Silencio.

Capítulo 12.

Me la pasé todo el día dándole vueltas al asunto. ¿Y si aquel tipo con el pasamontañas quería que le entregara la nota a Silencio? Pero aquello era imposible, no podía ser… Él sólo era mi amigo, o algo así.

Mi corazón latía desbocado en mi pecho por cada nanosegundo que por mi cabeza pasaba la imagen del tipo con pasamontañas, con su voz fogosa sobre mi cuello y sus ojos negros sobre mi rostro. Completamente vulgar y desagradable. ¿Por qué me tenía que pasar esto a mí?

Mis ojos picaban ante la sensación de lágrimas en mi rostro cada que pensaba en ello, pero para la séptima hora, los ojos me dolían por guardarme las lágrimas todo el jodido día.

En el momento en que Silencio se había ido por su parte después de una clase después del receso, junto con Zack y Lucian, yo me había estado auto─torturando con la película en mi cabeza de lo sucedido ayer. Y sobre Alice.

Fue hasta la séptima hora cuando pude alcanzarla y jalarla hacia los baños de mujeres, encerrándonos en un cubículo, medio apretujadas. La incité a sentarse sobre la taza, mientras yo me recargaba contra la fría puerta a mi espalda. Nuestras mochilas en el suelo.

─Muy bien, ¿qué ocurre? ─fui directamente al grano. Sus ojos comenzaron a volverse rojizos conforme me miraba y se cristalizaron al instante, y casi al momento  se echó a llorar. Se recargó en mi hombro, sollozando como una niña perdida en el supermercado, y yo le acariciaba la espalda mientras ella lloraba desconsolada en mi hombro.

─Mis padres ─comenzó hablando entrecortadamente, seguí acariciándole la espalda, intentando transmitirle una especie de apoyo que incluso a mí me hacía falta. Pero no iba a hablar de mis problemas con respecto a delincuentes en mi casa ahora mismo. Éste era momento de que ella hablara, y se desahogara ─. Ellos se van a divorciar.

La sentí temblar y sollozar más fuerte, y la apreté en un abrazo reconfortador. Sabía lo que se sentía. Bueno, algo así. Después de todo, mi padre simplemente nos dejó, cual cobarde, ni siquiera hubo un papel firmado con el acta de divorcio, pero estaba más que claro que Header y Robert jamás volverían a unirse. No después de todo.

─¿Por qué? ─le pregunté lo más tranquila posible, dejando que ella sacara todo cuanto quisiera.

─No lo sé. Nunca me lo dijeron. Encontré un sobre con el acta de divorcio en el correo y no supe qué hacer. Pensaba contártelo en cuanto llegara pero no te encontré en los casilleros, y para cuando entré estabas con… ─se le cortó la voz, y escupió sus siguientes palabras con desprecio, como si odiara lo que estaba a punto de escupir ─: Con Silencio.

─Lo lamento, Alice yo… ─intenté hablar pero ella me calló con sus palabras.

─¿Por qué en ti?, ¿qué tienes tú de especial?, ¿por qué? ─sollozó contra mi hombro. Y lo entendí, y el hecho me cayó como un balde de agua fría. A Alice le gustaba Silencio. Tragué saliva. No, no, no. ¿Cómo no me di cuenta antes?, ¿por eso ella también intentó alejarme de él?, ¿por eso ella no respondió todas mis preguntas cuando le pregunté sobre él? Un nudo se estableció en mi garganta e intenté tragármelo con mi propia saliva, pero fue imposible. Mi tic con el dedo meñique comenzó a hacer mella en mí, pero intenté ignorarlo, y miré hacia el techo mientras seguía abrazada al cuerpo de Alice. Entonces al instante Alice supo que aquellas palabras me habían afectado e intentó remendarlo.

─Lo siento, Ellie, no fue mi intención. No quise… ─fue mi turno de cortarla.

─No, tranquila ─tragué audiblemente, y parpadeé varias veces intentando alejar las lágrimas que pugnaban por salir de mis ojos. No lo permití ─. No somos nada ─intenté aclarar, pero mi voz me delató. Pensé que Alice diría algo, pero estaba tan sumida en ella misma que no notó el temblor de mi voz al pronunciar aquella frase. “No somos nada.” “Nada.” No podríamos serlo, no podría hacerlo eso a Alice.