva audiblemente. Contuve la respiración. ─, estabas demasiado perdida. Alucinabas y murmurabas cosas sin sentido. Llorabas y reías al mismo tiempo, tu cuerpo temblaba demasiado, estabas sudando. ─sacudió la cabeza como intentando alejar el recuerdo. Desvió la vista a un punto lejano, y cuando creí que ya no continuaría, explicó. ─Estabas perdiendo la cabeza y algo me decía que si no te mantenía despierta, te irías de mi lado.

Tomé su mano, él me miró a los ojos ante este acto.
─Pero sigo aquí, contigo.
─En efecto. ─asintió con la cabeza, algo aturdido. ─Pero para mantenerte despierta tenía que hablarte, y como sabía que no sería buena idea entrar en el hospital, te dije que me vieras aquí. ─Nos detuvimos al llegar a la linde del bosque, mi auto ahora a la vista, pero no alejé mis ojos de Harry. ─Matt se encargó de llevarte dentro y Zack, Lucian y yo regresamos a por... Bueno, ya conoces el resto.

Asentí, entendiendo a qué se refería. Bueno, más bien a quién. Suspiré y asentí una vez más porque no sabía que debía decir ahora. Pero no fue necesario porque Harry fijó la vista en el auto en el que había venido. Abrió los ojos como platos.
─¿Matt está aquí?
─No. ─hice una mueca. ─Yo vine en eso.

Fue ahí cuando me miró y comenzó a reír. Fruncí el ceño y le di un golpe en el antebrazo.
─No te burles.
─¡Es que ni siquiera sabes estacionar! ─exclamó aun riendo y yo bufé cruzándome de brazos. Él me atrajo a sí por un codo y me abrazó mientras sentía sus carcajadas vibrando en su pecho. Honestamente podría fingir que estaba molesta todo el tiempo con tal de que me abrazara de esta forma. Envolví mis brazos en su cintura.

─Ven conmigo. ─susurró contra mi cabello y me alejé para mirarlo.
─Creo que ya acordamos que no soy muy buena conductora. ─dijo frunciendo el ceño y él suelta otra risa.
─No. Quiero decir que vengas conmigo, yo manejaré.

Me mordí el labio.

─No puedo dejar el auto aquí ─dije mientras miraba a la carcacha mal estacionada en el árbol. Vale, necesitaba mi licencia de conducir pronto.
─Yo me encargaré de ello, ¿vienes? ─me dijo con un guiño y alejándose de mí para ofrecerme su mano como si se ofreciera a bailar. Alcé las cejas.
─¿Se puede saber qué es lo que tienes que siempre me convences? ─le pregunté tomando su mano, aunque en realidad la respuesta carecía de importancia siempre y cuando estuviera con él. Él sonrió.
─Tu corazón, Ellie. Creo que eso es todo lo que tengo, quiero y necesito.

Y entonces lo seguí a su auto porque no me apetecía alejarme de él en un buen rato.

─*─

Harry conducía con tranquilidad, tamborileando con sus dedos en el volante al ritmo de la canción de la radio. Me parecía que se sabía de memoria cada bendita canción que pasaba. Yo en cambio, estaba extendiendo mis horizontes musicales gracias a él.