Esa noche me había levantado en la madrugada, empapada en sudor y con el pulso acelerado, víctima de una pesadilla. Era increíble como un simple sueño puede provocarte un susto de muerte tan real como si en verdad lo estuvieses pasando.
Había bajado a tomar un vaso de agua, y me había llevado uno de tantos libros que decidí llevarme de mi casa en Minnesota, sentándome en el sofá un rato. Macbeth. Ah, Shakespeare.
Me había estado enamorando poco a poco de ésta obra y en este momento, llegué a mi parte favorita: “La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada.”
A veces cuestionaba mi propia existencia y recurría a esta frase. La vida, ¿qué es la vida? Shakespeare parecía entenderme con esta frase justo ahora. “Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia…” oh, y vaya que mucha furia. “Que no significa nada.” Nada. Pero entonces, ¿Acaso la vida de Ciara no significó nada? ¿NO MERECÍA VIVIR?
En estos momentos era cuando me cuestionaba el por qué tuvo que ser ella y no yo. Todos querían a Ciara. Ella era dulce, bonita, amable con todos, tenía un novio que la amaba y muchos amigos con quienes salir. Ella era perfecta. En cambio yo… Bueno, yo era yo.
Jamás había tenido selectividad en mis “amigos” y siempre salía lastimada, pisoteada y humillada. Mis exnovios siempre habían jugado conmigo, y cuando veían que no iba a tener sexo con ellos, la relación acababa. Normalmente mamá y papá, consentían mucho a Ciara, ella era la favorita, la niña perfecta, la hija soñada, la modelo a seguir de la familia. Es raro, ahora que lo veo… Normalmente los hijos de en medio suelen ser los más ignorados, pero en mi caso, yo por ser la menor, era la más ignorada. Y bueno, Matt era el segundo después de Ciara, el segundo consentido, el segundo más mimado; y bueno, él no se quejaba, después de todo recibía casi la misma atención. Pero él era autosuficiente y no le importaba tanto, debido a ser el mayor tal vez. Ahora estaba en la universidad, suponía que mi madre ya lo había puesto al corriente respecto a lo de Ciara. Pero pese a eso, no fue al funeral.
¿Qué habría pasado si a quien le hubiesen disparado hubiera sido yo y no Ciara? ¿Habría venido tanta gente a mi funeral como al de ella? No lo sabía, y tal vez no lo averiguaría pronto.
─*─
Para el lunes por la mañana, yo estaba vistiéndome para ir a mi nueva escuela. Lo único bueno era que no necesitaba usar ningún uniforme como en Minnesota. ¿Lo malo? Esa era la única escuela a la cual ir.
Forks sería un infierno. Eso es lo que dicen, ¿no? “Pueblo chico, infierno grande.”
Sólo esperaba no ser un centro de atención por ser nueva. Después de todo, el colegio ya había iniciado hace un tiempo, sería como entrar en una fiesta que ya había dado su fin. Todos tendrían ya sus grupitos, sus amigos, ¿y yo? Mejor no pensar en ello.
Header me había dejado frente a la estructura que sería mi nuevo instituto. ¡Genial! Nótese mi sarcasmo.
─“Home of the Spartans”, uy, ¿habrá algún espartano sexy que te llame la atención? ─me codeó mi madre, intentando hacerme reír y, pese a no tener ganas ni de mover un musculo facial, me reí como si me hubiese contado el chiste del año.
─Ya veremos ─le dije solo para zafarme de ese asunto, por ahora. Ella me sonrió y se acercó a mí dándome un beso en mi sien. Sonreí sin ánimo, pero ella no pareció notarlo, de nuevo.
─Pasa a la oficina del director. Te darán unas cosas. Suerte, cielo ─me dijo quitando el seguro del auto. Asentí en su dirección y seguidamente abrí la puerta, saliendo del auto y adentrándome al instituto. El viento helado golpeó contra mi cabello y ajusté el gorrito a mi cabeza.
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Silencio.
RandomNadie sabe su nombre, nadie lo ve venir, camina como la muerte y lo hacen llamar "Silencio". La nueva en la ciudad, la única al que él parece notar. Ella, quien no sabe si hundirse o nadar, ¿se atreverá a adentrarse en los oscuros mares del amar?