Capítulo 6.

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─Mierda, Matt, nos vas a matar. ─bufé sujetándome de mi asiento e intentando pensar que con el cinturón puesto estaría a salvo. Matt se detuvo abruptamente, lanzándome hacia delante, deteniéndome gracias al cinturón. Él golpeo el volante y recargó la cabeza en este, haciendo sonar la bocina todo el tiempo. El estridente sonido solo se detuvo en cuanto Matt alejó su enorme cabezota del volante.

─No quiero verte cerca de él, ¿me has entendido? ─espetó entre dientes, poniendo el auto en marcha de nuevo. Se me encogió el estómago. Hace tiempo que no lo veía así de furioso, desde que se había ido a la universidad para ser exactos.

─¿Quién te crees que eres? ─Farfullé, sintiendo mi garganta repentinamente seca ─, ¿mi padre?

Su mandíbula se tensó. ─Ese hijo de puta…

─Qué raro, estás comportándote como uno justo ahora. ─le corté. Estaba harta de la actitud autoritaria de Matt. Nuestro padre ya no estaba aquí, y admito que jamás lo perdonaría por lo que hizo, pero no veía la diferencia entre la magnitud de las acciones de mi padre y las de Matt. Así que no me jodas, Matt.

Después de eso ninguno de los dos abrió la boca, y en cuanto llegamos a nuestro destino ambos bajamos del auto azotando las puertas. Nuestra madre ya había hecho la comida. Había saludado a Matt, pero conmigo se mantenía en un voto de silencio, tal vez por la pequeña pelea de esta mañana. Ja. Si hubiera sido Ciara con quien se hubiera peleado, Header le habría pedido perdón incluso antes de que Ciara pusiera un pie fuera de la casa.

La comida transcurrió normal, con un silencio de mi parte, con mi madre y Matt ignorándome todo el maldito tiempo. Vaya apoyo, eh. ¿Acaso todo seguiría igual a pesar de la muerte de Ciara y el abandono de nuestro padre?

Las personas necesitan salir adelante, y lo entiendo, ¡pero por favor! Al menos algo debe de cambiar después de esto. Las heridas cambian a la gente. ¿Acaso a ellos ya no les importaba?

En cuanto terminé mi almuerzo, dejé los trastos en el lava─vajillas y me dirigí a mi habitación. Comencé a leer para matar el tiempo, por suerte no habían dejado tarea.

Un sonido se hizo presente en mi habitación, y me di cuenta que provenía de mi celular. Me sorprendí notablemente. No había usado esa cosa más que para la alarma desde que llegué a Forks. Ni siquiera mi supuesta mejor amiga me había llamado para preguntarme como  estaba, o mínimo para despedirse ya que ni siquiera había ido a mi casa el día que me fui de Minnesota. “Mejores amigas por siempre” sí, claro.

Tenía un nuevo mensaje de un número desconocido, me debatí entre leer o borrar el mensaje, pero al final la curiosidad fue la vencedora y lo abrí leyendo el breve texto en él:

“Cuídate, bebé. ─Papá.”

Mi corazón cayó y una oleada de enojo me recorrió el cuerpo, ¿cómo se atreve a mandarme un mensaje después de correr cual cobarde y abandonarnos?, ¿y por qué precisamente se empieza a preocupar por mí ahora que no está?

Que te den Robert, que te den.

Borré el mensaje inmediatamente. No tenía que cuidarme de nada, él ya no estaba aquí, sus problemas estaban lejos de nosotros ahora. Quien tenía que cuidarse era él. Debido a lo que nos hizo, me importaba un coño si estaba muriéndose justo ahora o no. Además de que si alguien más no lo mataba, lo mataría yo si siquiera se atrevía a acercársenos una vez más.

Me tiré en la cama, y me coloqué los audífonos con el volumen al máximo, explotando mis tímpanos con gusto. Oh, dios, podría escuchar a Jason Walker todo el día. Y así pasé la tarde, hasta que cayó la noche y mis párpados se volvieron más pesados, arrastrándome a un sueño donde la luz y la oscuridad eran íntimas.

Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora