Capítulo 33.

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Mañana sería viernes, y tendría mi primer examen de muchos.

¿A quién se le ocurrió la idea de iniciar la semana de exámenes en viernes? ¿Cómo era que todo seguía su camino de normalidad mientras yo sentía que todo a mí alrededor se estaba quebrando como un cristal estrellándose contra el suelo?

Necesitaba descansar, no ponerme a estudiar para un examen, que sabía, que de igual manera reprobaría. Matemáticas nunca fue mi fuerte.

Harry me ayudó a mantenerme con ambos pies en la Tierra durante mis clases, aunque lo que más me apetecía durante la explicación del profesor Tyler acerca de las células eucariotas, era dormir. Los párpados me pesaban una tonelada, y el cuerpo lo sentía débil y entumecido. En verdad, solo esperaba el momento en que la campanilla sonase e indicase que podría largarme a mi casa a dormir.

Así que cuando la campana se escuchó por cada salón, mi primera reacción fue ponerme de pie en un salto.
─Tranquila, saltamontes. ─me dijo Harry con una risilla mientras se cargaba mi mochila al hombro y me acompañaba afuera del instituto. De pronto, la idea de cargar mi mochila se me hacía tan alocada como cargar doscientas toneladas de arroz. Intenté que la energía volviese a mi cuerpo y reí levemente ante el comentario de Harry.
─Solo quiero llegar a mi casa e hibernar hasta el próximo año. ─dije mientras bajaba los peldaños de la entrada y me dirigía a paso lento al auto de Harry. El auto de mamá, con Matt dentro, no parecía aparecer en ningún lado.
─Aun tienes que estudiar, nena.

Me permití deleitarme y hacer un baile feliz interno al escuchar la palabra 'nena' salir de sus labios. Aunque yo aún no estuviese lista para llamarlo de ningún apodo posible. Por alguna razón, esa clase de apodos sonaban torpes saliendo de mi boca.

Hice una mueca al recordar que, en efecto, tenía que estudiar para el examen de biología. Las estúpidas células eucariotas del profesor Tyler.
─Ya lo sé. ─suspiré mientras Harry me abría la puerta de su auto y dejaba mi mochila en el asiento trasero. Entré en el auto, y me hundí en el asiento a la vez que Harry se colocaba en el asiento del conductor. Me miró, sus labios demostrando una sonrisa triste.
─Te ves algo pálida.

Intenté que mi sonrisa no pareciera una mueca.
─Estoy bien, solo estoy algo cansada.
Harry tomó mi mano, llevándola a su boca y depositando un beso en el dorso, el color llegó a mis mejillas y él sonrió.
─Estás hermosa.

Estaba segura que la palidez había desaparecido porque mi cara se sentía demasiado caliente.

La forma en que me lo había dicho... Me hizo sentir hermosa de verdad. Quiero decir, muchas personas te dicen que eres bonita cuando vas a una fiesta, cuando te maquillas, cuando vuelves a ver a tu familia o cosas de ese tipo. Pero que alguien te diga 'estás hermosa', así de la nada, como si solo le apeteciese decirlo, bueno, eso en verdad te hace sentir hermosa.

Después de eso ninguno de los dos dijo nada más, y nos sumergimos en un silencio interrumpido únicamente por el sonido de la música en la radio. Pero aquel silencio no era uno incómodo, y prefería ese silencio ahora que no sabía qué más podría decir. Con la mano de Harry en la mía, me quedé con una sonrisa en el rostro en todo el camino a casa.

Después de un día de mierda era lindo saber que aún había alguien que quería verme sonreír.

En cuanto el auto aparcó frente mi casa, miré por la ventana con aire desolado mientras soltaba un suspiro.
─No quiero entrar. ─le dije. Él soltó una risilla.
─¡Pero hace cinco minutos solo pensabas en entrar y echarte a dormir! ─exclamó divertido y le sonreí de lado.
─Tienes razón, de seguro me va a venir el periodo y por eso ando de bipolar. No me hagas caso.

Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora